JORGE CERINO
Desde tiempos ancestrales y en el folclor de muchos pueblos se habla de la influencia de la luna en los patrones de sueño o en el estado de ánimo de las personas. La ciencia, en ocasiones, se ha acercado a estudiar este fenómeno, en el caso particular de sus efectos en el sueño. Recientemente, investigadores encontraron que, en noches previas a la luna llena, la gente se acuesta más tarde y duerme menos. Esto a partir de un estudio de 98 individuos de tres comunidades indígenas del pueblo toba-qom, en Argentina.
Su investigación se publicó en la revista Science Advances el 27 de enero de 2021, y fue una colaboración entre la Universidad de Washington, la Universidad Nacional de Quilmes y la Universidad Yale. En ella reportan una oscilación en los ciclos del sueño de las personas durante el ciclo lunar, de 29.5 días de duración. En específico, en los días previos a la luna llena, las personas duermen más tarde y lo hacen por períodos más cortos.
Ambas variaciones se observaron tanto en ambientes rurales y urbanos y se dieron independientemente del acceso a la electricidad de las comunidades, aunque las variaciones fueron más pronunciadas en ambientes rurales. Esto sugiere que los ritmos circadianos naturales están de alguna manera sincronizados con las fases del ciclo lunar o incorporados a ellas.
La información fue recabada mediante monitores de muñeca en tres comunidades toba-qom, una con acceso limitado a la electricidad, otra con acceso parcial y otra con acceso total. Además, los resultados se compararon con los de un estudio independiente de 464 estudiantes universitarios del área de Seattle, en Estados Unidos, y encontraron las mismas variaciones del sueño.
Dependiendo de la comunidad, las variaciones a lo largo del ciclo lunar fueron de 46 a 58 minutos en promedio y la hora de dormir osciló alrededor de 30 minutos. En promedio, entre los tres a cinco días previos a la luna llena fue cuando la gente se fue a dormir más tarde y durmió menos. Según los investigadores, estas noches previas a la luna llena tienen más luz natural disponible después del anochecer. Su hipótesis es que se trata de una adaptación innata la cual permitió a los antepasados del humano moderno aprovechar esta fuente natural de luz vespertina.
Con anterioridad se ha confirmado la influencia de la luz en los ciclos de sueño, en específico el de la luz artificial. Un estudio de 2015 publicado en Journal of Biological Rhythms, por ejemplo, señala que el acceso a la luz artificial y la electricidad ha costado la cantidad de sueño. Esta investigación confirma en campo, también en comunidades toba-qom, predicciones de estudios realizados en laboratorio. Igualmente cuenta con la participación del profesor de biología Horacio de la Iglesia, autor principal del artículo de la revista Science Advances.
Algunos estudios científicos previos se contradicen en cuanto a los efectos de la luna en el sueño. Incluso un estudio publicado en la revista Current Biology en 2014 decidió abordar estas inconsistencias mediante un estudio con una población más amplia y afirmó no haber encontrado correlación entre los ciclos lunares y el sueño humano. Sin embargo, De la Iglesia y los otros investigadores señalan que su estudio señala un patrón claro debido al empleo de monitores de muñeca para recopilar información sobre los ciclos de sueño. Otros estudios, señalan, basan sus resultados en diarios donde los participantes reportan ellos mismo sus patrones de sueño.
Se ha sospechado desde hace tiempo una influencia de la luna en el sueño y este estudio parece confirmarlo en el caso de los días previos a la luna llena. En ambientes urbanos, sin embargo, otros factores entran en juego para determinar que la gente se acueste más tarde y duerma menos. Futuras investigaciones deberán indagar en estos otros factores e incluso el efecto de otros componentes de las fases lunares distintos a la luz, como los cambios en la gravedad, opinan los expertos.
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