MARÍA LUISA RUBIO GONZÁLEZ
En este año electoral, anda el Delegado y sus compañeros de partido, y los partidos compañeros del partido del Delegado, muy presumidores de lo que llaman “el mejor lugar para vivir”, con “los mejores parques de la ciudad”. Sí, leyó usted bien: en la Delegación que ostenta el tercer lugar en índice delictivo de la ciudad, la Delegación se dedica a “recuperar” parques.
Por supuesto no falta el que dice que somos bien mezquinos en criticar al Delegado. Y de verdad que hay quien lo dice de buena fe. Tanta área verde mejorada, dirán. Híjole… pues no: la Delegación se ha gastado por lo menos 30 millones de pesos en fuentes, bancas, juegos, luces, y un millón más en las letras que llaman monumentales (y que son en realidad propaganda ilegal), pero no ha invertido un solo peso en mejoramiento de áreas verdes.
Al contrario: la instalación de juegos, luces, bancas y fuentes, ha significado en muchos casos colocar soportes de concreto, con lo que se reduce el área verde. Ah, dirán, pero han reforestado los camellones de la Delegación; quedaron bien bonitos con sus plantas de colores y sus bancas nuevas: ahí está la inversión de nuestros impuestos en áreas verdes. Pues no: las plantas que se pusieron en los camellones no se pagaron con nuestros impuestos sino con nuestros pulmones.
Me explico: cuando alguien pide permiso para tirar un árbol, y la delegación se lo da (¿niega alguno?), tiene la obligación de reponer la vegetación perdida, de preferencia con la plantación de árboles en el mismo sitio donde se retiraron. Tiene su lógica ¿no? Híjole… pues no: El gobierno delegacional solicita plantas como reposición, miles de plantas.
Por poner un ejemplo real: en el oriente de la Delegación, una constructora tenía permiso para derribar dos jacarandas frondosísimas, cuya reposición fijó el gobierno delegacional en 1,400 plantas. La constructora tiró como seis árboles, así que la colonia en cuestión perdió seis árboles y el delegado ganó 1,400 plantas para presumir sus camellones rescatados “de la mano de la iniciativa privada”.
Otro botón de muestra: la Delegación anduvo repartiendo un periodiquito de ¡96 páginas!, impreso a todo color, con el “informe de labores” del Delegado. Ah, entonces sí hay rendición de cuentas en DBJ. Híjole… pues no: Rendición de cuentas implica poder evaluar el desempeño de una administración, que la autoridad explique las razones de sus acciones, y que haya consecuencias sobre sus acciones.
Mire: dice el periodiquito que se han verificado más de mil obras (de construcción) y más de mil establecimientos mercantiles, y que los que no cumplan con las normas serán clausurados y sancionados. Más de dos mil verificaciones son muchas… ¿no? Híjole. ¿Cómo saberlo sin saber cuántas obras hay en proceso o cuántos establecimientos mercantiles existen? Y también ¿cuántas de esas verificaciones derivaron en clausuras o sanciones?
Otra cosa que dice el periodiquito es que el Delegado está comprometido con la participación ciudadana, porque hizo una consulta vecinal para conocer las necesidades prioritarias y urgentes de la población. Híjole: esa consulta se hizo en la campaña electoral ¡de hace tres años! y nunca se hicieron públicos los resultados completos ni la metodología.
Y aún así sigue diciendo el Delegado que este es el mejor lugar para vivir. Y tiene su coro que lo repite. Y hay quien de buen fe lo cree. Que un buen lugar para vivir es el que tiene parques que se ven lindos, llenos de juegos nuevos, fuentes saltarinas, focos de colores y letras monumentales. Como árbol de navidad recién puesto, con sus esferas deslumbrantes y sus foquitos prendidos. Híjole: a ver qué pasa cuando el árbol se seque, las esferas se rompan y los focos se fundan… porque esta administración no le dedica mucho al mantenimiento.
Tanta simulación, corrupción y descaro debe tener a los vecinos realmente enojados. Híjole… pues no. Por lo menos, el presidente de la Mesa Directiva del Consejo Ciudadano (híjole) está muy contento porque el gobierno delegacional, como un “detalle” frente a la representación vecinal, invita la cena. Y cuando le preguntamos quién decidió aceptar “el detalle”, muy orondo respondió que él. Y agregó, con una sonrisa de peculiar cinismo: “Pero si quieren, lo votamos. Para que vean que es democrático”. Híjole… pues no.
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