Volvemos cada vez más expertas porque el sistema no nos ha dado otra opción. Hemos tenido que investigar hasta saber cómo funciona el sistema que dice protegernos. Y hemos vuelto.
POR NANCY CASTRO
Hemos vuelto a sentir rabia, a sentir desesperanza, a llorar por la misma causa. Por causa de la violencia hacia las mujeres, nos siguen discriminando, invisibilizando, nos siguen desapareciendo, como queriéndonos borrar del mapa, de la existencia, del mundo.
Volvemos año con año, no por costumbre o por mantener viva la rabia, volvemos con la dignidad de lucha, luchar por nuestras vidas es luchar por las que vienen detrás.
Volvemos cada vez más expertas porque el sistema no nos ha dado otra opción. Hemos tenido que investigar hasta saber cómo funciona el sistema que dice protegernos. Tuvimos que rascar con nuestras propias manos hasta encontrar a las nuestras y buscando encontramos restos de otras, otras que fueron mancilladas por la misma causa. Cuando salimos a las calles, volvemos a manifestarnos por las que ya no están de cuerpo presente
¿Por qué celebrar un día así? ¿Qué nos lleva a reivindicar el día de la eliminación de la violencia en contra de la mujer? A fuerza de cuestionarnos se revelan cosas, que quizá antes no nos habíamos cuestionado, por ejemplo aventurarse a decir que hoy hay equidad de género, que hoy las mujeres somos libres. Desde ahí sería pertinente plantear que la libertad no se logra de un día para otro, porque la opresión sobrevive dentro de las oprimidas, en las ideas y en las costumbres mucho tiempo después de que se hayan legislado leyes.
Aún transcurridas generaciones que lucharon por esa libertad que nos permite hoy día posicionarnos desde la posibilidad de elección, es necesario seguir cuidando y alimentando esa libertad. Y sobre todo pensar muy bien para qué la vamos a usar. Cuando pensamos que hemos avanzado, habrá que hacer una pausa y nuevamente mirar atrás ¿Cuántos siglos de dominación hemos tenido que sortear para ganar en todo lo que ha oprimido y violentado a todas nuestras a todas nuestras a todas las mujeres en general?
Ha costado volver a reestructurar nuestros valores de identidad, autoestima, ocupar espacios públicos y el doméstico…”
La violencia, no ha sido sino la suma de factores que un sistema heteropatriarcal nos ha impuesto. Aprender a quitarnos las amarras de lo que ha supuesto ese sistema ha costado ríos de sangre. Lo que se detecta es un fallo en la primera reacción en el entorno de la víctima, por falta de información y apoyo por parte del estado.
Ha costado volver a reestructurar nuestros valores de identidad, autoestima, ocupar espacios públicos y el doméstico. ¿Cuántas veces hemos escuchado que lo que no nos mata nos hace más fuertes? ¿Porqué esperar a que suceda? Lo que estamos sufriendo hoy día son los estragos de un machismo recalcitrante que ha desdibujado por completo desde el seno familiar nuestra posición. No podemos negar lo que sigue siendo evidente.
Ahora analizando desde la posición de quien ejerce violencia, la violencia es una estructura muy fácil de replicar. Públicamente cuando los violentadores y feminicidas aparecen en los medios de comunicación como hombres potentes, eso estimula a otros a querer aparecer ahí y mucha responsabilidad hay en eso en los medios.
En cuanto al sistema de políticas que fortalecen la erradicación de la violencia la Organización Mundial de la Salud establece que el sistema de salud puede desempeñar un papel vital en responder y prevenir la violencia contra las mujeres y las niñas. Este papel incluye identificar el abuso temprano, proporcionar atención y apoyo a las sobrevivientes, y referir a las mujeres a servicios adecuados e informados dentro y fuera del sistema sanitario.
“El sistema de salud también debe trabajar en colaboración con otros sectores y agencias para prevenir la violencia. Y como el abordaje de salud pública para la prevención estipula claramente, el primer paso en la prevención de la violencia es entenderla, y el sector de salud tiene un papel clave en ayudarnos a medir y comprender la violencia contra la mujer”
¿Pero eso es real? Las instituciones no operan como dicen. Tardan en atender, son severamente intransigentes, por lo tanto la operatividad no es efectiva.
Entonces, la estructura en sí es y ha sido diseñada para violentar. Desde ahí está habiendo un fallo. Las contradicciones son las que nos violentan, nos dicen que nos apoyan pero el sistema no está diseñado para eso. Nos ofrecen alternativas que no se adecuan a la realidad de nuestras necesidades. Nos ofrecen servicios que son inviables: citas tardías de apoyo psicológico por mencionar algunos, el sistema judicial en tema de denuncias casi siempre es improcedente.
“El Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres y los 16 Días de Activismo son una oportunidad para crear conciencia sobre las consecuencias sanitarias y sociales de la violencia contra las mujeres y fortalecer nuestro compromiso con la acción colectiva”. Las autoridades se encumbran hablando de políticas feministas en pro de la eliminación de la violencia sin embargo la prevención consiste en abordar las causas estructurales y los factores de riesgo y de protección asociados con la violencia. Conviene tener en cuenta qué tan jóvenes son los derechos de las mujeres no es un ejercicio de nostalgia ni de sentimentalismo reconocerlo, es pragmatismo puro, gestión inteligente de los avances que hemos hecho y que no queremos perder bajo ningún concepto.
Rita Segato aduce al respecto “Por mucho tiempo pensé que el feminismo no estaba consiguiendo llegar a destino. Los feminicidios no paraban, la violencia crecía cada vez más. Pero hoy pienso que las mujeres estamos tocando el núcleo de la reproducción del poder: el patrón patriarcal”.
Este 25 volvemos a salir esta vez con aires renovados y no a negociar con los defensores de la tradición del continuismo, portaremos el estandarte y exigiremos lo que nos corresponde: el derecho a la vida, el derecho a la igualdad, el derecho a la libertad y seguridad, el derecho a la protección civil, el derecho a la salud física y mental, el derecho a no ser discriminadas, el derecho a condiciones laborales justas y favorables, el derecho a no ser sometida a tortura, ni a malos tratos o penas crueles, inhumanos o degradantes.
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