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Un tlacoyo de requesón con nopales: comida completa por menos de 30 pesos

Un solo tlacoyo bien preparado puede aportar cerca del 20% al 25% del valor nutricional diario recomendado, con un costo promedio de apenas 27 pesos en la ciudad.

STAFF / LIBRE EN EL SUR

Este antojito tradicional mexicano no solo alimenta el alma, también puede cubrir hasta un cuarto de tus necesidades diarias. Y lo hace sin vaciarte los bolsillos.

En las calles de la Ciudad de México, entre aromas a comal y salsa recién molida, se encuentra un alimento humilde pero poderoso: el tlacoyo. Elaborado con masa de maíz nixtamalizado, relleno de requesón y coronado con nopales cocidos, este platillo representa —literalmente— una comida completa en la palma de la mano.

Y no es solo tradición: un solo tlacoyo bien preparado puede aportar cerca del 20 % al 25 % del valor nutricional diario recomendado, con un costo promedio de apenas 27 pesos en la ciudad. Frente a los casi 70 pesos que cuesta una comida típica en fonda o restaurante económico, el ahorro es sustancial.


¿Qué contiene un tlacoyo?

De acuerdo con un análisis nutricional estimado por porciones (180 g aprox.):

322 calorías

11.5 gramos de proteína

48.9 gramos de carbohidratos

9.8 gramos de grasa

7.4 gramos de fibra

133 miligramos de calcio

Esto equivale a:

El 23 % de proteína recomendada diaria para una mujer adulta.

Alrededor del 16 % de los carbohidratos necesarios en una dieta estándar.

Una media ración de verdura, si consideramos los nopales como fuente de fibra, mucílagos, minerales y vitamina C.

El requesón aporta proteína láctea de alta calidad y calcio, mientras que la masa de maíz proporciona energía sostenida, fibra y minerales como fósforo y magnesio. Los nopales, por su parte, son hipocalóricos, antioxidantes y digestivos. En conjunto, ofrecen una fórmula balanceada sin necesidad de carnes procesadas, aderezos industriales ni complementos costosos.

Ahorro real: lo que te comes y lo que no gastas

En promedio, una comida fuera de casa en Ciudad de México ronda los 67 pesos. Un tlacoyo completo puede encontrarse en fondas, tianguis o puestos por 25 a 30 pesos. Eso representa un ahorro diario de casi 40 pesos, que en un mes laboral (22 días) equivale a 880 pesos. En un año, si sustituyes una comida al día por un tlacoyo saludable, podrías ahorrar más de 10 mil pesos.

Esto sin sacrificar nutrición: al contrario, en muchos casos es más saludable que otras opciones rápidas como tortas, tacos fritos o comidas empaquetadas, que suelen tener exceso de sodio, grasa o aditivos.

Historia y simbolismo de un antojito ancestral

El tlacoyo no es una moda ni un invento urbano. Su origen se remonta a la época prehispánica, cuando los pueblos del altiplano elaboraban tortas de maíz rellenas con frijoles o habas. Su forma ovalada recuerda al pez axolotl, y en náhuatl el término tlaoyo significa precisamente “torta de masa con relleno”. Se cocinaban en comales de barro y se consumían como parte de rituales agrícolas o durante viajes largos.

A diferencia de otros antojitos que llegaron con la influencia europea, el tlacoyo se mantuvo fiel a sus raíces mesoamericanas. Incluso hoy, en comunidades rurales de estados como Puebla, Oaxaca, Tlaxcala o Hidalgo, sigue elaborándose a la manera antigua: con maíz criollo, molido a mano y cocido sin aceite.

Este platillo representa más que una comida: es un símbolo de identidad cultural, de cocina de resistencia y de sabiduría nutricional acumulada por siglos. Su vigencia en las calles de la capital demuestra que no todo lo moderno es mejor, y que lo tradicional puede ser también lo más saludable.

¿Y si lo volvemos parte de una política alimentaria?

En tiempos donde la obesidad y la inseguridad alimentaria son dos caras de la misma moneda, el tlacoyo ofrece una solución concreta: es nutritivo, accesible, sustentable y culturalmente aceptado. Incluirlo en políticas públicas de alimentación escolar, comedores comunitarios o planes de apoyo a mercados locales podría tener efectos positivos inmediatos.

Además, promueve el consumo de productos locales como el maíz nativo, los nopales de milpa y los lácteos frescos de pequeña escala. Todo esto con una huella ecológica menor que la de alimentos procesados o importados.

En resumen, un tlacoyo de requesón con nopales no solo llena el estómago: llena la historia, la cultura y el cuerpo de quien lo come. Es el ejemplo perfecto de cómo la cocina tradicional mexicana puede ser tan funcional como un “superfood”, sin necesidad de etiquetas en inglés ni precios inflados.

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