DINORAH PIZANO OSORIO
Únicamente para cubrir el precio de la llamada Canasta Alimentaria Recomendable se requieren 245 pesos por día. Es decir, más de 24 horas de trabajo, de acuerdo con el salario mínimo (80.01 pesos). Inhumano. Así lo establece el Reporte de Investigación 127. México 2018: Otra derrota social y política a las clases trabajadoras; los aumentos salariales que nacieron muertos, difundido en días recientes por el Centro de Análisis Multidisciplinario UNAM.
Más allá de los números, la analogía entre el piso mínimo por ley que cada mexicano recibe y el tiempo necesario para cubrir la necesidad básica de cualquier ser humano sirve para evidenciar que clima económico adverso para la gran mayoría sustrae un componente elemental en la conformación de sujetos sociales: tiempo.
Datos como los anteriores nos brindan mayor claridad para entender porqué la reproducción sistemática de los ciclos empobrecedores fragmenta las sociedades y convierte a las desigualdades en irreversibles y las cimenta como destino de vida. Grosso modo: quien posee una familia, esposa, hijos, padres, debe escoger entre trabajar para alimentarlos o pasar tiempo con ellos. No hay posibilidad de ambas tareas.
Toda realidad social está compuesta de múltiples factores y las diferencias que llevan a aceptar como cierta la frase de “todo tiempo pasado fue mejor” son en buena medida de carácter económico, por lo tanto político. Veamos. En 1987, un trabajador con salario mínimo cubría la canasta básica en cuatro horas y 53 minutos. El dinero restante iba a otros gastos, incluso ahorro. Al concluir la jornada podía ir a casa, continuar sus estudios, estrechar y fortalecer los lazos familiares mediante actividades, cuidados o simple esparcimiento. Una sociedad diferente.
Las circunstancias actuales impactan de manera negativa el tejido social. Hoy son la media aquellos trabajadores habitando ciudades dormitorio sin vida comunitaria, abuelas a cargo de los nietos porque mamá y papá trabajan doble turno, jóvenes con diversos grados de depresión producto de las condiciones anteriores, que no son otra cosa que la contradicción entre posmodernidad y crecimiento económico, el cual no le ha significado desarrollo alguno.
Por ello no debe sorprender la cantidad de mexicanos que todos los días deciden intentar cruzar la frontera norte de manera ilegal con el único objetivo de colaborar en la economía familiar; ya ni siquiera para emprender algún proyecto, sino, como lo demuestra el Reporte, únicamente para comer. Se estima que 7.5 millones de connacionales recibe un salario en EEUU (algo así como el 38 por ciento de los afiliados al IMSS). Pero incluso los beneficios comienzan a menguar, pues dichos trabajadores enviaron 11 de cada 100 pesos ganados, es decir, el 90 por ciento del salario se quedó en las ciudades donde viven.
Analizar las diferentes realidades sociales plantea dos caminos: administrar el caos con paliativos o emprender transformaciones profundas. Desde una posición ciudadana, considero que el primero no hará salvo cavar más hondo; el segundo requiere audacia, valor, capacidad estratégica y colocar a los directamente afectados en el centro de la toma de decisiones.
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