Se han cometido errores y la crítica, en tiempos de democracia, siempre debe ser bienvenida. Pero si por algo se ha caracterizado este Gobierno ha sido por ser uno dialogante, que escucha las demandas del pueblo y cuando toma decisiones controversiales puede incluso llegar a rectificar y ceder ante lo que pide el pueblo.
POR MARCO ANTONIO ROMERO SARABIA
Hace exactamente dos años, el 1 de julio de 2018, se produjo en México una revolución pacífica pero radical, en la que millones de mexicanas y mexicanos, de todas las clases sociales, orígenes e ideologías, salieron a darle su respaldo a un hombre que prometía cambiar el régimen de corrupción y privilegios por uno en el que se acabara con estos cánceres y se pusiera al frente, siempre, a los pobres.
En estos dos años, y pese a turbulencias nacionales e internacionales, se ha visto un cambio radical en la forma de ejercer el poder público. Se rinde cuentas ante la prensa todos los días por la mañana, se visita a las comunidades más lejanas y olvidadas por los gobernantes anteriores, se está cerca de la gente y en constante comunicación con ella. Los resultados también son palpables y pueden comprobarse. Millones de adultos mayores, mujeres embarazadas y jóvenes con alguna discapacidad reciben una pensión. Jóvenes que se encontraban sin empleo se convirtieron en aprendices por medio del programa Jóvenes Construyendo al Futuro, trabajando y recibiendo un sueldo del Estado. Jóvenes de educación básica, media y superior reciben becas para que no tomen la decisión de abandonar sus estudios y tomen el camino de las conductas antisociales.
A los pobres de este país les está yendo mejor. Quizá no se pueda decir lo mismo de quienes antes se sentían amos y dueños de México. Algunos empresarios destacados como Carlos Slim o Emilio Azcárraga, a quienes no se les puede acusar de socialistas bolivarianos, han colaborado de forma respetuosa y continúan con sus inversiones en el país. Otros, sin embargo, sedientes de los privilegios de los que gozaban, han decidido agruparse para sabotear al Gobierno democráticamente electo y derrocarlo. No es para menos: por primera vez en sus vidas sienten la presión de un Estado que los obliga a pagar sus impuestos y deudas con el Estado.
Se han cometido errores y la crítica, en tiempos de democracia, siempre debe ser bienvenida. Pero si por algo se ha caracterizado este Gobierno ha sido por ser uno dialogante, que escucha las demandas del pueblo y cuando toma decisiones controversiales puede incluso llegar a rectificar y ceder ante lo que pide el pueblo.
Se cumplen dos años de Gobierno en tiempos difíciles. El mundo atraviesa una crisis sanitaria y económica sin precedentes en el último siglo y las consecuencias finales, sin distinción, serán lamentables. Pero el Gobierno de México ha tomado la mejor decisión de poner a expertos al frente de la toma de decisiones, como son el Doctor Hugo López Gatell o la Doctora Claudia Sheinbaum, y aunque todas las pérdidas son dolorosas, los números serían mucho peores de no haberse actuado a tiempo y con responsabilidad.
Celebremos, pues, a la distancia los dos años de que el pueblo tomó el gobierno y no dejó que se lo arrebataran. La Cuarta Transformación se construye todos los días, con el apoyo indispensable del pueblo y las grandes mayorías, y mientras acompañemos al Presidente, como él mismo lo ha dicho, los conservadores nos harán lo que el viento a Juárez.
comentarios