Libre en el Sur

Vecinos en cuarentena / El tiempo en que la naturaleza descansó de nosotros

Portada Edición Especial 17 años

POR LEONORA ESQUIVEL

Escribo estas líneas desde mi vivienda, lugar donde los privilegiados podemos enfrentar la cuarentena. No estamos a la intemperie, ni en un hospital, somos afortunados, repito. No me siento encerrada, ni privada de mi libertad como los animales en zoológicos, laboratorios, circos, granjas industriales.

A diferencia de ellos yo estoy en mi casa cuidándome y sé que puedo salir si deseo, para actividades básicas como buscar alimento, o si quisiera ser poco responsable, a dar un paseo por los parques de mi barrio. He elegido quedarme aquí y mirar todo desde dentro. Eso es finalmente lo que hacemos quienes gustamos de la introspección e incluso le damos utilidad en un consultorio como terapeutas, acompañando a otros a hacer lo propio.

Un paciente adolescente me llamó desesperado diciendo que se aburría mucho, que no tenía “nada que hacer” más que salir a su balcón y ver el camellón. “Tal vez no haya mucho que hacer pero sí mucho que ver”, le respondí como un Yoda sintácticamente correcto. Lo invité a asomarse todos los días a la misma hora y observar la vida de su calle, lo que ahí sucedía. Sonrío como diciendo “vaya hippie”, pero accedió y a la semana me contó entusiasmado que vio cómo una madre alimentaba a sus polluelos con insectos y gusanos.

Los gorriones que regularmente llegaban a su ventana hicieron un nido en el auto estacionado desde hacía semanas en el arroyo, y los vecinos lo habían adoptado evitando molestar a las aves que empollaban. El árbol que estaba sin hojas comenzó a cubrirse de follaje con las primeras lluvias y las jacarandas vestían el asfalto de lila, mientras las ardillas que él nunca había visto por falta de tiempo, jugueteaban entre las ramas y los cables.

Le invité a que continuara con su observación y  cada vez que tenemos sesión me cuenta algo relacionado con el camellón y su movimiento propio. Sin saberlo quizá, ese chico había aprendido lo que es la contemplación. Práctica entre mística y filosófica que nos puede llevar de profundos estados de relajación a la formulación de preguntas trascendentes.

Esta cuarentena para mí ha sido justamente eso, una pausa, una oportunidad para dejar que la naturaleza descanse un poco de nuestra especie y para descansar también de nosotros mismos. Es el momento de reconectar con los sencillos placeres de la existencia, con el aquí y el ahora, lo único que siempre hemos tenido y del que ya no podemos escapar porque no hay distracciones. Ojalá este tiempo nos haga reflexionar  la forma que tenemos -o no- de relacionarnos con la naturaleza y sus demás habitantes para que al salir, desde tan dentro, no sigamos siendo los de antes.

*Vecina de la colonia Del Valle Sur. Doctora en Filosofía, Fundadora de AnimaNaturalis Internacional y psicoterapeuta de adolescentes y adultos. 

 

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