Regresa tras la pandemia el ‘Vive Latino’ a sus mejores tiempos, con 80 mil asistentes
Presentación de Julieta Venegas. Foto: Francisco Ortiz Pardo
Los españoles de Vetusta Morla se manifestaron contra la censura a periodistas mexicanos
Maldita Vecindad y Los Auténticos Decandentes se ocupan del viejo ska y ponen a bailar como locos a los asistentes; Julieta Venegas y Fangoria reivindican la diversidad sexual y los derechos de las mujeres.
FRANCISCO ORTIZ PARDO
En una proclama contra la censura, previa a la interpretación de Palabra es lo único que tengo, Pucho, el líder de la banda madrileña Vetusta Morla, se refirió durante su presentación en la primera jornada del Vive Latino a la censura contra la que sufren los periodistas mexicanos, “porque lo que tienen aquí es sobre todo censura contra los periodistas, ¿no?”. Y entonces centenares de espectadores tras el magnífico regreso del festival que nunca tuvo nombre más acertado, corearon con él:
Si resulta cierto que los versos duelen / si son el veneno que te alcanza / lanzaré una artillería de sonetos / cuando nos apriete la mordaza./ Todo se ha quemado en el incendio / Palabra es lo único que tengo / Juro que esta vez no habrá silencio…
El estribillo se repitió entre las agitaciones corporales del cantante en tiempos en que el Parlamento Europeo, del que forma parte España, ha advertido de hostilidades a la prensa mexicana. Pero en los cinco escenarios del Vive el desfogue de los cánticos ante los requintos amplificados manifestaba el ansiado regreso al último nido de libertad que hubo antes del encierro al que obligó el coronavirus, decretado en México justo en marzo de 2020.
El “Vive” volvió a sus mejores tiempos, con 80 mil asistentes según la cifra oficial, en el sábado 19 de abril. Desde bebés en brazos hasta adultos mayores, y la chaviza que sorprendío con su pasión por la música de cuando el festival más longevo comenzó, como en el caso de Julieta Venegas (que rindió un homenaje a las mujeres desaparecidas), o La Gusana Ciega, artistas que atiborraron sus espacios de tal forma que dio la impresión de que los organizadores no lo calcularon.
A pesar de los altos costos de los alimentos y bebidas (Una cerveza, obligadamente doble, se vendió a 120 pesos, y una orden de cinco tacos de canasta, en 100 pesos, por poner lo más barato), además del ya de por sí caro acceso, evidentemente la concurrencia no fue la de las élites de este país y rescató el encuentro entre los más diversos.
En el colofón, La maldita Vecindad ante un pletórico Escenario Indio –renombrado así el Foro Sol por la lamentable intervención de los patrocinadores— evidenciaba las contradicciones del la sociedad de consumo con tributos a los pueblos originarios y a su origen mismo, el de los movimientos sociales que se encararon al sistema autoritario sobre cuyo regreso alertaba Vetusta Morla unas horas antes.
Previamente, en el mismo foro principal Los Auténticos Decadentes, banda argentina de ska, desarrugaban sus rostros sextogenarios para poner a bailar con tamborazos y como orates a los fans recogidos a lo largo de 35 años de trayectoria.
Fangoria y su glamour coreográfico, que sin proclamas verbales impuso en el escenario la defensa de la diversidad sexual, también otorgó su dosis de nostalgia a los ochenteros con Ni tu ni nadie y A quién le importa. Y la vocalista de The Marías, con un aire de sensualidad a la Uma Thurman en Pulp Fiction, se notaba sorprendida por la respuesta del público.
Terminó al menos allí la distancia social. Y por más que se alertaba en altavoces sobre el uso obligado de cubrebocas, miles de asistentes optaron por mostrar su hartazgo y las ganas de vivir con la boca al ras del viento y un vaso de cerveza en la mano.