Hasta ahora ni el PAN ni el PRI, así como el casi inexistente PRD y Movimiento Ciudadano han podido concitar a la unión y fusión de una fuerza opositora real.
POR VÍCTOR MANUEL JUÁREZ
En el juego de las corcholatas, que tanto ha distraído y desviado la atención de los problemas torales del país, llama la atención el acercamiento reciente entre dos que parecían enfrentados a muerte. Me refiero a la reciente reunión sostenida entre la jefa del gobierno capitalino, Claudia Sheinbaum y el líder de la junta de coordinación política del Senado de la República, Ricardo Monreal, que consideraron tal encuentro necesario para “mantener la unidad”.
Sin oposición ni liderazgos al frente, parecería que todo el proceso electoral, a realizarse en el 2024, se definirá única y exclusivamente al interior del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena). Hasta ahora ni el Partido de Acción Nacional (PAN) ni el Partido Revolucionario Institucional (PRI), así como el casi inexistente Partido de la Revolución Democrática (PRD) y el Movimiento Ciudadano (MC) han podido concitar a la unión y fusión de una fuerza opositora capaz de derrotar a los morenos.
Claudia y Ricardo representan los extremos existentes al interior de Morena. Los pleitos, enfrentamientos y disputas entre las corrientes que representan son ya históricos y muy reveladores. Sheinbaum, surgida del Consejo Estudiantil Universitario, que puso de cabeza al entonces rector Jorge Carpizo, representa a la corriente dura, los autollamados puros y conocidos como los más radicales. Por su parte Monreal, hecho en los interiores del priísmo y el perredismo, es conocido como representante del ala moderada y negociadora.
Durante su visita al Senado de la República, la jefa de gobierno fue invitada por el líder de la bancada de Morena a conversar. En respuesta, la ex líder estudiantil le corrió la cortesía y se reunieron a conversar en el Palacio del Ayuntamiento
Si bien es cierto que son ya cuatro las corcholata, que contienden por la candidatura presidencial, tres de ellas –Claudia, Adán y Marcelo—son más afines al presidente López Obrador, quien los considera, porque lo ha dicho, como “sus hermanos”, no así el zacatecano, quien con base en la perseverancia, empuje y congruencia política se ha logrado colar como la cuarta pieza a destapar.
Marcelo Ebrard, secretario de Relaciones Exteriores se encuentra inmerso en un álgido pleito con la ex embajadora de México en los Estados Unidos, la excepcional diplomática Martha Bárcena, quien ha dado clases de dignidad, profesionalismo y conocimientos de la política exterior. En contra parte de Marcelo que no sabe ya como ocultar o disimular la balconeada que le dio recientemente en su libro Mike Pompeo, ex secretario de Estado de los Estados Unidos, por acordar en lo oscurito la contención de migrantes en suelo mexicano, con el alto costo social y económico que ello con lleva.
No hace poco, durante su visita al Senado de la república, la jefa de gobierno fue invitada por el líder de la bancada de Morena a conversar. En respuesta, la ex líder estudiantil, le corrió la cortesía y se reunieron a conversar en el Palacio del Ayuntamiento. De la plática Sheinbaum dijo en conferencia de prensa que fue buena para la unidad y no brindo mayores detalles. Por su parte, el zacatecano hizo frente a los reporteros de la fuente política y respondió ampliamente:
De entrada, el senador, indico a los reporteros que la cortesía política, la diplomacia y el buen trato nunca deben olvidarse, independientemente de los caminos que cada uno transite o de las opiniones diversas que se tengan, “el respeto, la civilidad deben mantenerse, y con ella me une el respeto”. Monreal hablaba más como catedrático universitario que como político, pues los desencuentros en el senado, con el ahora número dos de Sheinbaum, el secretario de Gobierno, Martín Batres eran más que evidentes.
Para Monreal lo acaecido en esa reunión fue un gesto de cortesía política, a lo que no son muy dados los Morenos, que gustan más de la política de palos y descalificaciones. El zacatecano expuso que se ha reunido ya con los tres: Con Marcelo a quien estimo y respeto, con Adán en diversas ocasiones por cuestiones de trabajo, y ahora con la jefa de gobierno en un mensaje de unidad, civilidad y de una actitud de nivel superior.
Y entonces la pregunta incomoda de una reportera: ¿la estima?
“Sí, la respeto mucho y la estimo”.
Y agregó: “estamos poniendo por encima el interés superior de la Nación, del país y el proyecto en el que creemos. Ahora falta que el partido nos pueda convocar, establecer las reglas claras, el piso parejo, que he reclamado. Y a pesar de la tardía decisión de incluirme, intentaré emparejar la cancha”.
Y concluyó al informar que ambos se comprometieron en mantener la plática, el diálogo y el respeto. No antes de afirmar, entre broma y en serio que si viaja en Metro y no le da miedo.
Las preguntas reporteriles pusieron en claro cuál es el talón de Aquiles de la jefa de Gobierno. La movilidad y su infinidad de retos que no están resueltos. Los problemas en el Sistema de Transporte Colectivo se siguen presentando. La Guardia Nacional no ha podido desentrañar el sabotaje y los usuarios comunes viajan con miedo y enojados por las largas esperas de los convoyes.
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