En esta ocasión, tocaré un tema extremadamente delicado, como lo es la desigualdad que aún persiste, se quiera creer o no; la violencia y discriminación hacia niñas y adolescentes en todo el mundo, únicamente por su situación de género.
Aunque tarde para buscar visibilizar esta problemática, pero consciente de la alerta mundial que representa este caso, el 11 de octubre de 2012 se estableció como el Día Internacional de la Niña por parte de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), con el fin de que les sean reconocidos todos y cada uno de los derechos humanos y las garantías que de ellos emanan.
La infancia sigue enfrentando un proceso de exclusión social que se inicia con la dificultad o falta de acceso a los derechos fundamentales de vivienda, salud, educación, acceso a la información y comunicación, movilidad, seguridad, justicia, tiempo libre y cultura. El nivel de exclusión social de la infancia, especialmente el de las niñas, está estrechamente relacionado con la eficacia de las políticas económicas y sociales de un Estado y el nivel de equidad, igualdad y justicia que goza o sufre la población. Pero también está relacionado a que la sociedad actual; la nuestra por ejemplo, en frecuentes ocasiones, incorporamos ciertos comportamientos perniciosos que entre todos, debemos erradicar.
Existen en nuestros días amplias regiones de la urbe, en donde por usos y costumbres, se siguen utilizando a niñas y adolescentes, como objetos que pueden ser cambiadas en trueque por animales; son objetos de venta, y son incluso, desde pequeñas, apartadas de su familia u obligadas a casarse con adultos. Continúan en muchos casos, además, desarrollando labores domésticas no acordes a su edad y desarrollo, a diferencia de los varones de la propia familia, son las víctimas más recurrentes de bullying o acoso escolar y por cierto, las que menos lo denuncian. Siguen siendo con frecuencia víctimas de abuso sexual, en gran medida por miembros de la familia o cercanos a ella, de la trata de personas, de la venta de órganos, en fin; por desgracia la lista de hechos de exclusión, abuso y maltrato, es interminable.
De todo ello se desprende que la política de protección social juega un papel primordial en la exclusión social de la infancia, en especial de las niñas. Debe valorarse la necesidad de adoptar un enfoque transversal en materia de derechos humanos y no discriminación, en todas las políticas sociales dado que la exclusión es un proceso multicausal, dinámico y cambiante. Además, las repercusiones de la brecha digital, los cambios demográficos y la modificaciones de las estructuras familiares, plantean escenarios que agudizan la problemática, y que imponen un análisis nuevo, y con él, la responsabilidad de todas y todos de abonar a acciones concretas de actuación desde nuestros ámbitos cotidianos.
Aunque parezcan arcaicas las prácticas recién descritas, podemos presenciarlas día a día en nuestra comunidad. Las mujeres somos el eje fundamental de la mayoría de las familias de nuestro país y del mundo. Sin embargo, si los cimientos no son los adecuados, todo nuestro sistema social colapsará o se mantendrá a flote en escenarios de injusticia.
Creo como muchos, que los niños y en este caso en particular, las niñas, son el presente que se convertirá en el futuro del país.
Son tiempos de reflexión y de cambio, no toleremos que continúe este maltrato, abuso y exclusión.
*Doctorante es Filosofía del Derecho por la Universidad Anáhuac México Sur
*Embajadora de la Cultura de Paz y Ética Global DF, por la UNESCO
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