Víctor Serge murió en Ciudad de México en noviembre de 1947, en el exilio, estaba por cumplir 57 años. Aunque oficialmente sufrió un ataque cardiaco, Vlady siempre sospechó que fue envenado por la policía secreta rusa
POR ERNESO LEE
Conocí al Maestro Vlady en noviembre de 2004. Al saludarnos por primera vez, me estrechó la mano firmemente, lo que delataba franqueza. Establecimos una conversación de inmediato.
Vladímir Kibalchich Rusakov, mejor conocido como Vlady (San Petersburgo, Rusia, 1920 – Cuernavaca, México, 2005), era un hombre que se movía al hablar y parecía no poder quedarse en un solo lugar. Lo recuerdo con su gorra, sus gafas y su camisa estilo campesino ruso. Gran dibujante, grabador, pintor de caballete y muralista, me contó sobre sus siguientes exposiciones.
En algún momento de la charla me preguntó: “¿Conoce usted a Victor Serge?” Le respondí que no, que no lo conocía. “No se preocupe -contestó-, ya lo conocerá”. Unos días después volvió a visitarme y me entregó un libro: “Memorias de mundos desaparecidos (1901-1941)” . . . de Victor Serge. El libro contiene una dedicatoria que dice: “Licenciado Li, muy cordialmente. Vlady”. (Una vez más, caí en la cuenta de que no es fácil tener un apellido que se escribe de una forma y se pronuncia de otra).
“Memorias” narra en primera persona la atribulada vida de Victor Serge, nacido en 1890 en Bruselas, Bélgica, de padres rusos. Este hombre vivió en una lucha constante a causa de sus ideales, en una Europa convulsionada. Fue un disidente ruso que sufrió incontables penurias y maltratos, hambre, prisión, deportaciones y el exilio, todo a causa de sus ideas y su personalidad revolucionarias. A lo largo de su vida, Serge escribió varios libros, solo unos cuantos pudieron sobrevivir a la censura o a la confiscación y destrucción.
Tengo la certeza de que el Maestro Vlady, al saber que un centro cultural lleva su nombre, esbozaría una sonrisa y recordaría a su padre.
“He pasado diez años, de un poco más de cincuenta, en diversos cautiverios, generalmente duros. Me han enseñado lo que hay de verdad en el aforismo paradójico de Nietzsche: “Todo lo que no me mata me hace más fuerte . . .” Nunca tuve bienes, casi nunca viví en seguridad. He perdido varias veces todas las cosas a las que tenía apego materialmente: libros, papeles y reliquias personales. En Bruselas, en París, en Barcelona, en Leningrado, en la frontera de la URSS, en París otra vez, dejé todo tras de mí -o todo me fue quitado. Eso me ha vuelto indiferente a las cosas materiales sin desalentarme para nada.”
Víctor Serge murió en la Ciudad de México en noviembre de 1947, en el exilio, estaba por cumplir 57 años. Aunque oficialmente sufrió un ataque cardiaco, se dice que Vlady siempre sospechó que fue envenado por la policía secreta rusa . Victor Serge era el padre de Vlady.
El Maestro Vlady me dijo que me invitaría a conocer su estudio. Nunca pudimos concretar la visita. Murió en noviembre de 2005, en la ciudad de Cuernavaca, donde había pasado los últimos años de su vida.
Hoy, en el número 63 de la calle de Goya, en la colonia Insurgentes Mixcoac, se encuentra el Centro Vlady. Inaugurado en 2007 en honor del artista de quien lleva el nombre, en una antigua casona rústica del barrio de Mixcoac, el Centro Vlady, adscrito a la Universidad Autónoma de la Ciudad de México, tiene como misión la preservación y difusión de la obra del Maestro Vlady, pero también es un espacio abierto al público para exposiciones y diversas actividades culturales.
Tengo la certeza de que el Maestro Vlady, al saber que un centro cultural lleva su nombre, esbozaría una sonrisa y recordaría a su padre.
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