STAFF / LIBRE EN EL SUR
A nivel global cerca de 14 por ciento de los alimentos producidos se pierden entre la cosecha y la venta minorista. A ello se suma que aproximadamente 17 por ciento de la producción total se desperdicia en los hogares, en los servicios de comidas y en el comercio al por menor, de acuerdo con datos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
Además, los que se pierden y no se utilizan representan 38 por ciento del uso total de energía en el sistema mundial. “Esto es absurdo porque para producir alimentos se utiliza agua, tierra, energía, mano de obra y generación de gases de efecto invernadero”, señala la titular del Programa Universitario de Alimentación Sostenible (PUAS) de la UNAM, María Elena Trujillo Ortega.
Al reflexionar sobre el Día Internacional de la Concienciación sobre la Pérdida y Desperdicio de Alimentos, propuesto por la ONU para conmemorarse el 29 de septiembre, coincidió con el organismo mundial en que es necesario evitar la paradoja del hambre en este contexto, en un mundo en el que el número de personas afectadas ha aumentado lentamente a partir de 2014.
El asunto es grave cuando hablamos de la parte que se desaprovecha en cosecha y producción, es 14 por ciento de lo que se intenta generar y que representa miles de toneladas deshechas por roedores o huracanes. El desperdicio es de 17 por ciento y en ello participamos tirando comida en casa y en restaurantes, al dejarla en el plato cuando es abundante o en el refrigerador, precisa Trujillo Ortega.
Una cosa es lo que se pierde y otra lo que se desperdicia. Las dos situaciones son igualmente graves, suman 31 por ciento de lo que se produce. Debemos contar con consumidores responsables, conscientes y equilibrados, considera la titular del PUAS.
Equidad alimentaria
Al abordar el tema de la alimentación sostenible, abunda que el PUAS de la UNAM propone reunir investigaciones de diferentes ámbitos y estar en equilibrio con la sustentabilidad alimentaria.
“Algunos profesionales vemos la producción agrícola o pecuaria, pero debemos contemplar también la biología y el medio ambiente, porque la producción tiene un efecto hacia el suelo, el aire y el agua”, enfatiza.
En la parte sostenible también participa lo social, pues debemos cuidar la distribución y la equidad del alimento que le debe llegar a todas las personas, en especial a quienes están en condiciones de pobreza.
Otro aspecto es la parte humana, de la antropología, donde tenemos tradiciones y costumbres que debemos procurar. “Tenemos que cuidar todo esto para poder tener un alimento sostenible, cuya producción considere todas las áreas mencionadas”, comenta.
En sus primeros trabajos de vinculación el PUAS cuenta con comités científicos que reúnen especialistas de diversas áreas, quienes trabajan de forma colegiada para hacer de la sostenibilidad el eje transversal en la producción y distribución de alimentos.
“Un alimento va a ser correctamente producido bajo sistemas de producción que tomen en cuenta el medio ambiente, la producción, la parte social y la humanitaria, para poder satisfacer claramente las rutas de ese alimento que estamos produciendo”, expone.
Día de conciencia
El Día Internacional de Concienciación sobre la Pérdida y el Desperdicio de Alimentos brinda una oportunidad para hacer un llamamiento a la acción tanto al sector público (autoridades nacionales o locales) como al sector privado (empresas y particulares), con la finalidad de establecer prioridades y avanzar con la innovación para disminuir la problemática, a fin de restaurar y reconstruir mejor y de lograr sistemas alimentarios con capacidad de resiliencia.
La ONU sostiene que nuestros sistemas alimentarios no pueden ser resilientes si no son sostenibles. De ahí la necesidad de centrarse en la adopción de enfoques integrados concebidos para la reducción de la pérdida y el desperdicio.
Añade que es indispensable adoptar medidas a escala mundial y local para aprovechar al máximo los insumos que producimos. Para introducir este cambio transformador es fundamental incorporar tecnologías, soluciones innovadoras (en particular plataformas de comercio electrónico para la comercialización y sistemas de elaboración de alimentos replegables y móviles), nuevas formas de trabajar y buenas prácticas con miras a gestionar la calidad de los nutrientes.
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