El controvertido nuevo edificio que sustituyó a la Octava Delegación de Policía –desincorporado por el gobierno de la Ciudad de México para albergar, además de oficinas públicas, un estacionamiento para los clientes del centro comercial Parque Delta— presenta un sinfín de desperfectos, que van desde plomerías averiadas hasta sistemas de desagüe inservibles.
Lo anterior ha implicado que en el estacionamiento se presenten encharcamientos y en algunos casos inundaciones, según explicó personal de la Secretaría de Seguridad Pública; desde marzo pasado, de acuerdo con la versión de trabajadores de limpieza, no hay agua en los baños que corresponden a la sala de espera de la agencia del Ministerio Público, por lo que ellos tienen que acarrearla permanentemente.
Además, las paredes que flanquean las escaleras para acceder a los estacionamientos presentan notorias humedades.
El inmueble que ocupó la Octava Delegación de Policía –en la esquina de Obrero Mundial y Cuauhtémoc, colonia Piedad Narvarte— fue demolido entre intensas protestas vecinales, a pesar de que se encontraba catalogado por su valor histórico y arquitectónico por el Instituto Nacional de Bellas Artes y de que al realizar excavaciones se encontraron vestigios prehispánicos y coloniales (allí se localizó el Santuario de la Virgen de la Piedad).
Vecinos que se organizaron para enfrentar la demolición del edificio denunciaron en su momento que parte de esos vestigios fueron destruidos; el Instituto Nacional de Antropología e Historia, en vez de defender el espacio con valor patrimonial, se conformó con que se exhibieran en una vitrina algunos restos del antiguo convento.
Los residentes se enfrentaron no solo a las acciones u omisiones de las autoridades federales y de la Ciudad de México, sino también a la desidia por parte de la Comisión de Derechos Humanos de la Ciudad de México. Con todo ello, al final se hizo posible la desincorporación de un predio público para el usufructo privado del centro comercial, si bien hay un anexo con oficinas de la policía y de la Procuraduría capitalina.
La construcción –imposición— de la nueva edificación implicó además la tala de árboles para permitir el acceso de vehículos al lugar. Y ahora aparecen vicios ocultos de los que nadie parece hacerse responsable.
(Fotos: Especial)
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