Se estima que el Dark Side of the Moon, de Pink Floyd, ha vendido más de 45 millones de copias desde que apareció en marzo de 1973 (el tercero trabajo discográfico de todos los tiempos en ese rubro). Por 19 años, algo insólito, se mantuvo en la lista Billboard, a pesar de ser considerado una obra “conceptual”.
El guitarrista David Gilmour descifró parcialmente el éxito del álbum en que, a diferencia de los siete anteriores, éste tenía letras más directas. Sin embargo él mismo, a la salida del disco, había apostado con su representante Steve O’Rourke que no pasaría del número 10 de la Billboard.
Según la película que trata de la vida del líder de la banda Queen, Freddie Mercury, el jefe de la disquera EMI, que en este caso usa el nombre ficticio de Ray Foster, dudó de la efectividad comercial que pudiera tener la canción Bohemian Raphsody, que al final se convirtió en la obra cumbre del cuarteto británico.
Básicamente le parecía una locura lanzarla como el sencillo del disco cuando duraba más de siete minutos. Lo curioso es que apenas dos años antes Foster, que en la vida real se llamó Roy Featherstone, fue el hombre clave detrás del Dark Side of the Moon, que contiene tres canciones con una duración semejante, entre ellas las muy célebres Money y Us and them. Pues Rapsodia Bohemia es hoy la tercera canción más vendida de todos los tiempos (por si creían que lo era We are the champions, por ejemplo).
La duda sobre la veracidad o no de pasajes como el anterior vuelve ya efectiva esta cinta porque logra mantener vivo el mito. Y es que el objetivo de esas películas “basadas en hechos reales” no es el mismo que el del cine documental, que se concentra en descubrir verdades.
Es cierto sin embargo que el título Rapsodia Bohemia, la historia de Freddie Mercury, es engañoso: En realidad no desentraña ni lo uno ni lo otro. Dirigida curiosamente por dos directores, primero por Bryan Singer y luego por Dexter Fletcher, describe el proceso creativo de canciones emblemáticas pero se queda ahí. En Internet podemos encontrar páginas tan solo dedicadas a la polémica sobre el significado de la letra de Raposdia Bohemia, que en la película no se toca ni por asomo.
Sobre lo segundo, la peli se centra en el comportamiento público del personaje, y no se adentra en sus motivaciones de creación. Por ejemplo se ha dicho que el “Mama mia let me go” operìstico de Rapsodia Bohemia es una dedicatoria a quien fue su esposa, Mary Austin, justo en el momento en que el excelso vocalista había tenido su primera relación homosexual.
Por lo demás, Rapsodia Bohemia es una evocación que produce un sinfín de asociaciones para quienes vivimos tiempos distintos, cuando subir el volumen al aparato de sonido era un atrevimiento mayor, acaso un acto tanto liberador como enajenante, nuestra propia “imaginación al poder”. La cinematografía y recreación de los hechos es impecable.
Y la actuación de Rami Malek, magistral al lograr el personaje doble que es la “diva” en el escenario a la vez que el hombre sumamente retraído –incluso acomplejado– en vida privada. El rango va desde lo muy carismático, estrafalario y ególatra del rockstar (tal vez nunca será más exacto el término que en el caso de Mercury) hasta la persona más humilde, que reconoce sus errores y excesos que lo alejaron de la gente a la que más necesitaba.
La letra de la canción Rapsodia Bohemia reflexiona en su parte más traslúcida sobre los linderos de la fantasía y la realidad, y crudamente concluye que es imposible escapar de la segunda. Buen pretexto para considerar válido el mito del mito, si es lo que hay en la película. Que para realidades desastrosas ya tenemos muchas.
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