Libre en el Sur

Delincuencia organizada y autodefensas

“Vivimos un estado fallido, en el que los carteles, son organizaciones terrroristas que pretenden quitarle al Estado el control sobre sus territorios…”

POR NANCY CASTRO

MADRID. Hace 18 años que se declaró en México la guerra contra el narco, y hemos aprendido a vivir acompañados de esta violencia, normalizamos hablar de muertes, desapariciones al grado de banalizar. La violencia es un cáncer que ha hecho metástasis en todo el país, se descompone el tejido social, esto no es la causa sino el efecto de la delincuencia y de la impunidad. Toda mafia se sustenta en tejido social. Pero ¿alguna vez hubo un tejido social compuesto?  ¿Dónde radica el problema de la ingobernabilidad, en la ineficacia del estado de derecho o en la ineficacia del sistema judicial?

Vivimos un estado fallido, en el que los carteles, son organizaciones terrroristas que pretenden quitarle al Estado el control sobre sus territorios; y en la medida que se siga pensando que todo está bien, o se les ignore, seguirá habiendo impunidad y en la misma medida crecerá la violencia y los grupos criminales seguirán creciendo.

La incapacidad de las autoridades de garantizar la seguridad en buena parte del país, unida al abandono institucional, ha llevado a grupos de ciudadanos a organizarse y armarse con el fin de garantizar su seguridad, tanto la propia como la de la comunidad a la que pertenecen.

Ante un país cansado de abusos, de políticos corruptos y la impunidad de seres humanos que roban la paz y salud de personas inocentes se vislumbra un pequeño rayo de luz: El 24 de febrero del 2013, aparecen por primera vez los grupos de Autodefensa en los municipios de Buenavista y Tepalcatepec, Michoacán. Junto a otros agricultores, Hipólito Mora,  se levantó en armas  contra los Caballeros Templarios, una combinación de credo sectario y productores de metanfetamina que se dedicaban también a extorsionar a agricultores y comerciantes de Michoacán  —este grupo que se separó del cartel la familia michoacana— era la organización criminal dominante en el estado de Michoacán, un lugar estratégico para la producción y tráfico de drogas.

Cuando las exigencias de los mafiosos no se cumplen desencadenan una belicosa rabieta. La población queda paralizada esos días, después se vuelve a retomar la vida pero nada es igual ni lo será…”

Hipólito, ante la frustración de ver como esta banda extorsionaba mediante “cuotas” a manera de inspectores del orden público, cobraban por disturbios: si alguien se pasaba el alto en la vía pública, si los agricultores tenían problemas entre ellos, si alguien echaba balazos al aire, merecía una sanción de 25 mil pesos. En una entrevista que le hicieron en 2014 recuerda cómo inició con las Autodefensas. Un día por pura provocación lanzó balazos al aire, porque sabía que ante el uso de una arma, los de esta agrupación a cualquiera sancionaban, se quedó a esperarlos en la plaza del pueblo pero nadie llegó. Le dijo a uno de sus vecinos que pronto se acabaría esta situación de abusos, porque a los agricultores y trabajadores de cosecha de limón y aguacate les quitaban su parcela y  decidían sobre la vida y  actividad económica del pueblo , este señor le contestó, ¿quién va a poder con ellos? “Va a aparecer un loco que no les tenga miedo” contestó con la firme promesa de ser ese loco. Junto a otros agricultores, Mora se levantó en armas contra los Caballeros Templarios y lograron expulsarlos de sus tierras.  El enfrentamiento  cruento necesitó de la intervención del Gobierno. Después vinieron otras células delictivas, y algunos de los integrantes de las autodefensas cambiaron de bando al de la delincuencia, pero la consigna del movimiento de autodefensas continuó en pro de la gente, luchando por sus tierras, propiedades y fuentes de trabajo.

Vinieron tiempos de amenazas, de enfrentamientos. Ahora con los Viagras en el territorio  bajo amenazas y atentados de los mismos, el 29 de junio Hipólito cayó en una emboscada en la Ruana, dicen que fueron mil casquillos, media hora de tiroteos, la camioneta blindada que le había otorgado el Gobierno y los escoltas, de nada sirvieron. Le prendieron fuego, lo mataron. Lo supo siempre, supo quién lo mataría, dejó una nota póstuma “Solo quiero que mi muerte no sea en vano,  que los michoacanos que todos presumimos bravura, seamos valientes una vez y acabemos con este mal que nos tiene en el suelo”

Detrás de una muerte tan terrorífica y con tanta saña ¿cuál es el mensaje y a quién va dirigido?

Es 2023 y son 12 las células delictivas que se autodenominan como los jefes y amos de Michoacán: Cartel Jalisco Nueva Generación, los Viagras, los Caballeros Templarios, la Familia Michoacana, carteles unidos entre otros, los que controlan el paso de precursores químicos para la producción del fentanilo que llegan al puerto Lázaro Cárdenas. Así como la producción de aguacate y limón.

La zona de Guerrero nuevamente reciente la disputa entre grupos criminales, desde principios de mes una movilización da cuenta de lo que desde décadas atrás ha convertido el estado en tierra de nadie.

Alrededor de 5 mil habitantes de Chilpancingo y los municipios aledaños de Quechultenango, Mochitlán y José Joaquín de Herrera desbordan a elementos de la policía estatal y de la Guardia Nacional, toman un vehículo blindado de la primera corporación y embisten contra el palacio de gobierno de Guerrero, además de invadir otros edificios gubernamentales. Tales actos tuvieron como propósito exigir que se ponga en libertad a dos cabecillas de la delincuencia organizada que fueron detenidos la semana pasada en posesión de drogas y armas.

El 23 de junio, fueron localizados los cuerpos de siete personas, junto a los cuales una cartulina rezaba: “saludos, presidenta Norma Otilia, sigo esperando el segundo desayuno que me prometiste después de venirme a buscar”, en referencia a la edil de Chilpancingo, la morenista Norma Otilia Hernández. El miércoles pasado, se filtró una grabación en la que la aludida conversa con Celso Ortega Jiménez, líder de Los Ardillos, uno de los grupos criminales más fuertes del estado.

La violencia tiene cuatro marcas conocidas, los Ardillos y la Nueva Familia Michoacana, Los Tlacos y los Jaliacos, bandas que se disputan no solo el narcotráfico y el menudeo de drogas, sino otros negocios y el poder político. Cada vez adquieren mayor poder político y se disputan las fuentes económicas, no sólo el precio de la tortilla, insumos de la canasta básica, hace un año la guerra del pollo en la que dispusieron de la producción y distribución del pollo, explotación de las minas de la zona de Guerrero.

Finalmente es difícil desentrañar la maraña que forman el narco, los políticos, el pueblo y los reclamos de cada uno. Cuando las exigencias de los mafiosos no se cumplen desencadenan una belicosa rabieta. La población queda paralizada esos días, después se vuelve a retomar la vida pero nada es igual ni lo será.

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