Según refieren las crónicas, las cabezas fueron paseadas por toda la ciudad capital de Guanajuato, principalmente por la parte norte, previo a ser puestas en jaulas de acero y colgadas con ganchos en el lugar asignado a cada uno, en donde permanecieron expuestas hasta 1821, hace justo 200 años…
POR REBECA CASTRO VILLALOBOS
El pasado domingo, 29 de agosto, la Iglesia Católica recuerdó la decapitación de San Juan Bautista, conocido por muchos como “El Precursor de Cristo”. En estos meses de pandemia, en una serie de Neftlix conocí con un poco más de detalle la historia de ese Santo, sin dejar de sentir horror de la forma en que este personaje bíblico fue muerto por órdenes de Herodes, influenciado por su concubina Herodías.
El suceso me hace reflexionar y recordar que este Septiembre, el mes popularmente patrio, fue también protagonista en mi opinión de sucesos escalofriantes, como el acontecido en la Alhóndiga de Granaditas, donde se registró una masacre de familias inocentes que se albergaban en su interior, amén de que posteriormente se colocaron en cada esquina del edificio, las cabezas de los héroes insurgentes Miguel Hidalgo, Juan Aldama, Ignacio Allende y José Mariano Jiménez.
Según refieren las crónicas, las cabezas fueron paseadas por toda la ciudad capital de Guanajuato, principalmente por la parte norte, previo a ser puestas en jaulas de acero y colgadas con ganchos en el lugar asignado a cada uno, en donde permanecieron expuestas hasta 1821. O sea este 2021, el catorce de octubre para ser más exactos, se cumplen 210 años de tan horrendo evento. Como se sabe, Miguel Hidalgo fue fusilado después que Aldama, Allende y Mariano. Todos en Chihuahua, para posteriormente enviar sus cabezas a Guanajuato.
Oriunda de esta localidad, no puedo imaginar tan terrorífica escena, pensando en la población de aquella época al observar las cabezas que lentamente fueron descarnadas en los trece años que estuvieron exhibidas en ese edificio, como una forma de intimar al pueblo para no rebelarse más.
Ahora convertido en Museo Regional, el sitio es muy visitado por propios y extraños, pero los guías de turistas omiten referir muchos detalles de tan macabro acontecimiento, salvo señalar las placas que ahora se encuentran en las esquinas.
En una declaración del cronista de la ciudad, Eduardo Vidaurri, emitida al portal de Telediario Bajío, las cabezas fueron un “castigo ejemplar” para imponer el mando del virreinato para que la lucha de independencia terminara de una vez por todas.
“Los cuatro principales caudillos insurgentes en un acto de un castigo ejemplar o de un susto ejemplar a la sociedad, las autoridades virreinales deciden cortarles la cabeza y que esas cabezas tienen que ser transitadas por todos los puntos por donde habían pasado todos estos corifeos de la libertad”, platicó Vidaurrí Aréchiga.
No fue hasta la consumación de la Independencia que las cabezas fueron trasladadas al panteón de San Sebastián, también en la capital guanajuatense. Más adelante fueron llevadas a la Catedral de la Ciudad de México y luego fueron exhumadas para depositarse finalmenter en la columna de la Independencia, conocida como El Ángel.
Escenario de aniquilamiento.
La Alhóndiga de Granaditas, inmueble de estilo neoclásico y fachada sobria, iba a estar destinado a funcionar como bodega de grano, empero al estallar la guerra sirvió de refugio a las tropas realistas defensoras del dominio español, pero también albergue de muchas familias, quienes sin deberla o temerla, fueron masacradas.
Para lo anterior la historia nos narra la participación de Juan José de los Reyes Martínez, mejor conocido como “El Pípila”, quien un 28 de septiembre, con una loza en su espalda para protegerse de las balas y con antorcha en mano quemó la puerta principal del inmueble para que el ejército insurgente pudiera entrar.
Es la razón que cada año, con excepción del 2020 y creo suponer este 2021 por la pandemia, se realiza en la Alhóndiga una renovación del fuego simbólico de la libertad. Ese mismo día se efectúa uno de los más grandes desfiles que se llevan a cabo en el Estado de Guanajuato, con la participación de representantes de los 46 municipios, dependencias estatales, federales y organismos no gubernamentales así como asociaciones civiles.
En la época del Segundo Imperio mexicano, Maximiliano de Habsburgo dispuso que este lugar fuera una cárcel para después, en 1958, pasar a ser Museo en cuyo acervo dicen los que saben se encuentran nueve mil 275 piezas de gran valor histórico y cultural. Entre otras, me entero que los ganchos donde al inicio colgaron las cabezas de los próceres están guardados en el interior del histórico monumento.
He de confesar que en lo que en este texto refiero, no me había percatado. Y eso que fueron varias las ocasiones que ya sea en excursión escolar, para acompañar a visitantes y familiares o como reportera o invitada asistente a la celebración del Grito de Independencia por las autoridades municipales que se realiza en el exterior del inmueble ante una abarrotada plaza para dar paso a un brindis en el interior.
@FOBIA44
comentarios