POR VÍCTOR MANUEL JUÁREZ CRUZ
Ya de madrugada, cuando las manecillas del reloj marchan lentas y el sueño vence, vino lo mejor del debate en la Cámara Alta. Se discutían las reformas a la nueva Ley de Ingresos de la Federación y los más de nueve ajustes que hizo el Senado al documento enviado por los Diputados en materia tributaria, para enderezarles la plana a los de San Lázaro.
El tema en concreto era relativo al Fondo Minero y la necesidad de pellizcarle recursos para otros proyectos sociales, como son la reconstrucción y construcción de escuelas.
En el uso de la palabra, desde su escaño, el senador Napoleón Gómez Urrutia y ex líder de los trabajadores Mineros, proponía: ¿por qué no subimos, y esa sería mi pregunta, los impuestos a la minería a los derechos sobre la explotación minera, los impuestos a las concesiones mineras?
Ricardo Monreal, líder de la bancada de Morena –a la que también pertenece Gómez Urrutia — respondía en tono calmo y docto: “Senador Napoleón Gómez Urrutia, su propuesta es correcta, habría que formalizarla, y me parece que podría ser atendida por muchos de los integrantes de esta Cámara. Yo le puedo decir que en el grupo parlamentario de Morena no tenemos ninguna dificultad ni confusión por respaldar este fondo orientado a la reconstrucción, rehabilitación y mantenimiento de las escuelas.
La discusión subía de tono, se acaloraba y en ocasiones se encendía, más aún cuando Monreal respondía uno a uno los planteamientos de la oposición. Damián Zepeda y Xóchilt Gálvez por el PAN; Dante Delgado, líder de Movimiento Ciudadano, quien intervino para fustigar a Gómez Urrutia y señalar: “Yo lo invito a que sea congruente, consistente, presente la iniciativa y no venga a lavarse la cara ofendiendo a quienes lo vemos a usted como un líder que no supo dar la cara”.
Con esa voz grave y encarrerado, Delgado prosiguió y dejó caer: “no estoy de acuerdo en que se apruebe todo lo que se manda del Ejecutivo, y que incluso lo que un Diputado de Morena planteó y se convirtió en una crisis de agravio a los productores del campo, se convirtió en un ejercicio de triunfo por haber rectificado una posición errónea de su grupo parlamentario en la Cámara de Diputados, si ese es el nivel y la altura con la que vamos a tener el debate político, pues yo lo veo de mucha pobreza”.
Vinieron los aplausos y silbidos del respetable en el salón de plenos; Monreal Ávila, presidente de la Junta de Coordinación Política del Senado, retomó la palabra y dejó ver todo su andar y andamiaje. Suave, mesurado, enfriando cada palabra y buscando el acuerdo le respondió a Delgado: “usted es un hombre inteligente, es más, me consta que es constructor de instituciones, tiene una visión más allá del pragmatismo ramplón, me consta.
“No estoy de acuerdo en que usted piense que Morena acepta, vota y respalda todo lo que del Ejecutivo viene y usted sabe que no es así, porque usted es una gente auténtica y es honesta, y sabe que no es así. Le consta que ha habido debates serios con el Ejecutivo, hemos modificado leyes, reformas constitucionales, incluso en contra de algunos personeros del Ejecutivo, no, no somos incondicionales, no somos empleados de nadie, somos aliados del Presidente de la República y no vamos a romper esa alianza, porque nos parece que es un momento histórico en el que la nación se desenvuelve”.
Continuó con su alocución, suave, sin pausa pero firme: “Usted dice que Movimiento Ciudadano tiende a la social democracia y me alegra que tengan esa definición política, me alegra, porque eso es parte de la discusión ideológica y política que ahora tenemos en México, qué es la izquierda, qué es la derecha, qué es la social democracia, hacia donde vamos y sí, siempre debatir con usted es una delicia ideológica, política, intelectual. Por eso le diría, Senador que lo que hacemos es tan digno como lo que ustedes cuestionan, que lo que defendemos es por convicción y tan digno como lo que ustedes cuestionan, que lo que ejercemos es tan loable y tan respetable como la oposición opositora más radical”.
Entonces Monreal y Delgado cruzaron miradas de reconocimiento, de respeto entre dos hombres que honran la palabra, el debate, la discusión y la aportación de ideas para la construcción de mejores tiempos para el país.
El tono del debate cambió, se entendió que debe de ser de mayor altura, de mayor convocatoria y de mayores sumas.
Fueron largas 16 horas de debates en el pleno del Senado de la república para enmendarle la plana a los diputados. 16 horas en las que salieron uno por uno los diez temas más polémicos comprendidos en la Ley de Ingresos 2020. Es de reconocerse que la presión que ejerció la Cámara de Diputados no venció al Senado, y éste siguió su propio derrotero.
La sesión culminó en punto de las seis de la mañana del viernes 25 de octubre. Una sesión larga, polémica y de grandes dividendos para el Senado de la República y sus principales actores.
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