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FEBRERO LOCO… DE AMOR / ¿Amor o seguimiento de roles?

Quizá no buscamos una mitad perdida que nos complete, sino alguien que nos acompañe en nuestro camino como seres plenos y autónomos.

Los peluches, flores y chocolates, cargados de simbolismos asociados a lo “femenino”, posicionan a las mujeres como receptoras pasivas de atenciones materiales. Por otro lado, la ocupación de hoteles en esta fecha subraya la culminación romántica o sexual como un objetivo esperado.

POR MELISSA GARCÍA MERAZ

En el diálogo titulado El Symposium, Platón relata, en palabras de Aristófanes, un mito sobre la creación de la humanidad. Según este relato, en una época remota, la tierra estaba habitada por tres tipos de seres: hombres, mujeres y andróginos. Estos últimos, considerados los más fascinantes, eran hombres y mujeres a la vez. Con una forma redonda, cuatro brazos, cuatro piernas y dos rostros en una sola cabeza, podían desplazarse girando sobre sí mismos. Sin embargo, tras enfurecer a los dioses, Zeus los partió por la mitad, condenándolos a buscar eternamente su otra mitad perdida. Para Aristófanes, este mito representa el amor como una búsqueda desesperada de aquello que nos completa y nos hace perfectos.

Este relato resuena en nuestra cultura actual. La frase mexicana “encontrar nuestra media naranja” refleja la creencia de que somos incompletos hasta hallar a nuestra pareja ideal. Pero ¿es esto cierto? ¿El amor es realmente una búsqueda de aquello que nos falta, o son otras razones las que nos llevan a elegir compartir nuestra vida con alguien, o incluso optar por la soltería?

Febrero es un mes perfecto para reflexionar sobre estas preguntas. En México, el 14 de febrero celebra el amor y la amistad, y se convierte en un escenario para observar cómo los guiones de género tradicionales y modernos se manifiestan. El INEGI reflexiona sobre esta fecha anunciando el número de matrimonios y divorcios. Si bien, el porcentaje de divorcios aumenta año con año, lo cierto es que las personas siguen casándose o, en una alternativa más moderna, viviendo en unión libre. En esta época, también es cierto que las personas buscan pareja unos meses antes, quizás con el objetivo de permanecer solos en las festividades, mientras que, en los meses posteriores se da un mayor número de rupturas. Los hoteles también reportan ocupación máxima mientras que los restaurantes y centros nocturnos plantean la mejor forma de pasar una cena romántica. Además, las tiendas se llenan de corazones, flores y chocolates, mientras las relaciones parecen volverse transaccionales, reforzando dinámicas basadas en expectativas culturales.

Los guiones de género y el amor consumista

El Día del Amor y la Amistad nos recuerda cómo los guiones de género moldean las relaciones. Tradicionalmente, se espera que los hombres planifiquen la cita perfecta, compren regalos significativos y asuman los costos, mientras las mujeres valoran estos gestos como pruebas de afecto y compromiso. Estos roles, profundamente arraigados en la cultura mexicana, refuerzan una narrativa en la que el hombre es proveedor y la mujer receptora. Incluso en parejas del mismo sexo, estudios señalan que a menudo se replican dinámicas de género, adoptando roles masculinos y femeninos en función de expectativas culturales.

La literatura feminista, como la de Bell Hooks en The Will to Change: Men, Masculinity, and Love, señala que estas prácticas no solo perpetúan desigualdades, sino que también limitan la capacidad de hombres y mujeres para vivir el amor de manera auténtica. Hooks enfatiza que es esencial enseñar a los varones que sus vidas emocionales no deben estar vinculadas al privilegio ni a la dominación, abriendo paso a relaciones basadas en la reciprocidad y el respeto.

¿Qué papel juega el consumismo?

El mercado ha capitalizado estas dinámicas, reforzando la idea de que el amor se mide en términos materiales. Los peluches, flores y chocolates, cargados de simbolismos asociados a lo “femenino”, posicionan a las mujeres como receptoras pasivas de atenciones materiales. Por otro lado, la ocupación de hoteles en esta fecha subraya la culminación romántica o sexual como un objetivo esperado.

El impacto de estos guiones relacionados con las citas románticas, la seducción y la sexualidad es evidente en la manera en que conceptualizamos las relaciones en sí. Así, afectan la idealización de cómo hombres y mujeres creen que deben ser las relaciones. En muchos contextos, las mujeres son percibidas, incluso por ellas mismas, como personas que buscan una relación altamente idealizada, con todas las características que esta noción conlleva. Una mujer podría llegar a esperar que lograr “triunfar” en el amor, al entablar una relación con un hombre que cumple con estereotipos predefinidos, genere el respeto social y refuerce su propio sentido de autoestima. Sin embargo, teóricos han sugerido que el amor, cuando se aborda desde una perspectiva heteronormativa, puede también ser descrito desde un optimismo cauteloso, en el que las mujeres construyen sus identidades bajo la presión de las expectativas, normativas y guiones prescritos acerca de lo que se considera “comportamiento femenino” en las relaciones y lo que la sociedad espera de ellas dentro de estas relaciones. La función emocional y de mantener el equilibrio en la relación sigue siendo principalmente femenina, con las mujeres invirtiendo energía emocional en mostrar a los demás que han alcanzado la relación ideal.

Estas dinámicas, además de perpetuar estereotipos de género, también reflejan desigualdades económicas. No todos tienen acceso a participar en esta festividad bajo los términos impuestos por el consumismo, lo que refuerza diferencias de clase y limita la expresión del amor a quienes pueden permitirse cumplir con estos guiones.

Repensar el amor y la equidad

Sin embargo, algo está cambiando. Las nuevas generaciones muestran aspiraciones hacia relaciones más equitativas, cuestionando los roles tradicionales y promoviendo dinámicas basadas en la igualdad. Este cambio no es sencillo, ya que las narrativas ideales coexisten con prácticas culturales profundamente arraigadas. Pero febrero podría ser más que un mes de consumismo; podría convertirse en una oportunidad para reflexionar sobre cómo amamos y qué tipo de relaciones queremos construir.

Para trascender estas dinámicas, es crucial fomentar la educación emocional desde edades tempranas, no solo en las familias, sino también en las escuelas. Asimismo, debemos visibilizar modelos de relaciones que desafíen las normas tradicionales, mostrando que el amor auténtico no depende de roles rígidos ni de demostraciones materiales.

En última instancia, el mito de Aristófanes podría reinterpretarse: quizá no buscamos una mitad perdida que nos complete, sino alguien que nos acompañe en nuestro camino como seres plenos y autónomos. A medida que la sociedad evoluciona, es posible reimaginar el amor no como una búsqueda desesperada de lo que nos falta, sino como una experiencia compartida de crecimiento y equidad.


*Facultad de Psicología, UNAM.

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