Nobel de la Paz 2025: un homenaje a los demócratas de Venezuela

María Corina Machado. Foto: X
María Corina Machado, símbolo de la resistencia cívica frente a Maduro
El Nobel de la Paz pone un reflector mundial sobre el fraude, la represión y la lucha por la transición democrática.
STAFF / LIBRE EN EL SUR
El Premio Nobel de la Paz 2025 fue anunciado el viernes 10 de octubre a las 11:00 horas de Oslo (CEST) en el Instituto Nobel Noruego, en una conferencia encabezada por el presidente del Comité, Jørgen Watne Frydnes. El jurado justificó su decisión señalando que el galardón se otorga a María Corina Machado “por su trabajo incansable en favor de los derechos democráticos del pueblo venezolano y su compromiso con una transición justa y pacífica de la dictadura a la democracia”.
La transmisión oficial, disponible en nobelprize.org, mostró a Frydnes destacando que “el Comité reconoce su liderazgo civil y su defensa pacífica de los derechos políticos en un contexto de represión sistemática”. Medios internacionales como Reuters, AP y BBC coincidieron en que este Nobel es un mensaje global contra la impunidad autoritaria y un homenaje a los millones de venezolanos que han exigido libertad sin recurrir a la violencia.
Machado, ingeniera industrial y exdiputada, se convirtió en la figura más visible de la oposición desde que ganó con más del 90% de los votos las primarias opositoras de 2023. Poco después, el Tribunal Supremo de Justicia la inhabilitó alegando “irregularidades administrativas”, impidiéndole competir en las presidenciales de 2024. Lejos de rendirse, recorrió el país, organizó a la ciudadanía y se convirtió en símbolo de resistencia civil frente a un régimen que lleva más de una década cerrando todos los espacios políticos.
El Nobel de la Paz consolida su papel como referente moral de la causa democrática venezolana y, al mismo tiempo, rompe el intento de normalización diplomática de un régimen acusado de fraude, persecución y censura.
El Premio Nobel otorgado a Corina es el primero que recibe una persona de nacionalidad venezolana en toda la historia.
En un comunicado publicado en sus redes sociales, María Corina Machado aceptó con profunda gratitud el Premio Nobel de la Paz 2025, otorgado por el Comité Noruego del Nobel, y lo dedicó al pueblo de Venezuela, al que describió como “admirable por su coraje, dignidad, inteligencia y amor”. En su mensaje, denunció que los venezolanos han sufrido “26 años de violencia y humillación” bajo una “tiranía obsesionada con quebrar el alma de la nación”, caracterizada por detenciones, torturas, desapariciones forzadas y ejecuciones extrajudiciales, hechos que calificó como crímenes de lesa humanidad y terrorismo de Estado.
Machado afirmó que la respuesta del pueblo ha sido “firme e indoblegable” y destacó la construcción de un movimiento ciudadano en torno a un anhelo común: “Paz en Libertad”. Señaló que la larga travesía hacia ese objetivo ha tenido costos “indescriptibles”, con miles de vidas perdidas y familias forzadas a abandonar su tierra.
Aseguró que el Nobel representa un impulso decisivo para culminar la transición democrática: “Este inmenso respaldo demuestra que la comunidad democrática mundial entiende y comparte nuestra lucha. Es un impulso único que inyecta energía y confianza en los venezolanos, dentro y fuera del país, para completar nuestra tarea”. Enfatizó que la transición a la democracia en Venezuela debe concretarse de inmediato, “tal como lo exigimos contundentemente en la victoria electoral del 28 de julio”.
El Comité Noruego del Nobel justificó su decisión al reconocer en Machado “una voz que ha defendido la libertad y los derechos humanos frente a la opresión”, calificándola como “uno de los ejemplos más extraordinarios de coraje civil en América Latina”. El organismo destacó su papel en la construcción de una alternativa democrática “pacífica y constitucional” y su defensa del principio de que “no puede haber paz sin libertad”.
El anuncio generó repercusión internacional inmediata. Organismos de derechos humanos, líderes democráticos y gobiernos de la región celebraron el reconocimiento como una señal de respaldo a la causa venezolana. Desde Washington y Bruselas se subrayó el mensaje simbólico del galardón frente al autoritarismo de Nicolás Maduro, mientras que desde Caracas, el régimen guardó silencio.
Machado concluyó su mensaje con un tono espiritual y de compromiso nacional: “A cada venezolano: este premio es tuyo. Es un reconocimiento a lo que hemos logrado juntos y un recordatorio de lo que aún falta. Avanzamos con aún más fuerza, confianza y fe inquebrantable, porque vamos de la mano de Dios, hasta el final.”
El fraude electoral de 2024 y el silencio de México
El 28 de julio de 2024, el Consejo Nacional Electoral —controlado por el chavismo— proclamó a Nicolás Maduro como ganador de unas elecciones plagadas de irregularidades. Los sistemas de transmisión de datos se suspendieron por “fallas técnicas”, las actas no fueron publicadas y la auditoría internacional fue bloqueada.
La oposición, con apoyo logístico de miles de voluntarios, recopiló copias de más del 80% de las actas, mostrando un resultado radicalmente distinto: Edmundo González Urrutia, candidato respaldado por Machado, había obtenido la mayoría de los votos. La documentación fue revisada por organismos independientes y calificada como evidencia sólida de un fraude masivo.
La respuesta del régimen fue inmediata. Se multiplicaron los arrestos, las torturas y las persecuciones. Según Foro Penal, para septiembre de 2025 había más de 400 presos políticos. Human Rights Watch y Freedom House denunciaron patrones de detenciones arbitrarias, allanamientos y violencia de Estado.
Mientras tanto, el gobierno de México guardó silencio. El presidente Andrés Manuel López Obrador declaró, según Reuters (31 de julio de 2024), que “no hay pruebas de fraude” y que debía esperarse la versión oficial del Consejo Electoral. Esa posición, presentada como neutralidad, fue interpretada por diplomáticos y analistas como un aval implícito al régimen de Maduro. México se abstuvo en la Organización de Estados Americanos (OEA) de respaldar una resolución que pedía repetir las elecciones.
La actitud mexicana contrastó con la de países como Chile, Costa Rica, Canadá y la Unión Europea, que condenaron abiertamente el proceso. En palabras del exembajador Diego Arria, “el silencio de América Latina es una segunda forma de represión: la del olvido”.
El Nobel a Machado responde justamente a esa inercia. Es un recordatorio de que el mundo no puede normalizar dictaduras disfrazadas de democracia. En Oslo, Frydnes lo dijo sin ambigüedades: “El Comité reconoce su valentía por mantener la vía pacífica en un país donde disentir es arriesgar la vida”.
Una distinción que reordena la narrativa global
El galardón a Machado devuelve la causa venezolana al centro del debate internacional. En los últimos años, Maduro había intentado mostrarse como un gobernante dispuesto al diálogo, promoviendo acuerdos parciales para aliviar sanciones. El Nobel desarma esa estrategia: confirma que no hay diálogo creíble sin libertad política ni elecciones limpias.
Para los millones de venezolanos dentro y fuera del país, el reconocimiento simboliza un respiro moral. Representa a los exiliados, los presos, los perseguidos y los periodistas que han documentado la destrucción de las instituciones.
El premio también interpela a las democracias latinoamericanas. No basta con la prudencia diplomática o la retórica de la “no intervención”. En palabras del analista Moisés Naím, “quien calla frente al fraude, lo avala”.
La concesión del Nobel no cambia el poder en Caracas, pero cambia la historia. En un continente fatigado por la polarización, recuerda que la paz sin libertad no es paz, sino sometimiento.
El Nobel de la Paz 2025 no se concede por la paz alcanzada, sino por la que se persigue contra la adversidad. María Corina Machado no tiene ejército ni partido con recursos; su fuerza radica en la convicción de millones de ciudadanos que siguen creyendo en el voto, la justicia y la palabra.
El Comité Noruego no premió un resultado, sino una esperanza colectiva: la de un país que aún busca reconciliarse con la verdad. Y en esa verdad, como lo demuestra este Nobel, la democracia venezolana sigue viva —aunque herida— en la voz de quienes se niegan a rendirse.