LETICIA CALDERÓN CHELIUS
Miguel Mancera perdió la gran oportunidad de enviar un mensaje de México para el mundo. Hacer que la gran ciudad de México, una ciudad milenaria, enorme, caótica, transitara, o por lo menos intentara avanzar a esta modernidad que no puede negar la condición humana y por tanto, que pusiera en el centro del debate el derecho a transitar de las personas. Una de esas opciones, sencillita, simplona, fue lo que Marcelo Ebrard, anterior jefe de gobierno de esta metrópoli, le dejó puesta en charola de plata al que esta por irse: Hacer posible que la bicicleta sea una opción de movilidad masiva en esta ciudad como ya ocurre en otras tantas ciudades del mundo.
Para una sociedad como la mexicana que ha vivido al amparo de los valores que la cultura popular estadounidense ha dictado al mundo entero, atreverse a plantear que el automóvil no es la única opción de movilidad de la clase media y que además de la exigencia de un transporte público decente hay otras posibilidades en medio de un caos vial que nos ahoga, el uso de bicicletas no es solo una alternativa de transporte, es un desafío a valores de consumo y al estereotipo que insiste en asociar el prestigio y la distinción de las personas con una marca de auto.
Durante casi 10 años hemos experimentado, a lo mejor sin darnos cuenta, una pequeña revolución cultural que no tiene retorno porque tampoco nos quedan ya muchas mas forma de movernos en esta ciudad. Mancera podría haber impulsado el proyecto y poner bicicletas en todas las Delegaciones, marcar ciclovías con conectividad entre ellas, promover mucho más el uso de las bicicletas entre diversos sectores de la sociedad y sobre todo, aplicar la ley (ese problemita tan mexicano) a automovilistas, ciclistas y peatones. No lo hizo y ese ya es un tema que le cobraremos en las urnas.
Desafortunadamente, tampoco los liderazgos locales, como ocurrió en la Delegación Benito Juárez, tuvieron las agallas para mostrar que un proyecto como este no es solo una moda o una necedad. La BeniJuarez fue de las pocas delegaciones privilegiadas con la instalación de ecobicis durante este sexenio a punto de concluir. Desafortunadamente dicha instalación fue parcial pero lo peor es que no hubo voluntad para negociar con la autoridad central para que se ampliara este sistema a toda la circunscripción juarense. El proyecto solo se puso en algunas colonias y aunque la autoridad local decidió instalar sus propias ciclovías, lo hizo sin planeación, seguridad, ni mantenimiento. El resultado es que ante una propuesta mediocre y limitada llevada a cabo por la propia delegación, no se logró hacer que más gente se animara a moverse sin automóvil. De haberlo hecho, se hubiera mostrado una diferencia en términos de forma de gobierno respecto a otras circunscripciones políticas. Hacer de la Benito Juárez un modelo de movilidad alternativa. No se logró.
Entiendo perfectamente que la opción de usar bicicletas no es para todos pues muchas circunstancias permiten o impiden el uso de ese medio de transporte, desde el tipo de agenda que cada quien tenga, la distancia que se recorre cada día, la condición física y el itinerario de cada uno. Sin embargo, dados los datos de las encuestas de movilidad que se han realizado en la CDMX son varios los puntos que permiten pensar que este será uno de esos grandes temas que llegó para quedarse.
El promedio de edad de los habitantes de esta metrópoli es de 28 años –por cierto el promedio de mayor edad de todo el país- por tanto, una población joven. La distancia promedio del recorrido de cada uno de los que vivimos en la Ciudad es de 15 km de distancia, lo que permite planear un sistema de conectividad entre medios de transporte (un tramo en bici, otro metrobus, metro, a pie). Además, una gran parte de la ciudad –lo más céntrico- es prácticamente plana –lo cual es excepcional respecto a otras urbes-. Obvia decirse que esta información no considera que 5 millones de personas que se trasladan diariamente desde la periferia a la Ciudad las cuales también, si existiera la opción, podrían tratar de moverse, por lo menos un tramo de su trayecto, en un medio alternativo. Vale la pena agregar un detalle más que no es menor, y es el hecho de que el clima promedio de la ciudad es de 21 grados lo que es francamente un lujo comparado a otras ciudades, incluso dentro del país, que enfrentan fríos intensos o calores absolutamente asfixiantes.
La ciudad de México tiene muchos problemas pero tiene también grandes oportunidades que muchas veces parecen ocurrencias que no lo son del todo. Volvernos “pueblo bicicletero” podría sonar nostálgico o campirano, cuando en realidad es una idea absolutamente futurista y de primer mundo. La opción es resignarnos a pasar horas y horas de nuestras vidas sentados en un carro, entre otros miles de carros más o intentar movernos por otras vías innovadoras y llenas de imaginación ¿Usted qué prefiere?
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