Israel intercepta la flotilla humanitaria rumbo a Gaza y México se refugia en la asistencia consular

La activista mexicana Arlin Medrano en aguas internacionales. Foto: X/ Captura de pantalla.
La Global Sumud Flotilla es detenida antes de llegar a la Franja; tres activistas mexicanos están a salvo, pero el gobierno solo gestiona apoyo consular.
España, Francia, Italia y Grecia piden proteger a sus ciudadanos y facilitan gestiones diplomáticas; México evita pronunciarse sobre el bloqueo israelí.
STAFF / LIBRE EN EL SUR
La madrugada del martes, la marina israelí bloqueó y desvió hacia el puerto de Ashdod a las embarcaciones de la Global Sumud Flotilla. Eran veleros y barcos pequeños cargados con alimentos y medicinas que habían partido desde Grecia e Italia para intentar aliviar la crisis humanitaria de Gaza.
El operativo se realizó sin disparos ni enfrentamientos, pero volvió a mostrar la eficacia de un bloqueo naval que Israel mantiene desde 2007 y que ninguna iniciativa civil ha logrado romper. Las naves fueron escoltadas y sus pasajeros sometidos a controles de seguridad antes de ser llevados a puerto israelí.
Entre ellos viajan tres mexicanos: Arlín Medrano, Carlos Pérez Osorio, Ernesto Ledesma, Sol González, Laura Alejandra Vélez, Miriam Moreno y Diego Vázquez. Son activistas que se unieron a una misión internacional en defensa de los derechos humanos y la ayuda civil.
La Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE) confirmó su presencia y aseguró que mantiene contacto con las autoridades israelíes y con las familias. Hasta ahora no hay detenciones formales ni cargos en su contra.
Sin embargo, la respuesta mexicana ha sido puramente consular. Ninguna declaración oficial ha cuestionado la intercepción, ni ha pedido que se permita el acceso de ayuda humanitaria, ni ha hecho referencia al derecho internacional. El gobierno federal se ha limitado a proteger a sus ciudadanos sin entrar en el debate político que el episodio reaviva.
Europa alza la voz, México guarda silencio
La diferencia con la reacción europea es evidente. España confirmó a sus nacionales a bordo y exigió a Israel “respeto a la integridad física de todos los activistas”. Señaló que su embarcación no buscaba ingresar en la zona de exclusión, pero reclamó garantías y una pronta liberación.
Francia pidió a Israel proteger a todos los pasajeros, incluidos los franceses, y recordó que el acceso de ayuda humanitaria está amparado por el derecho internacional. También advirtió que cualquier intercepción debe evitar el uso excesivo de la fuerza.
Italia y Grecia, países desde donde zarpó la flotilla, reclamaron trato seguro y repatriación inmediata para sus ciudadanos. Activaron gestiones diplomáticas para asegurar que el episodio no escale y que la ayuda pueda llegar.
México, en contraste, prefirió no incomodar a Tel Aviv. Ni un solo comunicado que cuestione el bloqueo, que llame a abrir corredores humanitarios o que haga referencia a las normas internacionales invocadas por Europa.
Bloqueo intacto y diplomacia mínima
El intento de la Global Sumud Flotilla terminó como otros anteriores: sin tocar la costa de Gaza y con un bloqueo que permanece férreo después de casi dos décadas. Organizaciones humanitarias siguen denunciando la crisis civil que provoca la falta de suministros básicos.
Mientras varias capitales europeas, con distintos matices, aprovecharon el incidente para reclamar seguridad y recordar principios humanitarios, México eligió el camino más seguro y menos comprometido: cuidar a sus ciudadanos sin abrir un debate político con Israel.
Es una prudencia que puede leerse como cálculo diplomático, pero que también deja al país en un rol pasivo frente a un bloqueo que agrava una de las peores crisis humanitarias del planeta.