POR FERNANDA BAYARDO SALIM
En el marco del segundo informe presidencial, no hay un solo resultado que valga la pena presumir. Si no hay un cambio de rumbo pronto, nos esperan los peores 4 años de cualquier presidente mexicano en lo que va del siglo XXI.
Con la peor caída de la economía de la historia, una crisis de salud desbordada que ha costado miles de vidas y la incapacidad del gobierno de López Obrador, el “escenario catastrófico” que vislumbraba Hugo López Gatell hace apenas 2 meses, se ha vuelto algo peor.
The Economist, uno de los medios especializados en finanzas más prestigiados del mundo, calcula que será hasta 2025 cuando la economía mexicana se recupere al nivel en el que estábamos antes de la pandemia. Para ese entonces, serán 5 años de crecimiento perdido; el sexenio de López Obrador habrá terminado y con él, su fallida transformación.
La pandemia sin duda cambió la forma de gobernar en el mundo y nadie le ha avisado a López Obrador. Sin embargo, ni lo entiende ni le importa. Tristemente, el presidente lleva casi dos años ensimismado en su Palacio y ha perdido la conexión con los problemas nacionales y globales, aferrándose a un proyecto de nación retrógrada y sin rumbo.
En uno de los países más peligrosos para la prensa y las personas defensoras de derechos humanos, el presidente se dedica a agredir a periodistas y organizaciones desde el púlpito presidencial; destina carretadas de dinero público a proyectos del siglo pasado, como las refinerías y el uso del carbón para generar electricidad y se ha convertido en el principal defensor de los actos de corrupción en su administración.
En casi 2 años de gobierno, López Obrador ha profundizado la desigualdad social que pretendió combatir y ha desmantelado las instituciones y los programas que no le sirven para obtener votos, como fueron las estancias infantiles o los refugios para las mujeres víctimas de violencia.
Su gobierno no ha hecho nada para escuchar a las víctimas de nuestro país. Ni para apoyar a los millones de pequeñas y medianas empresas que desde que inició la pandemia exigieron su apoyo. Ni para garantizar un ingreso para todas las personas que perdieron su empleo. No hay ni una pizca de solidaridad ni empatía para ninguno de ellos.
En el momento más crítico de nuestra historia reciente, el presidente más humanista decidió dejar a su suerte a todos los mexicanos, convirtiéndose en el peor presidente, en el peor momento para nuestro país.
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