El rescate no es a los banqueros. Es a la sociedad en su conjunto. El adelgazamiento de la clase media no es justicia. Es la generación de más pobreza.
POR RODRIGO CORDERA THACKER
Vivo en la colonia Narvarte. Una colonia con mucha vida y movimiento. Fondas mexicanas, yucatecas, oaxaqueñas, mercados, locales de todo tipo. Cerrajerías, vidrierías, mecánicos, maestros de artes, clases de todo tipo y cualquier negocio que se encuentra en todos los barrios urbanos de la república. Restaurantes de todas las comidas del mundo. Hay buenos, bonitos, baratos, caros y también algunos malos. Pero existe una sociedad que consume, emprende, innova y genera. Obviamente, como en toda la República, existe su dosis de criminalidad, de problemas vecinales, en fin; la vida humana del capitalismo del siglo XXI.
Llevamos ya no sé cuantas semanas de encierro voluntario, y no es secreto que todos los comercios descritos están sufriendo en serio. La fonda de mi edificio no podrá pagar la renta el próximo mes, los señores de las mudanzas que esperan clientes en el parque Las Américas están recurriendo a préstamos familiares y bancarios y así la gran mayoría de la clase media, y las clases más pobres.
Las cifras de desempleo que presentó el INEGI deben de obligarnos a todos a ponernos creativos y tomar nota de las repercusiones. Partidos de la oposición, y pocos legisladores del partido en el poder presentaron una propuesta de un ingreso vital para los ciudadanos más desprotegidos. El objetivo de la propuesta descansa en todas las personas que hayan perdido su empleo y el cálculo es de 55 millones de mexicanos.
Resulta muy extraño que el partido en el poder no se sume y prácticamente no se robe esta propuesta. Resulta extraño que Porfirio Muñoz Ledo sea atacado por apoyar la iniciativa del ingreso vital ya que no proviene del presidente. Resulta extraño que el partido de izquierda, popular, no quiera apoyar de lleno. Razones tendrán, seguramente de cálculos políticos electorales, pero en momentos de crisis totales es cuando se necesitan gestos de unidad y de trabajo en conjunto.
Pienso ingenua o positivamente que esta propuesta podría aminorar el ambiente turbio y complejo que llevamos padeciendo. La incertidumbre en salud y en economía puede generar problemas aún más graves que una angustia. Pueden desatar más encono y enojo y tornarse en aún más criminalidad.
El rescate no es a los banqueros. Es a la sociedad en su conjunto. El adelgazamiento de la clase media no es justicia. Es la generación de más pobreza. Primero los pobres no puede ser un slogan en donde se encuentra virtud en la precariedad, pero sí un llamado de justicia para que la pobreza no exista y la clase media engorde sus filas. Lo contrario es más que peligroso, para todos.
Por eso, independientemente de los partidos que enarbolan esta buena propuesta, apoyémosla. Porque todos tenemos el derecho de no morir de hambre, de continuar en la vida con un piso parejo y salir adelante.
La emergencia económica obliga a esto y más. Solo nos caerá como anillo al dedo, si salimos de la crisis con más democracia económica, política y social.
Esta propuesta ya era sensata desde antes de la crisis; ahora es de emergencia social.
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