El agua envenanda, las plagas y la depredación han terminado por ser la metáfora del egosímo y la traición.
Pasa ligera
La maldita primavera
Pasa ligera
Me hace daño solo a mi
POR FRANCISCO ORTIZ PARDO
A plomo el sol, con temperaturas que sobrepasan los 30 grados centígrados, vivimos otra primavera de esas que dan cuenta de la sobrevivencia. A algunos nos ha tocado padecer lo que denunciamos hace tanto tiempo, la depredación del acuífero y sus funestas consecuencias, con grietas que me imagino forman un paisaje subterráneo como de un planeta extraño, por donde surgen cascadas de agua putrefacta o contaminada con aceites… hacia el centro del planeta.
Los parques tienen la tierra seca y ya se ve la muerte de plantas y arbustos. Se advierte de una nueva plaga que pone en peligro a la mitad de fresnos de la ciudad, después de que prácticamente todas las palmeras canarias de esta capital tan amada son exterminadas como en una película por el hongo maldito. Volteo al cielo frente al City Shops Del Valle, donde ya está muerta una palma, para tratar de adivinar cuánto tiempo de vida le queda a la que tiene al lado. En el parque de Tlacoquemécatl, uno de “mis” parques porque tengo la fortuna de contar con tres, ya mueren todas.
No sé cuánto de responsabilidad tenemos los habitantes de esta ciudad en la devastación. Supongo que si la tenemos nosotros entonces la compartimos con nuestros semejantes del mundo, consumidores exacerbados de productos que depredan, tendidos en playas que son privatizadas de su propia naturaleza, donde se broncean con los aceites contaminantes. O el envío express, desde casas y restaurantes en las ciudades, de popotes y otros plásticos al mar para que los animales sean aniquilados. O todo eso que defiende nuestro gobierno defendiendo las energías fósiles, nacionalizadas por el sagrado Cárdenas, inmortalizado en un logotipo, al usar más el carro que el transporte público, tan ineficiente. ¿Quién contamina más: Nosotros o el gobierno?
Lo que a su paso dejó
Es un beso que no pasa de un beso
Una caricia que no
Suena sincera
Un te quiero y no te quiero
Y aunque no quieras
Sin quererlo pienso en mi
Tal vez Green Peace tenga también la culpa, no lo sé, porque los activistas de esa organización buscan apoyo en nuestras calles para las más nobles causas en favor del medio ambiente pero cuando los vecinos de las nueve colonias de la Alcaldía Benito Juárez que han sido afectadas con el agua envenenada por Pemex, acusan un riesgo de tragedia ecológica, ellos responden: “Lo sentimos realmente, pero nosotros nos dedicamos a nuestros propios asuntos. Áchis: ¿Y cuáles son sus “propios asuntos”?
Quizás haga faltan acciones más contundentes, o no. Porque en el mundo de los egoístas, mientras el mal no le llegue a uno siempre será del otro. Hasta que se confirme que el agua contaminada llegue a las casas de esos egoístas que repentinamente dejarán de serlo, cuando el líquido aceitoso se extienda por las profundidades del manto freático y comience a ser extraído por los pozos ubicados en diversos puntos de la ciudad. Por lo pronto, quienes se atrevan a manifestarse con un bloqueo en Insurgentes Sur, porque no han sido escuchados en el temor por su salud, serán unos “desgraciados” que no piensan que la gente debe ir al trabajo o incluso a primaverear en alguna de las terrazas de los restaurantes adyacentes al World Trade Center.
Luego de todo esto, cuando ya pasó todo, resulta que no pasó nada.
Probablemente haga falta una mayor desgracia para que se entienda. O tal vez no y estoy completamente equivocado. Porque ya pasó por aquí un virus de impacto mundial con el que no aprendimos nada, ni siquiera lo mínimo para sentir algo por el dolor por de víctimas, entre ellas los niños, en Ucrania o Palestina. ¿Quién es más egoísta, la persona o el gobierno? Camino por esa avenida Insurgentes, una de las más largas del mundo, tan hermosa en esta parte sur sobre todo por la anchura de sus banquetas, y lo que veo es un ir y venir de personas como hormigas, mientras al país se lo lleva el tren maya. Ni siquiera miran al piso para evitar tropezarse.
Aquí no se propone la amargura, de ninguna forma. Que la vida hay que vivirla. El problema es que eludiendo las cosas, la alegría puede ser más efímera y la vida terminará pronto. Entonces se dirá que justo como es corta esta vida hay que vivirla, y es cierto, pero si no se vive en una solidaridad y en comunidad, canjeamos la vida de nuestros herederos por algunos momentos de placer nuestro que, al no quedarse con nosotros, son efímeros y ya necesitamos más. Como el mismo gozo derivado de la depredación: El gozo dura nada y los derivados de los hidrocarburos tardan cientos o miles de años en degradarse. La cultura del “descarte”, que ha citado recientemente el Papa Francisco para referirse al maltrato hacia los seres humanos, encuentra su metáfora en el desecho de esos plásticos y el daño perenne que provoca a todos. En otras palabras: El que daña, se daña a sí mismo. Entonces, entre el gobierno y la persona: ¿Quién es más traidor?
De repente me despierto y te has ido
Siento el vacío de ti
Me desespera
Como si el amor doliera
Y aunque no quiera
Sin quererlo pienso en ti
A tono con todo eso, propaganda político-electoral cuelga de un árbol a otro –cada pendón como un eslabón de una larga cadena– y forma una contaminación visual en postes, bardas y hasta bolardos. La orden es retacar hasta que se confundan unos candidatos con los otros, que si esa acción poco cívica por parte de quienes deberían ser ejemplo provoca el rechazo de los propios votantes, al menos reconocerán los nombres, los apellidos y las caras de los contendientes. Dirán que es su “aquí y ahora”. El problema es que mañana ya no haya “aquí y ahora”. Nada importa si vecinos adultos mayores de Insurgentes Mixcoac suplican a “brigadistas” de los partidos políticos no ensuciar sus calles. “Somos empleados, a nosotros nos pagan”, responden ellos. Ya habrán de tomar cuenta en las urnas a esos candidatos estampados en el plástico.
A unos pasos de ahí, elementos de la Guardia Nacional portando sus armas de alto poder irrumpen en la paz habitual que se disfruta como un solaz en la Plaza Jáuregui en medio de la hecatombe. ¿A quién le importa que se espante una niña de 13 años con tal intimidación? Pero además: ¿Qué se remedia del agua envenenada con esas acciones? ¿Acaso es que no quieren mirones cerca que confirmen otros hedores del petróleo?
La obligación de responder a la necesaria pregunta de ¿qué pasó? busca ser reemplazada por el cierre de un pozo mientras todavía dejan allí el agua envenenada; además de la presencia de militares y marinos en dos parques, uno en la colonia Tlacoquemécatl Del Valle y otro en la Nápoles, que rellenan garrafones con agua tratada en plantas potabilizadoras móviles, por si alguien prefiere bañarse con ese líquido aunque, se repite, el agua contaminada no provoca daños graves. ¿Y cómo lo saben si afirman que no se ha determinado cuál es exactamente el componente químico que se mezcló con el agua?
Libre en el Sur recaba testimonios de personas afectadas que, además de dermatitis, han sufrido náuceas, dolor de cabeza, del cuerpo, del estómago, del esófago. Una víctima acudió con una doctora otorrinolaringóloga ampliamente reconocida: Le encontró una fuerte inflamación del oído y de las vías respiratorias después de que otro “doctor” le dijo que lo que tenía era una sugestión contra la 4T.
Luego de todo esto, cuando ya pasó todo, resulta que no pasó nada. Mientras tanto, donde la sonrisa es una máscara en la maldita primavera que recuerda festivamente las traiciones en canciones, Sacmex va adelante en la prosperidad depredadora al construir ¡oootro pozo! en el Centro Urbano Presidente Alemán, a ocho cuadras de donde los soldados “salvan” a los vecinos con garrafones de agua sin veneno. Así, como si nada de lo escrito aquí sea cierto.
Déjame amarte
Como si el amor viviera
Y aunque no quiera
Sin quererlo piensa en mi
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