POR RODRIGO CORDERA THACKER
No es secreto que el partido que llevó al presidente al poder vive de fracturas internas graves. Algunas por manejos a la PRD y otras de corte ideológico. En este pequeño texto nos enfocaremos en las tensiones por ideas.
El viernes pasado el congreso de Hidalgo votó en contra del derecho a la mujer a decidir. Morena podría haber inclinado la balanza para hacer valer este, que ya es un derecho constitucional, pero que las afinidades personales de algunos diputados los ciegan ante la postura de la suprema corte de justicia. Esto generó que se pidiera la expulsión de algunos diputados por no respetar los estatutos progresistas de Morena.
Ayer se emitió un comunicado de parte de la comisión de justicia de Morena para remover de la bancada a la senadora Lilly Téllez. Se le solicita al senador Ricardo Monreal la encomienda.
La senadora ha dicho públicamente que está en contra del aborto entre otras cosas.
Ya veremos si el senador ultra poderoso se presta ante tal jugarreta.
Pero entonces ¿Qué pasa con Morena?
Tampoco es secreto de nadie que AMLO generó una coalición híper plural, en donde cabían de todo; religiosos, ateos, centristas, conservadores, liberales, izquierdas etc. Todos bajo el manto del ataque frontal a la corrupción. Cosa muy eficaz para una contienda electoral.
El problema es gobernar con un partido que aceptó de todo y ahora vive la disputa ideológica interna, sin la participación de su gran líder.
¿La votación de Morena en Hidalgo es un insulto o un despertar? Un despertar de que en verdad morena fue un instrumento electoral maravilloso, en donde conformó una mayoría vs la corrupción, pero de ninguna manera logró conformar a un partido progresista y si, liberal también. Uno a la Juárez, que esperaba a la resolución científica para tomar postura.
Lo de Hidalgo no sorprende compañeros de Morena. Preocupa.
Sigo creyendo que Morena debe de ser el partido que acompañe a la Cuarta Transformación, pero lo acontecido hoy es muy claro.
Morena no puede seguir siendo un movimiento. O se asumen como partido y generan cuadros y por lo tanto corrientes, o los conservadores y pragmáticos dentro del “movimiento partido” harán del gran partido popular, el gran partido de la simulación.
El juarismo y el cardenismo son buenos maestros. Sumemos al feminismo y la defensa de la tierra, y tendremos un partido del siglo XXI.
O no. Y se perderá un tiempo muy valioso.
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