Hermanas dominicas conservan la hermosa –y sabrosa– tradición en su convento del barrio de San Juan Mixcoac, frente a la histórica plaza Gómez Farías, donde expenden su producto
STAFF/LIBRE EN EL SUR
Como cada año, las monjas dominicanas de la orden de Predicadoras de Santa Catalina de Siena del viejo barrio de Mixcoac preparan conforme a una receta casera que tiene casi siete décadas la tradicional Rosca de Reyes, que expenden a las puertas de su convento que ocupa la antigua casona que perteneciera a don Ireneo Paz, abuelo del insigne poeta Octavio.
Su ya afamado producto, elaborado en sus propios hornos, se caracteriza por la calidad de los ingredientes que lo componen, como el huevo, la mantequilla, la harina y las frutas cristalizadas con las que se adorna, sin falta por supuesto el tradicional muñeco o “niño Jesús” en si interior.
La Rosca de las religiosas dominicas va rellena con una exquisita mezcla de higos, camote, calabaza y ate, conforme a la receta original que mantienen intacta. El resultado en una delicia ideal para celebrar la tradición en la merienda del 6 de enero y a la vez apoyar a las hermanas para su sustento y para la conservación de su repostería.
En ese inmueble, convertido desde 1949 en monasterio, vivió parte de su niñez y su adolescencia nuestro Premio Nobel de Literatura, en los años veinte y principios de los treinta del siglo pasado. Se ubica en el número 8 de la histórica Plaza Gómez Farías, en la esquina de las calles Ireneo Paz y Augusto Rodin, en el barrio San Juan Mixcoac de la actual alcaldía Benito Juárez (a tres cuadras de la avenida de los Insurgentes Sur, detrás del Parque Hundido.).
Del lado contrario de la plaza se encuentra la parroquia de Nuestra Señora de Guadalupe y San Juan Evangelista, una bella construcción colonial del siglo 17. Y a un lado del convento de las religiosas dominicas está la casa que fuera del ideólogo de la Reforma, Valentín Gómez Farías, actualmente sede del Instituto de Investigaciones Doctor José María Luis Mora, también conocido como Instituto Mora.
Las religiosas observan escrupulosamente los protocolos de prevención a que obliga la pandemia. Ellas instalan un expendio al aire libre a las puertas del recinto, donde ofrecen también buñuelos, galletas, chiles encurtidos y rompope. La vendimia se lleva a cabo entre las 10:00 de la mañana y las 8:00 de la noche. Las roscas, consideradas entre las mejores y más auténticas de la ciudad de México, son de cinco tamaños. La más grande cuesta este año 315 pesos. Le siguen una mediana, de 225, otra de 165 y la chica de 105, aunque hay una individual de sólo 75 pesos.
Durante todo el año, las monjas de Mixcoac, como se les conoce, elaboran y venden diversos productos de temporada, que son muy demandados. Así, además de la Rosca de Reyes en las vísperas del 6 de enero de cada año, es célebre su Pan de Muerto del mes de noviembre. También elaboran buñuelos en diciembre, chiles en nogada en agosto y septiembre, y tamales, galletas, rompope y chiles en vinagre de manera permanente.
Las hermanas dominicas ofrecen asimismo una extensa lista de productos que se realizan por encargo o para celebraciones particulares, todo de la mejor calidad. En el teléfono 5555-631253 pueden hacerse pedidos.
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