DINORAH PIZANO OSORIO
Esta semana el Consejo Nacional de Evaluación de la Política Social, Coneval, hizo llegar a los candidatos a la Presidencia de la República 15 preguntas con el objetivo de conocer mejor las respectivas propuestas en materia de política social. A decir de la institución, la intención radica en perfilar un Plan Nacional de Desarrollo que guíe el próximo sexenio.
Independientemente de la contienda, que no es motivo de estas líneas, es sano para la democracia que diversas instancias planteen asuntos de fondo, encaminados a resolver una de las problemáticas más urgentes a nivel nacional y que hoy es el rubro más afectado por la falla sistémica del sistema político mexicano. Me refiero a la economía.
Me permitiré destacar algunas interrogantes planteadas:
- ¿Cuál es la visión de desarrollo social integral que tiene en mente para México?
- ¿La propuesta se basa en evidencia de lo que ha o no funcionado en el país o en el mundo?
- ¿La propuesta define con claridad su esquema de financiamiento y toma en cuenta el presupuesto del país?
La coyuntura económica nos obliga a no obviar el tema TLCAN. Los nuevos aranceles impuestos por el gobierno estadounidense impactan negativamente la economía nacional, y sin duda condicionan el desarrollo de una política social en virtud de la fluctuación en el precio del dólar y las inversiones en nuestro país.
Es preciso modificar los ciclos, toda vez que los seguidos durante dos décadas y media ocasionan lento crecimiento (2.4 por ciento en promedio anual). La perspectiva de futuro se hace nebulosa cuando observamos el endeudamiento permanente del gobierno y la circunstancia de los pensionados. Para quienes recién se incorporan al mercado laboral, a la Población Económicamente Activa, la jubilación guarda el carácter de quimera.
Quizá como simple línea a explorar, quienes aspiran a infundir en los ciudadanos la idea de cambio, es pertinente cuestionar las recetas en materia económica seguida al día de hoy. Conforme encontramos más mexicanos en situación de pobreza, mayor desigualdad existe en los ingresos y el clima generalizado de violencia e inseguridad parece no tener fin.
Sea también una buena oportunidad para que quienes hablan y ofrecen por distintas vías mejoras en la calidad de vida, ahonden respecto a cómo piensan trabajar para recuperar la soberanía nacional en materia económica y política. Más allá de las reacciones ante la beligerancia del presidente de EEUU, crecer de manera interna para disminuir sostenidamente la pobreza parece ser la única ruta que conviene al país como proyecto de futuro.
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