Ciudad de México, mayo 2, 2025 19:53
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De exigir perdón a pedir pasaporte español: la contradicción de Beatriz Gutiérrez Müller

Su abuelo paterno nació en Rodiezmo, Villamanín, en Castilla y León

Para obtener la nacionalidad española, Gutiérrez Müller deberá suscribir —por escrito— su lealtad al rey al que se le exigió rendirse ante la historia mexicana.

La esposa de Andrés Manuel López Obrador aparece en fotos en el lugar preciso donde se tramita la nacionalidad española: La oficina Económica y Comercial, en Polanco.

STAFF / LIBRE EN EL SUR


La historia no solo tiene memoria: a veces también cobra factura. Y en política, la coherencia no es un lujo, sino una prueba de autenticidad. Por eso ha causado tanto revuelo que Beatriz Gutiérrez Müller, esposa del expresidente Andrés Manuel López Obrador y figura clave en la exigencia de una disculpa de España por la conquista, haya solicitado la nacionalidad española.

El columnista Salvador García Soto lo dio a conocer que Gutiérrez Müller acudió personalmente a la Embajada de España en la Ciudad de México el miércoles 30 de abril, a las 10:30 de la mañana, para iniciar su trámite. La información fue replicada por SDP Noticias, Info7 y La Otra Opinión, citando fuentes diplomáticas que confirmaron el hecho.

La solicitud no sería relevante si se tratara de una ciudadana más. Pero Gutiérrez Müller no fue una figura menor durante el sexenio. Fue la emisaria elegida por el presidente para llevar a Europa la carta en la que se exigía al rey Felipe VI que ofreciera disculpas formales por los abusos de la conquista. En esa narrativa, ella ocupó un papel de protagonista. Ahora, esa misma persona busca integrarse legalmente a la nación a la que se le reprochó no haber pedido perdón.

Y la contradicción va más allá del plano político o moral. Es también legal. Según el artículo 23 del Código Civil español, toda persona que desee adquirir la nacionalidad debe firmar una declaración de fidelidad al rey de España y de obediencia a la Constitución y a las leyes. No se trata de un acto ceremonial frente al monarca, pero sí de un compromiso jurídico ineludible. En otras palabras: para obtener el pasaporte, Gutiérrez Müller deberá suscribir —por escrito— su lealtad al mismo jefe de Estado al que se le exigió rendirse ante la historia mexicana.

Hasta ahora, no se ha informado por qué vía legal está tramitando la nacionalidad. Las opciones que contempla la legislación incluyen la residencia legal por al menos dos años para ciudadanos iberoamericanos, el matrimonio con un ciudadano español, la ascendencia directa de ciudadanos españoles o la obtención por carta de naturaleza. También existe la vía de la Ley de Memoria Democrática para descendientes de exiliados.

Podría serlo, en todo caso, por el apellido paterno, Gutiérrez. Aunque su padre, Juan Gutiérrez Canet, nació en México, su abuelo, Agustín Gutierrez Arias, sí nació en Rodiezmo, Villamanín, provincia de Léon, en Castilla y León, en España.

Los abuelos maternos de Beatriz Gutiérrez Müller fueron Adolfo Marcelo Müller Oliphant y Bertha Elvira Bentjerodt Becker. Adolfo nació en Ciudad Juárez en 1897, hijo de Walter Carl Müller, inmigrante alemán, y de Nora Frances Oliphant, de ascendencia irlandesa. En la década de 1930 se estableció en Chile, donde introdujo la técnica de la serigrafía, contribuyendo al desarrollo de la industria gráfica y textil en ese país.

Bertha Elvira Bentjerodt nació en Valdivia, Chile, y era bisnieta de Georg Eduard Gottlieb Christian Bentjerodt Lobert, inmigrante alemán que llegó a Chile en 1852. Bertha y Adolfo se casaron el 9 de febrero de 1939 en Valdivia. De esta unión nació Nora Beatriz Müller Bentjerodt, madre de Beatriz Gutiérrez Müller, quien nació en 1935 en Valdivia y falleció en 2018 en Puebla, México.

En las fotos que circulan en redes sociales, Beatriz Gutiérrez Müller aparece en el exterior de la Oficina Económica y Comercial –donde efectivamente se realizan los trámites para para las opciones consideradas en la Ley de Memoria Democrática– un edificio que está en contraesquina de El Palacio de Hierro de Polanco, en Moliere, y no en el Consulado de la calle de Galileo. Este dato confirma también que la esposa del expresidente acudió a realizar los trámites de nacionalidad.

El silencio en torno al tema por parte de Gutiérrez Müller ha alimentado la incongruencia. Porque la decisión de nacionalizarse española no es un trámite cualquiera. Es una acción que contrasta con años de narrativa oficialista marcada por el rechazo a “lo colonial”, por la exaltación del “decoro republicano” y la denuncia de las “élites extranjerizantes”.

Durante el sexenio de López Obrador, se descalificó con frecuencia a quienes estudiaron en universidades europeas, a los que tenían doble nacionalidad, a los que residían en el extranjero. Gutiérrez Müller no solo respaldó esa visión: fue una de sus figuras más visibles.

Hoy, al solicitar el pasaporte español, cruza una línea que ella misma ayudó a trazar. Y la línea no era migratoria, era simbólica.

El pasaporte español no es solo un documento. En este contexto, representa una inversión de valores. Es la metáfora del viraje, la postal de una narrativa que ya no sostiene su propio peso. Porque no se puede pedir un perdón solemne y luego, sin dar explicaciones, firmar fidelidad al mismo rey al que se quiso exigirlo.

Gutiérrez Müller puede tener razones personales o profesionales. Está en su derecho. Lo que no puede tener —sin que lo notemos— es una doble moral.

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