Cada vez que compramos más caros nuestros productos básicos todos los mexicanos financiamos indirectamente a los delincuentes.
POR ITZEL GARCÍA MUÑOZ
Todos los días en las noticias nos enteramos de una infinidad de delitos que diariamente cometen las bandas del crimen organizado en nuestro país: desapariciones, homicidios, feminicidios, extorsiones, contrabando, trata de personas, desplazamiento forzado, y un largo etc. Lo más grave de todo ésto es que buena parte de la sociedad mexicana ha normalizado la violencia criminal al punto que la mayoría de las personas parecen indiferentes frente a hechos tan siniestros como el hallazgo de restos humanos en bolsas de plástico, de cadáveres en las calles o colgados en puentes.
Durante las últimas semanas puse en el foco de mi atención el delito de extorsión, y si bien una servidora vive en la alcaldía Benito Juárez, en la zona de Mixcoac que es bastante segura, actualmente no hay quien no resulte afectado por dicho ilícito que impacta de manera negativa en la situación económica y social del país.
Hace unos tres años mi cuñado, que en ese entonces administraba una bodega propiedad de su familia en la Central de Abastos, platicó que los precios estaban incrementando por las extorsiones que, hasta la fecha, padecen los productores, transportistas, bodegueros y comerciantes minoristas y mayoristas de frutas y verduras.
En 2023, el Laboratorio de Análisis en Comercio, Economía y Negocios (LACEN) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) señaló a través de un estudio que el crimen organizado es un cartel que determina los precios en la producción, distribución y venta. Además, indicó que las organizaciones criminales establecen la temporalidad y volumen de las cosechas y fabricación de bienes, principalmente del sector primario de la economía, es decir las actividades agrícolas, pecuarias, pesqueras y forestales. Sin embargo, otros sectores afectados por el cobro de piso son el comercio, los servicios, el transporte y la industria manufacturera.
En ese sentido queridos lectores de “Libre en el Sur” el costo final de la extorsión en todas sus modalidades se traslada a ustedes y a mí, es decir a los consumidores finales, cuestión que también ha impactado en la inflación.
El estudio de la institución anteriormente citada destaca que la extorsión aumenta hasta en 2 puntos porcentuales a la inflación general. Al respecto, en la primera quincena de julio pasado, los precios de los productos agropecuarios aumentaron 14.33% a tasa anual, de acuerdo con el Índice Nacional de Precios al Consumidor. El incremento de las frutas y verduras fue del 25.69 %. Los precios en loncherías, fondas, taquerías, restaurantes y similares subieron 5.96%, casi un punto porcentual más que la tasa de inflación general de 4.98 por ciento.
Durante el presente año, la mayoría de la población hemos visto mermado seriamente nuestro poder adquisitivo. Además, cada vez que compramos más caros nuestros productos básicos todos los mexicanos financiamos indirectamente a los delincuentes, así las cosas.
Por lo tanto, es tiempo de que dejemos a un lado la indiferencia frente al poder que tiene la delincuencia organizada en México. Delincuencia que opera con un alto grado de impunidad debido a la complicidad de las autoridades corruptas o negligentes de todos los niveles de gobierno.
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