La de Micha es una gran historia porque esa gatita unió a varias mujeres con un objetivo común que era su bienestar.
POR ITZEL GARCÍA MUÑOZ
“Las personas que aman a los gatos tienen algunos de los corazones más grandes que existen”, Susan Easterly.
Si hay algo que aprendí y heredé de papá fue el amor y respeto por los animales. En mis recuerdos, suelen aparecer aquellos momentos donde rescataba toda clase de animales, incluyendo abejas y catarinas.
Honestamente soy amante del mundo canino y no era muy fan de los mininos hasta que llegó a merodear mi calle una hermosa gatita blanca con ojos azules a la que mis vecinas Daniela, Laura, Mónica y una servidora llamamos la Micha, quien poco a poco fue conquistando nuestros corazones.
Durante todo el tiempo que Micha vivió en nuestra calle aprendí muchas cosas del mundo gatuno, por ejemplo que las gatas y gatos consideran el lugar donde se alimentan o son alimentados como su hogar. Así, pese a la molestia de algunas personas, la calle de Andrea del Sarto en Mixcoac se convirtió en su hogar. Micha solía maullar todos los días entre las seis y siete de la mañana y en la tarde noche para que alguien le diera de comer; y con el pasar de los dìas, Micha se acercaba y ronroneaba buscando un poco de cariño pero imposible intentar cargarla o agarrarla porque de inmediato soltaba un zarpazo. Inclusive Daniela, quien tiene un negocio de comida rápida en la misma calle, confeccionó un hermoso sillón acojinado donde la gatita descansaba después de comer una o dos alitas de pollo en ese establecimiento. Formamos una red vecinal a través de la cual estábamos pendientes de que la Micha merodeara la calle cada día de la semana.
Una de nuestras principales preocupaciones era que Micha no estaba esterilizada, nos tocó verla cargada un par de ocasiones aunque el veterinario que finalmente la esterilizó antes de ser adoptada aseguró que en su corta vida Micha había procreado unas seis camadas de 5 gatitos, treinta en total. Por ello, nos pusimos de acuerdo para capturarla, tarea que no fue nada sencilla porque Micha tenía mucha experiencia en el arte del escapismo. Frente a varios intentos fallidos, un día logramos que una unidad de rescate la capturara. Sin embargo, a los pocos días de estar en el refugio, y sin haber sido esterilizada, Micha desapareció, y a ciencia cierta no sabemos si se escapó de la jaula donde estaba o si alguien del refugio la dejó salir.
En ese entonces todas estábamos muy enojadas y frustradas, además de preocupadas porque el refugio se encuentra en la Colonia Portales, algo lejos de la zona en la que MIcha vivió a lo largo de sus dos cortos años de vida. Sin embargo, decidimos emprender la búsqueda colocando carteles en la zona y anuncios en las redes sociales. Ninguna de nosotras estaba dispuesta a resignarse. Así, mis vecinas y yo vivimos un par de semanas de mucha angustia, frustración y enojo. A pesar de ello toda esa energía y esfuerzo rindió frutos ya que Micha apareció cerca de la Cineteca Nacional México que se ubica en Coyoacán.
Con el objetivo de evitar que se moviera de esa zona, Laura, Mónica y Daniela iban a buscarla todos los días en la mañana, en la tarde e incluso en la madrugada para darle de comer. Para ello, también contamos con el apoyo de una vecina de la zona.
Al poco tiempo, hubo varios intentos frustrados para atraparla ya que ni las gotas ni las pastillas producían efecto alguno en la gatita. Finalmente, fue capturada con un dardo, operada, vacunada y entregada a Daniela, su nueva dueña.
Estoy convencida de que la de Micha es una gran historia porque esa gatita unió a varias mujeres con un objetivo común que era su bienestar. Ninguna de las cuatro estuvimos dispuestas a resignarnos a que Micha siguiera viviendo en la calle, y, en segunda instancia, al hecho de que se había escapado del refugio.
Además, lo que sucedió con la Micha me hizo recuperar la fe en las personas en una sociedad terriblemente individualista, donde las causas colectivas no generan empatía en la mayoría de la población. Durante este tiempo descubrí que todavía hay buenas personas, personas que están dispuestas a luchar, contra viento y marea, para rescatar a un animalito y colocarlo en buenas manos. Hoy en día el hogar de Micha es la casa de Daniela, un refugio donde Micha recibe mucho cariño y todas los cuidados que un felino requiere.
Constantemente pienso en que al igual que muchos animalitos, la Micha es una gatita noble, leal, cariñosa, y agradecida, y en que si todas las personas fuéramos un poquito como ella, este país y el mundo serían muy distintos.
Ojalá este relato sirva para que dejemos a un lado la indiferencia, la falta de generosidad y de amor al prójimo. Finalmente, quiero agradecer a mis vecinas y a todas las personas que nos apoyaron en su rescate, gracias por hacer de la calle Andrea del Sarto un mejor lugar para vivir. Y gracias Micha por acariciar nuestros corazones con tus maullidos.
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