Con frecuencia las desgracias del hospital y de la pandemia me acompañan, pero su sufrimiento lo hace casi indiferente al sufrimiento de los demás.
POR AYLYN CENDEJAS Y ROBERT KNESTEL
Afortunadamente, Robert y yo nos mudamos juntos unos meses antes de la pandemia. Ahora no puedo (ni quiero) imaginarme cómo habrían sido estos últimos diez meses sin él. En abril del año pasado me invitaron a participar en la unidad temporal para pacientes con Covid y él se encerró en la casa. Creo que, de los dos, él se ha llevado la peor parte. Los primeros meses perdió todo contacto con sus hijos porque los familiares de su ex no querían ni contestarle las llamadas. Como los juzgados cerraron, él y sus hijos se quedaron con un gran vacío. Tuvo que pasar mucho tiempo antes de que hubiera una solución y no es una solución en lo absoluto. Ahora le permiten “convivir” con ellos una vez a la semana a través de una video llamada de treinta minutos. Yo a veces llego a la casa destrozada y arrastrando el ánimo y a pesar de su propio dolor él siempre me recibe con un abrazo que alivia mi estado casi de forma instantánea. Lo admiro porque es capaz de sonreír, darme ánimo y fuerzas para continuar. Me gustaría poder aliviarle el dolor que siente por la ausencia de sus hijos. Con frecuencia las desgracias del hospital y de la pandemia me acompañan, pero su sufrimiento lo hace casi indiferente al sufrimiento de los demás. He visto muchas cosas horribles y sin embargo la peor tristeza que he sentido es ver la angustia que le provoca saber que cada día que se prolonga más el semáforo rojo es un día más en el que él no se puede reunir con su familia.
Yo soy austríaco y en México he encontrado mis amores incondicionales: mis hijos. También encontré aquí a mi hermosa pareja Ailyn. Los últimos meses fueron un gran desafío para ambos. En estos meses nos hemos conocido muy intensamente y me ha permitido amarla cada día más. El afecto, la bondad y la compasión que tengo por ella me hizo crecer en nuestra relación y también como persona. Durante este tiempo Ailyn ha pasado por altos y bajos por su profesión como médico y por el trabajo en el centro COVID, donde lo único que yo pude hacer es estar para ella; fue para mí una gran recompensa verla recuperar su bienestar mental y emocional. Ese aprendizaje extraordinario en tiempos extraordinarios, donde muchos han vivido alguna forma de violencia, yo he experimentado mucha armonía y felicidad con ella, lo que me ayudó mucho a superar la separación de mis hijos. Nosotros hemos optado por buscar el bienestar del otro y crecer así mutuamente y fortalecer nuestro amor.
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Ella es anestesióloga. Él es asesor.
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