Ciudad de México, noviembre 21, 2024 13:23
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‘Mi familia me pedía estudiar una carrera de verdad’, cuenta Caballero, el creativo de arte de ‘Roma’

POR CLAUDIA PACHECO OCAMPO

Estudiar una carrera de verdad y no dirección de arte es lo que su familia le pedía al ganador del Oscar 2007, Eugenio Caballero cuando él estaba a punto de ingresar a la matrícula de Derecho en una escuela.

“A los 17 años hice el examen para estudiar Derecho, me aceptaron y cuando ya iba entrar dije: ‘No quiero’, y me fui unos años a Europa. Conseguí una beca en Florencia (Italia) y me quedé a estudiar Historia del Arte y del Cine cerca de dos años”, relató el multigalardonado mexicano.

Durante la Master Class que ofreció en la Sala 2 del Conjunto de Artes Escénicas, como parte de su participación en la 34 edición del Festival Internacional de Cine de Guadalajara (FICG), confesó al moderador Carlos Gómez Iniesta que había optado por Derecho tras sentirse presionado en lo social y familiar.

Al también nominado al Óscar por “Roma”, le sugerían desarrollarse en “una carrera de a de veras”, pero el Derecho nunca fue lo suyo.

Más tarde estudió durante dos semestres la carrera de Comunicación y fue una de sus primeras grandes experiencias debido a que comenzó a realizar cortometrajes con gente de la Universidad Iberoamericana y con sus amigos.

“En las escuelas de cine todo el mundo quiere ser el director, el director de fotografía, productor o si acaso actuar, pero nadie quiere pintar la pinche pared, o traerse la silla. Mi primer puesto fue como asistente de producción y de repente me percaté de la cuestión visual en el cine y comencé a hacer cosas chiquitas”.

Recordó que muchas veces tuvo que convencer al papá de alguno de sus amigos para poder filmar en su casa. “Se hacían unos grandes desmadres porque o se rompía el jarrón, o los cachaban besándose, pero la realidad es que así se fue dando”.

Eugenio Caballero en Los Ángeles, en diciembre pasado. Foto: José Romero / Notimex

 

Ante unas 900 personas explicó la definición del director de arte y subrayó que el concepto visual de una película se realiza entre tres personas: el director de arte o diseñador de producción, director de fotografía y el director. Éste último tiene la visión general de la película.

“El director de arte hace lo que se puede tocar, se encarga del color aplicado a las paredes, de la escenografía, la utilería, la dirección de locaciones, el color aplicado a la luz o la luz misma. La función de éstas cosas son las que conforman el mundo de una película”.

En su opinión, cada película tiene un mundo que funciona única y exclusivamente para dicha producción y mismo que debe tener sus propias reglas.

“Lo que más me interesa es hacer sentir. Tú puedes contar historias y decir muchas cosas con las distintas disciplinas que conforman una cinta. La forma y el color son muy importantes para poder transmitir y hacer sentir al espectador, por eso trato de acompañar la historia que se está contando con las decisiones estéticas que tomo”.

Aclaró que no existen métodos ni fórmulas para lograr transmitir a través de un concepto visual, pues básicamente cada director de arte lo va buscando y va generando sus propias herramientas.

En la pasada entrega de los premios Óscar, Eugenio Caballero fue nominado junto a Bárbara Enríquez en la categoría de Mejor Diseño de Producción, pero ni ellos ni el resto de los nominados tenía estudios en la dirección de arte, dijo.

Recordó que fue en 1992 cuando hizo su primer largometraje, tiempo en que se hacían seis películas al año en México.

“Hacer cine era un acto de fe, era casi imposible pensar que realmente podías dedicarte a esto. Había otras industrias alrededor como la publicidad y dentro de ella estaban los videos musicales.

“Le hice a muchas bandas como Café Tacvba porque era algo que te exigía mucha creatividad, aunque te daban muy poquito dinero. Nos metíamos a los edificios que habían quedado dañados con el temblor de 1985 y era un acto de irresponsabilidad porque estaban en ruinas. Sin embargo, eso me determinó mucho como ser humano y creador”.

En ese tiempo conoció a la alemana Brigitte Broch, decoradora de arte de “Moulin Rouge” y que vivió en México. Mencionó que ella luchó para que volviera la calidad del cine mexicano que se había perdido en la década de los 80. Participó en películas como “Cronos”, “Sólo con tu pareja” y “Amores perros”, entre otras.

“Yo empecé a trabajar con ella en películas que seguramente ya ni existen, ni debe haber registros. Después me pidió que le hiciera la decoración y así empezamos a construir una amistad, sobre todo vi que había una manera de contar historias”.

Más tarde, en 1996 se filmó “Romeo y Julieta”, y Brigitte solicitó a Caballero que fuera su mano derecha. Para él había sido interesante ver cómo se hacía cine de gran tamaño hasta que llegó la oportunidad de hacer su primera dirección de arte (Santitos, 1998) tras un periodo de frustración por el que atravesó, pues no le caían proyectos.

Luego de celebrar que una edecán le llevó un caballito de tequila, pues minutos antes había recordado que al actor estadunidense Peter Fonda lo habían consentido así en su master class, Eugenio Caballero comentó que existen diseñadores que vienen del mundo digital, por ejemplo, de los videojuegos.

“Pero deben entender que el cine tiene otra filosofía, es decir, proviene de la estética, de adentro, tiene otra profundidad, y eso sería importante que lo aprendan los pupilos porque en este oficio hay mucho de osadía. Algunas veces te avientas a construir sets que no sabes cómo vas a terminarlos”.

A él le ha sucedido, admite, porque cada vez las películas son más complejas. “Si yo me espero a analizar cada detalle de cómo haré algo, se me corta el impulso. Por ello prefiero crear una imagen y saber que puede llegar a un buen fin, y entonces, te lanzas como el Borras”.

Indicó que en la poesía, el adjetivo que no da vida, mata. “Para mí el trabajo de la dirección de arte debe ser así de preciso, todo lo que está en el cuadro debe contar”.

Lo importante, subrayó, es que no se te cierre el mundo, sobre todo cuando lleguen a suceder cosas inesperadas como cuando ocurrió una tragedia casi al concluir la filmación de “Romeo y Julieta” en Veracruz.

“Fue una pinche película dificilísima de hacer. El final era un arco, una feria, una noria y puestos que tardamos meses en construir. En la última semana llegó el director Baz Luhrmann y me dijo que estaba de poca madre.

“Hicimos una prueba de fuegos artificiales y todos estábamos contentos porque ya íbamos a acabar. A las 12 de la noche recibí una llamada para decirme que venía un viento de los más fuertes en los últimos años. El mar estaba bien anclado, pero el mar subió, se llevó la arena y el pinche set se hizo caca”, comentó provocando las risas del público.

Acto seguido, Eugenio Caballero mostró al público aquello que guarda en la gran memoria de su computadora. Inició con “El laberinto del fauno”, dirigida por Guillermo del Toro en 2006 y a quien llama la “Biblioteca móvil de la fantasía”.

“Donde sucede esta historia no hay bosques de pinos, pero cuando estábamos desarrollando esto nos dimos cuenta de que el bosque pertenecía a la realidad y debíamos tener líneas rectas. Decidimos romper la regla de la realidad y utilizar pinos porque ese mundo debía ser frío y hostil”.

Querían que los árboles se vieran como barrotes, que fueran hostiles a los personajes. No había musgo y era un elemento muy importante, así que optaron por colocar musgo en todos lados. “Tuvimos a un ejército de musgueros poniéndolo”.

También platicó acerca del proceso de creación en “The Impossible”, “Un monstruo viene a verme” y “Roma”, de Alfonso Cuarón y ganadora a la Mejor Película Extranjera en los premios Oscar.

“En Roma queríamos hablar de temas. Lo más difícil fue recrear la memoria de alguien en una película muy anclada históricamente en una ciudad que ha cambiado. Filmamos en orden cronológico durante 19 semanas en la casa de la colonia Roma. Queríamos que tuviera puntos de perspectiva para encontrar tiros de cámara que hablaran de los personajes pero también del contexto”, agregó entre aplausos.

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