Ciudad de México, diciembre 3, 2024 13:20
Revista Digital Julio 2020

Vecinos en Cuarentena / El virus del tiempo

Es indispensable dedicar tiempo para reflexionar desde la distancia este estado de las cosas enfocado a la acumulación y que resulta en tanta desigualdad.  Quizá podamos ayudar a encontrar la cura para otros males que son aún mas letales que nuestro nuevo compañero.

Coco Ruíz de Velazco

En este barrio llevamos más de tres meses conviviendo con la pandemia, pero he perdido la cuenta de las tardes eternas, de las noches en guerra para conciliar el sueño, de las mañanas pegajosas que amanecen con las recomendaciones de amigos, familiares y conocidos para encarar mil actividades y convencernos de que esta vida de cautiverio no ha perdido el sentido.  Parece que este pequeño virus nos ha urgido a aprovechar el tiempo al máximo. Algo que nunca habíamos hecho pero que ahora se antoja prioritario en el imaginario colectivo.

Me fascina ver a tantos que, con este afán de no desperdiciar un minuto de la cuarentena, se han convertido súbitamente en epidemiólogos, economistas o futurólogos. Estos comentaristas improvisados que secuestran los grupos de guatsap, las conferencias del zum  o las conferencias telefónicas, para “regalarnos” las mejores respuestas a los problemas de coyuntura. Desconfío de esta marea de generosidad, de estos efectos secundarios del virus del tiempo, y conforme pasan las semanas me he ido aislando para escuchar las pausas que marca mi propio reloj.

Es duro ver cómo día a día se agota aún más el límite de crédito de la tarjeta, pero sería infinitamente más difícil verse obligado a salir a la calle para resolver la comida del día, la renta o el pago de lo más indispensable.  Todo mi respeto para aquellos que no pueden permitirse acatar el “Quédate en casa” y ni hablar del personal de salud que entra al hospital a batirse en duelo en cada turno. Creo que en esta era del nuevo virus se hace indispensable dedicar mucho tiempo para reflexionar, para analizar desde la distancia este estado de las cosas enfocado a la acumulación y que resulta en tanta desigualdad.  Quizá podamos ayudar a encontrar la cura para otros males que son aún mas letales que nuestro nuevo compañero.

Dicen que pronto vamos a descansar de esta rutina trastocada, pero no puedo evitar mirar con sospecha a la “nueva normalidad”. Estoy convencido de que nada va a volver a ser “normal”, al menos por un buen rato, y de que no hay otro camino que el ánimo para encarar esta realidad. Hoy tenemos que asumir juntos la responsabilidad de evitar que el virus siga diseminándose, y para ello hay que ser consecuentes aunque eso signifique prescindir de los abrazos y respetar el protoloco de los dos metros.

Pensemos en positivo. Ahora nuestra vida va a estar rodeada de colores: rojo, naranja, amarillo, quizá verde. Nunca antes estos adjetivos habían sido tan significativos. Es más, ese verde que era sinónimo de poder cruzar la calle, de pisar el acelerador, de torre de lanzamiento para el cohete de la imaginación, posiblemente esté más cerca de lo que pensamos.


Vecino de la colonia Ciudad de los Deportes. Músico. @resitmx

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