POR MARCO ANTONIO ROMERO SARABIA
Primer informe Constitucional. Tercer informe al pueblo de México. El primero, a los cien días del mandato. El segundo, al año de la victoria. Una cosa tan sencilla de entender terminó colocando a los conservadores al borde del delirio. Como cada semana. Como cada día.
Pero vayamos a lo importante. A nueve meses de tomar protesta como Presidente de todos los mexicanos, Andrés Manuel López Obrador y su gobierno tienen importantes logros que se han conseguido en poco tiempo, y a pesar de la infame herencia que dejó el periodo neoliberal.
Aumento del salario mínimo, apertura de centros educativos, creación de empleo, y principalmente, una cobertura sin precedentes de apoyos sociales a jóvenes y adultos mayores a través de programas como Jóvenes Construyendo el Futuro y las pensiones universales, solo por dar un ejemplo.
Además, se redujeron los salarios excesivos que existían en el servicio público y a diario se lleva a cabo una cruzada titánica con el fin de acabar, de tajo, con la corrupción.
No es gratuito que por ello, y como lo señala el Presidente, la oposición se encuentra moralmente derrotada. Sin una alternativa de país. Sin un proyecto. Sin ideas. Lo único que hay son individuos aislados furibundos cuya única función es rechazar cualquier planteamiento que surja desde el Ejecutivo. No son oposición, son reacción.
La reacción, por fortuna, padece de una grave disonancia cognitiva. La realidad, el México profundo, es muy distinto a ellos. Según las mediciones de aprobación, López Obrador llegó a su informe con un 70% de respaldo. La gente confía en la Cuarta Transformación, a pesar de que los retos sean tan grandes y tan dolorosa sea la realidad que dejaron los políticos del viejo régimen. El pueblo no es tonto.
Tonto es el que cree que el pueblo es tonto. Y mientras millones de mexicanas y mexicanos sigamos impulsando día tras día la transformación del país, más tranquilos podemos estar de que pronto, muy pronto, este país habrá de ser otro. Por lo pronto, México ya cambió. Y nadie ni nada podrá detener el cambio.
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