Echan cemento sobre las raíces de Laureano

Cemento sobre las raices de Laureano. En plena faena, esta tarde. Foto: Libre en el Sur.
Constata Libre en el Sur colado de plancha de cemento la tarde del miércoles sobre el predio donde se ubican las raíces del árbol centenario.
STAFF /LIBTE EN EL SUR
A simple vista, sobre el número 48 de la calle Miguel Laurent, en la colonia Tlacoquemécatl, Alcaldía Benito Juárez, cuelga un anuncio blanco que anuncia la intención de construir. Pero lo verdaderamente preocupante está en el suelo: no se trata de un lonero, ni de una barda, ni de un techo. Es una plancha de concreto.
Ahí se exhibe que se trata de la Manifestación de Construcción Tipo “B”, No. FABJ-0073-21, con Prórroga a Manifestación de Construcción Tipo “B”, No. FABJ-0226-24, expedida el 15 de octubre de 2024 y vigente hasta el 15 de octubre de 2027.
El documento consigna como propietario al Banco Ve por Más S.A., Institución de Banca Múltiple, Grupo Financiero Ve por Más Fideicomiso 1368.
Director Responsable de Obra (DRO): Ing. Gerardo José Trinidad Rojas Espinoza, No. 1045
Consultoría, Dictamen Urbano y Ambiental (CDUyA): Arq. Guadalupe Esther Lara Domínguez, No. 0183
Corresponsable en Instalaciones (CI): Ing. Pablo Zapiain Lechuga, No. 0112
Todo, aparentemente en regla. Todo, perfectamente impreso. Todo, perfectamente diseñado para cumplir con la legalidad de los expedientes… pero absolutamente ajeno a la realidad viva que se extiende bajo el suelo que están sellando.
Porque lo que no se escribe en esa manifestación —ni se menciona en ningún plano— es que en ese predio, y extendiendo sus raíces mucho más allá de donde se atreven a trazar líneas arquitectónicas, está Laureano, el laurel de la India cuya copa es emblema y cuya vida está íntimamente ligada a ese suelo.
Y es que, a pesar de los amparos, los supuestos compromisos de las autoridades capitalinas y la promesa de Salomón Levy, director de Núcleo Urbano, la tarde de este miércoles albañiles estaban extendiendo una plancha de concreto en el predio aledaño al árbol. No es barda ni techo: es una plancha, un piso, una superficie rígida que significa sellar la tierra y bloquear la respiración natural del subsuelo, lo que es una de las formas utilizadas por los depredadores inmobiliarios para matar a los árboles que les estorban.
El firme de cemento cubre ya más de la mitad del terreno.
Libre en el Sur pudo constatar que a las 17 horas de este miércoles albañiles golpeaban y vertían cemento fresco para construir la plancha. Justo en el sitio que el movimiento #SalvemosALaureano exige que se convierta en un parque vibracional y un huerto, en lugar de un edificio de lujo que amenaza no solo con borrar la memoria verde del barrio, sino con sepultar bajo toneladas de concreto las raíces de Laureano.
La imagen aquí publicada,, que fue captada a las 17:16 de este mismo día, lo prueba.
Como Libre en el Sur ha publicado en diferentes ocasiones, expertos de Estados Unidos y México afirman que las raíces de un laurel de la India se pueden extender hasta el triple del diámetro de su copa, lo que en el caso del predio en cuestión podría abarcar gran parte de su extensión tanto a lo largo de la colindancia con la calle Fresas como con Miguel Laurent.
Nadie dice en esa manifestación que un árbol monumental como Laureano no es solo un tronco clavado en la tierra. Que su existencia se sostiene en un sistema radicular que puede extenderse hasta tres veces el diámetro de su copa. Que cualquier cimentación, sótano, muro de contención o simple plancha de concreto puede asfixiarlo, cortarle el agua, fracturarle las raíces y firmar, en silencio, su sentencia de muerte.
Hoy, el cartel en Miguel Laurent #48 es la prueba palpable de la doble cara de la legalidad urbana en la Ciudad de México: por un lado, los números, nombres y registros que pretenden avalar el cemento; por el otro, la amenaza latente de desaparecer a Laureano y con él, parte de la identidad verde de Tlacoquemécatl.
Mientras tanto, las autoridades ambientales parecen satisfechas con el cumplimiento de los trámites, pero no con la protección real del patrimonio arbóreo. En Benito Juárez, cada nuevo desarrollo presume ser “de lujo”, aunque su verdadero precio lo pague el aire, la sombra, la fauna y los vecinos que resisten la depredación disfrazada de “progreso”.
Porque sobre el papel, todo está permitido. Pero sobre la tierra —esa tierra que sostiene a Laureano— la herida sigue abierta y supurando.
Y no hay lona blanca ni manifestación tipo “B” que pueda ocultar que cada centímetro cúbico de cemento vertido ahí es, también, un golpe mortal contra el derecho de esta ciudad a respirar.