Al celebrar el vigésimo aniversario de Libre en el Sur pregunto: ¿será este desarrollo urbano un proceso sustentable o la voracidad inmobiliaria nos acabará expulsando de nuestro antiguo paraíso?
POR PATRICIA VEGA
En 1995 bajo el impulso de la ruta del amor empecé a visitar asiduamente la colonia del Valle Centro. Para 1999 ya había trasladado oficialmente el domicilio que durante mis primeras décadas de vida se ubicó en la Delegación Cuauhtémoc a la recién descubierta Benito Juárez. Digamos que cuando escucho a Joan Manuel Serrat cantar Tu nombre me sabe a hierba encuentro un reflejo de mi propia historia: “…Porque te quiero a ti, porque te quiero, dejé los montes y me vine al mar…”
Sin proponérmelo llegué al nuevo centro geográfico de la ciudad de México. En ese entonces, la colonia Del Valle continuaba como lo que había sido: una zona clasemediera residencial. Y jamás imaginé que estaba a punto de ser testigo de un boom inmobiliario que, a la postre, dio paso a un desarrollo urbano excluyente.
Dicho boom fue propiciado por el famoso Bando 2 que se decretó durante el mandato de Andrés Manuel López Obrador cuando fue jefe de gobierno de la Ciudad de México entre el año 2000 y el 2005. La idea inicial fue repoblar diversas zonas para aliviar la concentración que aquejaba al centro de la ciudad de México. Y en la Delegación Benito Juárez había amplios sectores en los que predominaban las casonas antiguas habitadas por viejitos, por lo que se pensó que sería buena idea implantar un nuevo dinamismo urbano en esas colonias.
Aunque el Bando 2 fue concebido originalmente para promover la construcción de conjuntos habitacionales de corte popular que ampliaran la oferta existente, como la nueva legislación determinó que las antiguas licencias de construcción, supervisadas antes por las Delegaciones fueran sustituidas por manifestaciones –notificaciones o avisos—de “buena fe” por parte de los constructores, el control urbano existente hasta ese momento se volvió un mecanismo laxo. Y en el camino se despertó la avaricia de inversionistas inmobiliarios que aprovecharon la medida para construir departamentos de lujo que, al paso del tiempo, se multiplicarían como hongos provocando la carencia de servicios vitales como el agua, por mencionar un ejemplo, que actualmente aquejan a muchas de las colonias de la hoy Alcaldía Benito Juárez.
Cuando llegué a vivir a la colonia Del Valle en 1998, el político Ricardo Pascoe Pierce, militante del Partido de la Revolución Democrática (PRD) había sido designado por el ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas como delegado en Benito Juárez. Recuerdo que Pascoe se aventó el boleto de cambiar de lugar al tianguis que se ponía en las inmediaciones del parque Pascual Ortiz Rubio y que convertía al eje Gabriel Mancera en un nudo de tráfico inenarrable.
Las líneas anteriores son necesarias para llegar al año 2003, marcado por dos hechos importantes para la Delegación, hoy Alcaldía, Benito Juárez: el nacimiento del periódico comunitario Libre en Sur, cuya fundación coincidió con el triunfo de Fadlala Akabani Hneide –abanderado entonces por el Partido Acción Nacional (PAN)– como el primer jefe delegacional electo por voto directo en Benito Juárez. Cabe aclarar que fuera del año mencionado no existe ninguna otra coincidencia.
En el 2005 transité de la colonia Del Valle Centro a la Del Valle Sur, al habitar un departamento desde el que he podido observar la transformación de un antiguo barrio tradicional en una de las zonas más impactadas por un desarrollo urbano –inmobiliario, principalmente—carente de planeación y control que, paradójicamente, ha transformado a la colonia en uno de los núcleos mejor calificados en la ciudad de México.
Unos cuantos ejemplos dan cuenta de este acelerado proceso. En lo que fuera un terreno desperdiciado en el galerón de una planta que albergaba al antiguo y desnutrido Sumesa –cadena hoy prácticamente desaparecida—existe ahora un flamante City Market, distribuido en dos plantas y con una oferta de productos exclusivos. El periódico Reforma eligió a la colonia del Valle para establecer sus oficinas y la cadena de clubes deportivos Sport City abrió su sucursal Universidad. De manera paralela los restaurantes y cafeterías se fueron multiplicando al por mayor, al igual que las oficinas públicas y privadas.
La construcción de la llamada Línea Dorada del Metro y, posteriormente, la de varias líneas del Metrobús que atraviesan la zona, desquiciaron el tráfico automovilístico y las calles antes tranquilas son ahora pavorosos embotellamientos. No omitimos la mención de conjuntos habitacionales de super lujo, cuya construcción ha dado lugar a diversas polémicas como el proyecto Mitikah y el City Towers, además de los múltiples edificios que se han asentado a lo largo de la avenida Popocatépetl y que han desatado enconados enfrentamientos entre desarrolladores inmobiliarios y habitantes de las zonas en las que se construyeron las edificaciones. Hoy en día, en casi todas las calles de la Colonia del Valle continúan demoliciones de antiguas casonas que han dado lugar nuevos edificios con departamentos de lujo o innumerables edificios que aún están en proceso de construcción.
La reciente construcción y apertura, hace apenas unos días, de la sucursal Del Valle de la cadena de tiendas de autoservicio Comercial Mexicana, levantó las alertas entre los vecinos. Primero, por ubicarse en lo que fueran los antiguos Laboratorios Silanes que, por ser uno de los pocos ejemplos de arquitectura funcionalista en la zona, es una edificación considerada como patrimonio artístico correspondiente al siglo XX y, por lo tanto, protegida por el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL).
Al celebrar el vigésimo aniversario de Libre en el Sur pregunto: ¿será este desarrollo urbano un proceso sustentable o la voracidad inmobiliaria nos acabará expulsando de nuestro antiguo paraíso?
Estoy segura de que la respuesta quedará registrada en las páginas de este gran proyecto periodístico.
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