“La memoria se pierde tratando de recordar desde hace cuánto tiempo las calles de Poussin y Augusto Rodin vieron crecer y multiplicar sus baches”.
POR ERNESTO LEE
Hace algunos años, existió en Guanajuato capital un restaurante-bar que llevó por nombre El patio de los faroles, mejor conocido por la vox populi como “el patio de los jaiboles”, debido a que tenía más éxito como bar que como restaurante.
Ubicado en una céntrica casona antigua de la ciudad, el lugar debía su nombre a que el patio en el que se encontraba el establecimiento comercial estaba rodeado, precisamente, de muchos faroles.
Este recuerdo de Guanajuato viene a cuento porque recientemente se rehabilitó una parte de la plaza Agustín Jáuregui, que va desde la calle Augusto Rodin hasta el Centro Cultural Juan Rulfo, en el centro antiguo de Mixcoac, y en la que se colocaron tantos bolardos -para evitar que los autos se adueñen del lugar- que bien podría llamarse la “plaza de los bolardos”.
Francisco Ortiz Pardo escribió en este mismo medio que el costo de la primera fase de la remodelación fue de 7.5 millones de pesos y que habrá una segunda etapa que irá desde centro de la plaza Jáuregui hasta la iglesia de Santo Domingo de Guzmán. (Resurge Plaza Jáuregui/En amores con la morena/Libre en el Sur/ 5 septiembre, 2023)
No es que no esté de acuerdo con el remozamiento de la plaza, por supuesto que lo apruebo y celebro. Lo que más aplaudo es el rescate del lugar como zona peatonal, limitando el acceso de vehículos y evitando el uso del espacio como estacionamiento.
Después de padecer muchos meses la obra con calles cerradas, polvo, material de construcción esparcido por la calle Augusto Rodin y la plaza, ruido de maquinaria, excavaciones que se abrían para la tubería, que se tapan y después de algunas semanas se volvían a abrir, la plaza vuelve a ser un lugar transitable, que se puede disfrutar.
Sin embargo, no todo es miel sobre hojuelas. La memoria se pierde tratando de recordar desde hace cuánto tiempo las calles de Poussin y Augusto Rodin (por mencionar las que llevan a la plaza Jáuregui), vieron crecer y multiplicar sus baches. Ahora, después de la renovación de la plaza, fueron finalmente repavimentadas, pero basta con seguir avanzando para constatar que falta mucho, pues otros tramos de estas mismas calles y otras de las colonias Insurgentes Mixcoac y Nochebuena siguen llenas de hoyos.
“No se puede todo”, me dirán algunos, pero cuando uno tiene que zigzaguear cuando circula para evitar el mayor número posible de baches o tiene que caminar cuidando de no caer porque las aceras están rotas o hay registros sin tapa o tornillos que salen del piso porque eran bases de postes que se quedaron durmiendo el sueño de los justos, pienso que, a veces los gobiernos, hacen obras muy lucidoras, pero se olvidan de lo básico.
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