“Empecemos por nosotros mismos y en nuestro hogar ahorrando el agua al bañarnos, al hacer limpieza, al preparar los alimentos, lavar los platos y la ropa”.
Inicia la primavera y quedan aún dos largos meses para que termine la temporada de estiaje y ya falta el agua potable para el consumo humano. Ello independientemente de que quince millones de mexicanos no tienen acceso a su consumo, y de los cuales dos millones habitan en la capital del país y el resto de olvidados en zonas rurales.
El problema que nos viene es mayúsculo –como lo advirtieron en el día mundial del agua, algunos científicos y administradores del valioso y vital líquido–, tan así que el Ejercito mexicano y autoridades de Conagua, iniciarán el bombardeo de nueves para evitar la escasez del líquido en el centro de la república.
Si a ello agregamos que las presas del sistema Cutzamala, que dota de agua a la sedienta ciudad de México, se encuentra a menos del 50 por ciento de su capacidad de almacenaje, lo que nos viene será un cuento de terror, del estilo de H.P Lovecraft, Los Horrores del Agua.
La Organización Mundial de la Salud ha señalado que cada ser humano requiere diariamente 100 litros de agua al día para poder satisfacer sus necesidades de ingesta y limpieza. Los médicos recomiendan beber dos litros al día, mientras los ecologistas suplican porque el baño no sea de más de cinco minutos. Para quienes gozan de este gran recurso el consumo asciende hasta 380 litros por habitante, lo que es un exceso que hay que moderar.
Los expertos sobre el tema apuntan a que ya estamos inmersos en una crisis hidráulica de enormes proporciones. Basta decir que un cuarto de la población mundial, habita en lugares casi desérticos, y pese a utilizar todos sus recursos tecnológicos, el líquido no fluye ni en el subsuelo ni en el cielo.
Así que empecemos por nosotros mismos y en nuestro hogar a empezar a ahorrar el agua al bañarnos, al hacer limpieza, al preparar los alimentos, lavar los platos y la ropa. Cien litros de agua son suficientes al día para beber y bañarnos y hacer quehaceres. Lo demás es un derroche inmoral y de inconciencia.
Pero o sorpresa, donde más se gasta y desperdicia el agua, es en las fugas, no sólo domésticas, sino principalmente en las calles cuando hay rupturas de tuberías y las autoridades correspondientes tardan horas, y hasta días, en su reparación. Se estima que más del 46 por ciento se fuga por las redes de abastecimiento, lo que es responsabilidad de las autoridades.
México es un país donde sus habitantes gustan y disfrutan del baño, así que el consumo de perfumes y lociones no es tan alto para disimular el no baño, empero usamos más agua de la necesaria para nuestro aseo que lo prolongamos hasta diez minutos. Lo recomendable son cinco que alcanzan para limpiarse todo.
También México es uno de las naciones que más consumo per cápita tiene en aguas embotelladas, concesiones a refresqueras para producir sus productos y que usan grandes volúmenes en sus procesos, como las cerveceras, las cementeras y demás empresas que deberían ser reguladas.
Las alertas se han encendido en todo el planeta, y el pasado 21 de marzo, al Conmemorarse el Día Mundial del Agua, todos pusieron los acentos en mayor o menor medida. Así la prensa nacional informó de diversas situaciones en torno al mal uso del agua y su desperdicio.
“Durante la última década, la sequía y la sobre explotación de los acuíferos se ha intensificado en el país, mientras que doce millones de mexicanos no tienen acceso al agua potable, según datos del Instituto Mexicano para la Competitividad, que advierte que el 80 por ciento de los cuerpos de agua están contaminados por descargas industriales y sólo uno de cada 100 litros de agua de lluvia es captado para su reutilización”. Nota principal del diario Excélsior el pasado día 21.
“En medio de la sequía y el cambio climático, el precio del agua en el mercado bursátil de los Estados Unidos pasó de 486 a 987 dólares por acre pie a finales del 2020 al pasado 28 de febrero, según datos del mercado Nasdaq. Las perspectivas no son favorables para un recurso que es clave para los sectores agropecuarios y de alimentos, además de que se prevén efectos más extremos a causa del calentamiento global”, pública, a su vez, el Universal.
“Concesiones sin límite agravan en el país la escasez de agua. Acaparan el líquido empresas mineras, refresqueras, cerveceras, automotrices y agroindustrias”, señala ese día La Jornada, para rematar ayer con un informe de la Organización de las Naciones Unidas que afirma que casi la mitad de la humanidad sufre grave escasez de agua: “hemos roto su ciclo, contaminando acuíferos y destruido sistemas”.
A su vez, el Economista especifica que cada día en el país, las presas están más vacías, y el nivel promedio en los embalses registra un descenso, cuando en la época de estiaje está en curso y los pronósticos de lluvia se han reducido. Los datos ahí están y el diagnóstico es severo.
Queda en nosotros cuidarla y medirle el agua a la crisis.
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