Entrevistado en La Habana, Cuba, durante el año de 1978, el poeta uruguayo Mario Benedetti señaló que la dispersión de las personas por motivos económicos y políticos era una forma de desestabilizar la cultura. Es decir, que quienes por no encontrar las vías para sobrevivir en suelo natal incurren en forzado éxodo, el cual muchas veces convierten en autoexilio, rompen un diálogo necesario al interior de todas las sociedades y que se da entre diversos actores, genera múltiples influencias, las recibe y las detona.
El posible regreso de jóvenes a nuestro país constituye una oportunidad para incorporarlos a un nuevo proyecto, resarcir la comunicación intraclase y redefinir los intereses como nación. Es además la ocasión propicia para fortalecer la cultura, llamar de otro modo a la intelectualidad y hacerla de masas. Remarco lo anterior toda vez que para modificar determinada realidad, la condición necesaria es entenderla y dicho proceso no es endógeno ni autónomo, sino colectivo.
Representa también un amplio campo de acción. Todas las conductas consideradas antisociales, como las adicciones o la delincuencia, tienen un alto componente de evasión. Por ello asoma ambicioso el colocar en la mente de esos millones de jóvenes ideas diferentes porque, contrario a lo que determinados pensadores afirmaban, la realidad sí es producto de nuestras ideas, llevamos a lo material aquello que incubó en nuestra estructura mental, lo transformamos y comunicamos mediante acciones.
Entre las diversas necesidades de una comunidad como la nuestra está el encontrar escalas deontológicas diferentes para restablecer la comunicación y darle estabilidad a nuestra cultura. Una jerarquización que nos permita inyectar voluntad de vida como una forma de enunciar la verdad a partir del otro, una nueva legitimidad ante los jóvenes que los convierta en actores, nunca más en desplazados.
El futuro se construye en el ahora, de nosotros depende que las nuevas generaciones dialoguen mediante las diferencias con un pensamiento crítico, se encuentren transversalmente, influencien y desprendan la etiqueta que algunos gobiernos colocaron sobre ellos: simples testigos de lo moderno.
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