POR RODRIGO CORDERA THACKER
En el 2018 las calles se inundaron de esperanza y júbilo. Por lo menos para una inmensa mayoría de ciudadanos. Esos 30 millones no se pueden homogenizar en una clase, profesión, grado académico. Fue un voto de hartazgo (bien ganado) por el actuar de un gobierno frívolo e insensible con la desigualdad social, entre muchas corrupciones y negligencias más.
AMLO capitalizó todo lo que pudo. Que si un sector está en contra de la militarización, lo incluyó en su proyecto. Que si las víctimas de la tragedias, pues que le entra. Que si el medio ambiente, pues agua para todos. En fin, trató de esclarecer una victoria política que nunca tuvo proyecto real de transformación, excepto la demagogia y la concentración de poder en él.
Hoy, a tres tres años de asumir el poder, el presidente se encuentra irritado. O por lo menos eso irradia. Ya no son los años de la república amorosa, o tal vez nunca entendimos ese planteamiento desde una óptica de políticas públicas y conducción de gobierno. Porque el amor fraterno que predican las personas que profesan alguna fe, no dejaría a millones en la pobreza so pretexto de las finanzas públicas. O utilizaría para luego desdeñar, el dolor de las miles de víctimas de esta guerra absurda. Creo francamente que tampoco atacaría todos los días a intelectuales, periodistas y adversarios.
La república amorosa no se mete a encontronazos con alcaldesas y alcaldes electos de la oposición en la CDMX. Ese evento está lejos de esclarecerse; pero lo que sí, es que la jefa de gobierno perdió la narrativa de ese altercado, que mucho dista de una república ya ni amorosa; de leyes.
Algunos amables lectores me dicen que escribo mucho sobre AMLO. Y es verdad. Caigo en sus trampas todo el tiempo, pues me parece impresionante cómo él mismo puede rebajar tanto la representación popular. Algunos dicen que es un genio comunicando, yo francamente prefiero la aburrición (nunca hemos tenido) de un estado regido por leyes, datos y políticas públicas de gran alcance.
También es complicado hablar de otros personajes de este gobierno, cuando la luz presidencial los borra a todos. Eso ha logrado el presidente, que en la discusión pública su nombre y su imagen acaparen todo reflector. Nunca ha salido nada bueno del culto a la persona. Siempre se termina por fanatizar perdiendo razón y tierra.
Ayer el presidente se aventó una mañanera pero, según la estética amloísta, un poco más en formato de estado. Fue una diatriba de autoelogios dignos de los videos de los presidentes de la época del partido único.
Pero entiendo, queridos seguidores de AMLO. Y digo AMLO porque la 4t no existe. Es un gobierno más que no pudo con la realidad mexicana, sus problemas estructurales y sus grandes anhelos. Entiendo que debe de ser sabroso creer que las cosas van bien porque su gallo es el presidente y que antes todo estaba mal. Yo estoy más bien en la postura de que todo está muy mal. Por los de antes y por el de ahora.
El país es mucho más que un solo hombre. Somos más de 130 millones de almas.
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