A sanar heridas emocionales
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Intenciones habrá muchas, claro. Y lógicamente no todas serán viables (y menos en esta época); no obstante la motivación que nos anime a probar y hacer modificaciones en nuestra persona, nuestra vida y el trato hacía los demás, aquellos que están alrededor es vital.
POR REBECA CASTRO VILLALOBOS
Dejando atrás las nostalgias navideñas y el inicio del todavía caótico 2021, en este primer mes del año –que por cierto está a unas semanas de terminar–, segura estoy que pese a todo lo padecido en este tiempo, tenemos propósitos y/o proyectos para cumplir.
Sé que la prioridad será cuidarnos, al margen de lo que ello represente, para así proteger a nuestra familia, amigos, allegados o sean simples conocidos. Se trata pues de tener solidaridad y responsabilidad social, antes que nada.
Aunque nuestra vida ha dado un giro de trescientos sesenta grados en cuanto a rutinas, actividades y acciones, todavía queremos estar y vernos bien, primero por salud , pero también para sentirse a gusto con uno mismo; como es bajar de peso, hacer más ejercicio -si es que se puede-, adquirir alguna nueva vestimenta o calzado, vía Internet, atrevernos a un nuevo look de cabello – si las condiciones lo permiten-, o simplemente cambiar la ubicación de los muebles de casa, sentirnos en otro ambiente, también lo sencillo es desescombrar los clóset y cajones.
En fin, como otros comienzos, éste no será la excepción. Los que trabajan en casa, buscarán ser los mejores para mantener su ingreso. Quizás adquirir más conocimientos a través de cursos en línea y buscar, ¿por qué no?, un ascenso e incluso, como un querido amigo me recomendó hace unos días, encontrar un empleo, pese a que las condiciones no son del todo aptas, intentar esa ardua búsqueda que redituaría además de manteneros ocupados en algún qué hacer, recibir compensación económica para solventar los gastos.
Intenciones habrá muchas, claro. Y lógicamente no todas serán viables (y menos en esta época); no obstante la motivación que nos anime a probar y hacer modificaciones en nuestra persona, nuestra vida y el trato hacía los demás, aquellos que están alrededor es vital.
En mi caso, además, como el de otros muchos, la meta será la de sanación. Trato de explicarlo de una manera no tan apegada a la religión: de entrada la palabra sanar, de acuerdo al Real Diccionario de la Lengua Española, es el recuperar o recobrar la salud.
En este caso, la herida emocional tarda más en sanar que las físicas, toda vez que resultan de uno, o varios acontecimiento que nos generan una emoción intensa de dolor, rabia, tristeza, miedo, u otra y no lo resolvemos adecuadamente.
En varios portales de Internet, mencionan que son cinco las heridas emocionales, las cuales dejan su propio rastro característico y, aseguran, que es fácil detectarlo si se sabe a dónde mirar. A saber, las heridas emocionales son: el miedo al abandono, el miedo al rechazo, la herida de la humillación, la herida de la traición o el miedo a confiar y la herida de la injusticia.
En el sitio de Psicología Online: “las heridas del alma y de corazón pesan mucho más que en una persona que las del cuerpo. El ser humano se siente y es vulnerable; por fuerte que quiera ser siempre se ve afectado por decepciones, frustraciones, enfados, pérdidas. Así es la vida, y es imposible escapar a su sabiduría interna, por mucho que esa sabiduría es más de una ocasión, se opuesta a la lógica mental del ser humano”.
Claro que hay varias teorías respecto a la sanación. Así, se afirma que es centrándote en tu estado de salud físico. Hacer deporte, comer de manera equilibrada, meditar y cuidar tu cuerpo en general es una de tantas técnicas para volver a equilibrar tu mente.
Para otros profesionistas de la salud mental, se recomienda antes que nada aceptar la herida como parte de ti mismo, aceptar el hecho de que lo que temes o reproches te lo haces a ti mismo y a los demás. Indican además que hay que darnos permisos para enfadarnos con aquellos que alimentan esa herida. Eso sí, te aclaran que ninguna transformación es posible, si no se aceptan las heridas emocionales.
Sin embargo, como buena católica y hojeando la biblia, se afirma que una herida es la razón por la cual muchas personas son hoy lo que nunca pensaron que iban a ser. La única manera de sanar una herida es a través del perdón, y perdonando cuando nuestro amor es más grande que el odio que nos quiere consumir. (Santiago 5-16).
En otro apartado se dice que “hay momentos en la vida en que alguien que amamos nos rompe el corazón. La angustia puede sentirse permanentemente, pero Dios nos muestra que hay esperanza para nosotros experimentar la sanidad si vamos tras de Él y derramamos nuestros corazones a Él. (Salmo 147:3) El sana así a los quebrantados de corazón, y venda sus heridas.
Así pues, si nos preguntamos si la sanación de las heridas (un trauma, rechazo, depresión y corazón roto) es posible, la respuesta es: “No hay nada imposible para Dios”. (Lucas 1,37). Cada quien a su modo, manera o estilo, pero coincido que hay que poner la confianza absoluta en Dios y en todo lo bueno que se está dispuesto a ofrecer, si se endereza el camino hacia Él.
Sólo resta señalar que a sabiendas que el sanar implica cambios que no le gustarán a muchos, pero como dicen, es el propósito de la herida: transformar y hacerte crecer.