Libre en el Sur

EN AMORES CON LA MORENA / Entre AMLO y Trump

Claudia Sheinbaum tendrá que demostrar algo más que los incipientes resultados de García Harfuch contra el crimen organizado o los mexicanos, de aquí y de allá, pagaremos las consecuencias.

POR FRANCISCO ORTIZ PARDO

Donald Trump es real, como dice su perfil de X, con cerca de 99 millones de seguidores en el mundo. Y ya muy pronto Claudia Sheinbaum habrá de transparentar sus verdaderas capacidades o sus deficiencias como gobernante pero también las consecuencias de lo que ella misma destruyó o está en proceso de hacerlo, como nuestro sistema de Justicia, un andamiaje institucional insoslayable para hacer frente a cualquier embate desde afuera y encarar lo mismo que se le reprocha: un fracaso en la lucha contra el narco heredada por su antecesor, al que la mandataria se refiere todavía como “presidente Andrés Manuel López Obrador”, que además de ineficaz dejó el mayor número de asesinatos en un sexenio.

Cada palabra que de ahora en adelante lance contra sus opositores internos, acusándolos de un oportunismo poco nacionalista que favorece a Trump será, paradójicamente, un escupitajo al cielo. Cada negación de lo necesario que es el diálogo entre las diferentes expresiones políticas para enfrentar lo que viene, como si su soberbia pudiese fincarse en una votación propia frente al poder encarnizado de Trump, pasando ya de las amenazas a los hechos (como la suspensión inmediata de la CBP One, la aplicación para solicitudes de asilo desde México), será un arrinconamiento mayor.

Hasta ahora la Presidenta ha echado mano únicamente de recursos retóricos y no le conocemos a su gobierno la presumida capacidad para recibir a cientos de miles, tal vez millones de migrantes de regreso. Difícil saber si le causó risa, pero Trump al menos se dio el lujo de callarse cuando ella puso como escudo de Estado frente a él nuestro Himno Nacional; en realidad el controvertido presidente 47 de EU le tenía reservado para el lunes 20 de enero no solo un mensaje intimidatorio sino varias ordenes ejecutivas, entre las que está la “emergencia” con la que pretende sellar hasta con soldados la frontera con nuestro país.

Para expresar su solidaridad con los mexicanos indocumentados en Estados Unidos, en sus redes sociales Sheinbaum puso como presentación de su “mañanera del pueblo” del lunes, el día más fatídico de su joven mandato: “Como dice el Himno Migrante: verde, blanco, rojo lo llevo en las venas y nacimos con legado de grandeza”. Pero tan pronto Trump tomó posesión vino la urgencia de reunirse con su Gabinete de Seguridad en Palacio Nacional para saber qué hacer frente al Donald de carne y hueso.

A la presentación hace un mes del Himno Migrante por parte de la propia Sheinbaum, el rapero Bitrio Smoke lanzó el No Himno del Migrante, que se volvió tendencia en redes sociales: “Si no querían respuesta ya podrán tomar dos tazas, ésta la hice para aquellos que salieron de su casa por la falta de trabajo y la economía tan escaza, por la falta de salud y por todas las amenazas (…) Romantizan demasiado la tragedia de la gente, mejor vaya haciendo acuerdos con el nuevo Presidente”.

En su mensaje de “inauguración”, Trump anunció una orden ejecutiva “urgente” para impedir “de inmediato” el paso de más migrantes; y se dispone a dar vigencia al plan Quédate en México, que fue con el que Marcelo Ebrard, entonces canciller –tan abyecto a los caprichos de López Obrador como a los de Trump–, concedió sin chistar algo que ha provocado incluso la mofa del mandatario gringo. El “acuerdo”, aunque no lo acepte el gobierno mexicano, impondrá que los extranjeros no mexicanos permanezcan en territorio nacional mientras se resuelven sus procesos y juicios de legalización o asilo. “Ambos sabemos cumplir lo que decimos y hemos enfrentado la adversidad con éxito, le escribió López Obrador, en su calidad de virtual presidente electo, a Donald Trump, en julio de 2018. “Conseguimos poner a nuestros votantes y ciudadanos al centro y desplazar al establishment o régimen predominante”.

Ahora, la euforia dentro y fuera del capitolio ante un Trump que, retador, tomó el poder por segunda vez, es un signo anímico poco alentador para México. El magnate afirmó que los cárteles de la droga (no fue necesario que precisara que los cárteles mexicanos) serán considerados terroristas; y con ello volvió más probable algún tipo de intervención extraterritorial de su gobierno, así sea quirúrgica, para combatirlos. En ese caso de poco servirá cantar el Himno Nacional.

Miente mucho Donald Trump. Pero no lo hace cuando afirma que su elección dio al Partido Republicano más votos hispanos que nunca. Y tristemente también es cierto que el narcotráfico es hoy una amenaza para el Estado y la sociedad mexicanas. 

En su felicitación al mandatario republicano, Claudia Sheinbaum dijo que “como vecinos y socios comerciales, el diálogo, el respeto y la cooperación siempre serán el símbolo de nuestra relación”. El problema es que esa colaboración debe pasar por el desmantelamiento del fragmentado pero poderoso Cártel de Sinaloa y del Cártel Jalisco Nueva Generación y dejar de negar la producción de fentanilo en México, documentada por The New York Times. La tlalpense tendrá que demostrar algo más que los incipientes resultados de Omar García Harfuch contra el crimen organizado o los mexicanos, de aquí y de allá, pagaremos las funestas consecuencias.

En tremendo predicamento está Claudia Sheinbaum cuando no cuenta con la venia de López Obrador para terminar de dar abrazos a los delincuentes del crimen organizado. Y todavía falta ver lo que pueda revelar Ismael Zambada si llega a un acuerdo para colaborar con el gobierno estadounidense. Pero la Presidenta no tiene más opción que poner límites al mandamás tabasqueño frente a las deportaciones masivas, el riesgo de intervenciones estadounidenses para capturar a los capos y ver cumplidas las amenazas de imponer aranceles a productos fabricados en México. La Presidenta se enfrenta a la fuerza y legitimidad con la que ha regresado un Trump reloaded. Está cañón, dirían los chavos.

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