El partido albiazul paga los costos por los actos de su impresentable coordinador de los diputados en la Asamblea Legislativa, señalado de corrupción, antisemitismo, manipulaciones del padrón de militantes y agresiones a periodistas.
Por Staff / Libre en el Sur
Mientras el Partido Acción Nacional obtuvo un triunfo histórico en el país, al conquistar siete de las 12 gubernaturas en disputa en los comicios de este domingo 5 de junio, en la Ciudad de México –donde en los hechos es encabezado por el ex delegado en Benito Juárez Jorge Romero Herrera– obtuvo su más baja votación histórica al alcanzar apenas el 9.48 por ciento de los sufragios emitidos.
El PAN capitalino, en efecto, logró apenas 198 mil 56 votos, de un total de 2 millones 92,721 votos emitidos en la Ciudad de México, y según las primeras proyecciones del Instituto Nacional Electoral alcanzaría únicamente siete doputados electos a la Asamblea Constituyente, lo que significa tres menos que el número de sus actuales diputados locales en la ALDF. En tanto, Morena consiguió en las urnas 22 constituyentes y el PRD 19.
Esos pírrcios resultados para el PAN representan apenas el 14 por ciento de lo que consiguió en el año 2000, cuando fue postulado para la Jefatura de Gobierno Santiago Creel Miranda, mismo que ahora encabeza el listado de candidatos panistas a la Asamblea Constituyente.
No obstante su mayúsculo fracaso electoral, Romero Herrera trató de “colarse” sin ser invitado a la celebración del triunfo panista del pasado domingo en la sede del CEN en la colonia Del Valle de la capital. Inopinadamente, trepó al estrado y apareció de pronto detrás de quienes festejaban la victoria en siete estados de la República –entre ellos Ricardo Ayala Cortés y Santiago Creel Miranda— para hacer la “V” de la victoria (en la foto a la izquierda, asomado detrás de Damián Zepeda, secretario general del PAN), lo que causó evidente escozor en muchos de los presentes.
De la hecatombe sufrida por el PAN en esta elección especial da idea el que su votación fue 435 mil votos inferior a la de Morena (que tuvo 633 mil 263) y de 354 mil menos que los logrados por el PRD (que llegó a 553 mil 192), según cifras del Programa de Resultados Preliminares (PREP) del INE.
La única delegación política en que el PAN obtuvo el primer lugar fue Benito Juárez, su bastión histórico, pero prácticamente en un virtual empate con Morena, que estuvo a un triz de alcanzarlo y quedó a sólo un punto porcentual atrás.
Con José Luis Luege Tamargo como dirigente, en las elecciones del año 2000 el albiazul logró una votación superior al millón 400 mil votos; aunque tuvo una caída en las elecciones intermedias de 2003 (cerca de 800 mil votos), en el 2006 se recuperó alcanzando más de un millón 200 mil votos, cuando el partido era liderado por Carlos Gelista.
En 2012 todavía se mantuvo por encima de la franja de los 800 mil votos, pero en el 2015 –con el partido enteramente controlado por Romero— tuvo una caída estrepitosa hasta los 400 mil sufragios. Finalmente, en la elección del domingo pasado ni siquiera alcanzó ya los 200 mil votos.
Durante los últimos años, desde que Romero Herrera se apoderó de él a través de la adulteración del padrón interno del partido –lo que le ha permitido imponer dirigentes y candidatos y repartir canonjías– el PAN capitalino ha sufrido un paulatino deterioro. Denuncias sobre cobro de “moches” a proveedores, maniobras fraudulentas del actual coordinador de la diputación panista en la ALDF y otros escándalos de corrupción le han significado la pérdida de millares de votos y el gobierno de varias delegaciones políticas.
El ex delegado en Benito Juárez también ha sido denunciado en medios informativos por actos de corrupción –al favorecerse de su amistad con desarrolladores para obtener un “descuentazo” en la compra de su penthouse en la colonia Del Valle, por ejemplo—, además de agredir a periodistas, lo que consta en una investigación en curso en la Comisión de Derechos Humanos local, y de usurpar profesión, al firmar documentos como “licenciado” sin serlo.
Recientemente, el propio Romero Herrera fue acusado de asumir actitudes antisemitas para impedir que el presidente de la Comunidad Judía de México, a quien llamó “pinche judío”, fuera nombrado consejero honorario de la Comisión de Derechos Humanos de la Ciudad de México.
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