GEMMY CAVI
A unos años de que pasé a las filas del desempleo, y cuando yo decido qué hacer y cómo transcurrir mi tiempo, hay sin embargo un detalle que, aunque lo intento y en mi perturbada mente siempre está presente, no he logrado aplicar y llevar a cabo a plenitud.
Se trata de generar cambios en lo espiritual, dejando la otra parte de mí, que son bienes tangibles.
Para los conocedores o especialistas en el tema dirán que se trata del desapego material, aunque para otros es simplemente “desescombrar”. Es decir, hacer a un lado física y mentalmente lo que ya no se usa, no se recuerda que existe ya sea porque paso a no interesarte, o a ocupar un lugar insignificante en tu espacio o en tu vida.
Se puede hablar de “desescombrar”, perdón, del desapego material cuando conservamos recuerdos en cosas inanimadas y no somos conscientes de ello hasta que intentamos sacar “algo” que nos remonta a lo que vivimos con las personas o época en cuestión. Lo anterior explica que el apego es el significado y los recuerdos que le atribuimos a las cosas materiales.
Aunque pueda leerse o decirse fácil, el desescombrar (perdón, el desapego material) no es fácil. Como en todo, aunque no nos guste hacerlo, se tiene sus claves y/o sus reglas.
De acuerdo al portal www.sednasirio.com, lo primero es: no hay que postergar. Empieza hoy, por lo que sea, sencillo o lo que te parezca la tarea más titánica, pero la cosa es empezar.
La segunda es entrenarse deshaciéndote de lo que menos apego le tengas; la tercera es eliminar cosas personales como la ropa, objetos, regalos, libros, etcétera. No solo cacharros de cocina! ahí es donde está la verdadera liberación.
Todavía no se termina la lista, porque además hay que poner conciencia del acto. Donarlo a alguien que pueda ofrecer a ese objeto una segunda vida, cuando se hace cambia la idea de que se trata de algo inservible que hay que tirar a la basura, por algo que es valioso y por eso se regala.
La quinta clave es: no revisar lo ya revisado, porque se puede caer en la trampa de rescatar cosas.
Otra más, y en lo personal me movería fibras sensibles, es el de agradecer la historia, y la emoción asociada, las personas y el momento. “Conecta con la alegría y la gratitud y el acto de amor de soltar. Retener es apego. Si hay un vínculo con ese objeto y una persona querida, recuerda que el vínculo va más allá de ese objeto. El amor y el vínculo son eternos, el objeto no”, señala Sedna en su blog.
Pero no todo termina ahí, también hay que poner atención en los cajones desastres, en los que cualquier arqueólogo se sentiría como un niño.
Otro más es: Olvida los <por si acaso>. Si alguna vez requieres de algo similar llegará acorde al a tu «Tu mism@» de ese momento no a tu «yo del pasado».
Regla básica es también no rellenar huecos que has hecho, rápidamente. Disfruta del espacio antes de comprar algo nuevo y pregunta si lo necesitas.
Y finalmente, cuando termines con un armario, el cajón, el coche etcétera., apunta en una agenda una nueva fecha, pero no sólo de revisión, sino del inicio al apego espiritual. Esa parte que dejamos a siempre a un lado y que representa convicciones poseer valores y buenos comportamiento. Algunas veces, también significa tener un gran sentido humano de cercanía y de acogida; de meditación.
En la religión, de acuerdo al portal de vidanuevadigital.com; la espiritualidad significa, por lo general, creer en un ser superior; aceptar la trascendencia; acoger doctrinas, ideas y enseñanzas, así como instituciones, jerarquías, ritos y celebraciones. A su vez, está vinculada a la salvación, y quien profesa una religión, normalmente, participa en catequesis y actos cultuales.
Y aunque el tema del texto no era precisamente este, pero dejen contarles que es precisamente en el apego religioso donde pretendo afianzarme, más cuando ya me he liberado de otros muchos materiales.
En este caso, la historia o reseña tendrá que continuar…
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