POR RODRIGO CORDERA THACKER
El martes pasado tuvimos una cita en la prepa 6 para llevar parte de las conmemoraciones de los 50 años del movimiento estudiantil a los más jóvenes. Todos sabíamos que se estaban tomando decisiones políticas en las preparatorias, en los CCH y en las facultades debido a la golpiza que recibieron estudiantes afuera de rectoría el lunes pasado. Llegamos en el momento exacto de la asamblea de estudiantes.
Nuestras invitadas eran Gabriela Warketin y Cristina Barros Valero. El evento tenía como objetivo generar un debate sobre la juventud como sujeto político y social. Para no decir más, el evento se canceló por que los estudiantes se fueron a paro.
Vale la pena decir, que todos estábamos de acuerdo (no que importara, no somos estudiantes) pero fue muy agradable ver a los estudiantes acercarse a Warketin y a Cristina Barros, para platicar y contarles sobre su decisión de irse a paro.
Dicen que no hay casualidades, que hay causalidades. Pues sí resulta curioso que a 50 años el estudiantado se levanta para protestar por lo más elemental. No ser golpeados por grupos porriles, tener seguridad en el campus, tener clases y maestros, y en el peor de los casos; no ser levantad@s y asesinad@s.
Al siguiente día, los estudiantes se organizaron en una marcha masiva en CU que no se había visto desde 1968.
En la marcha del miércoles se unieron a la protesta estudiantes de la IBERO, del IPN, de Chapingo y hasta en el COLMEX hubo muestras de apoyo.
Todo esto es de suma importancia para la vida pública del país y para su máxima casa de estudios.
Las imágenes de la protesta nos obligan a recordar el 68. Ese movimiento que propulsó la democratización del país, que cuestionó el autoritarismo priista, que generó ideas políticas de vanguardia y que también generó una simbología artística que ha pasado de generación en generación.
Da gusto ver a la comunidad estudiantil sentirse heredera de ese movimiento tan importante para la vida política de México.
Da gusto ver que seguimos siendo una comunidad politizada que reclama por sus derechos más elementales y que cuando es necesario toma las calles para enseñarle al poder que las cosas han cambiado.
Ahora, sí es de espanto que enfrente de rectoría se haya dado tal escena de violencia.
Es tarea de las autoridades universitarias actuar con responsabilidad, pero sin comunicados vacíos e insensibles. Para que no se les diga que “no entienden que no entienden”, el Rector y la UNAM deben de entender.
Deben de saber que siempre ha habido grupos de choque, que existen intereses absurdos que siempre intentarán desestabilizar, pero como autoridad es indispensable que tomen acciones concretas pronto.
comentarios