Ciudad de México, noviembre 23, 2024 17:55
Relatos

Julio de mis amores

“Los memes de Julio Iglesias reflejan una parte de lo que significa el mes de julio para millones de personas: las vacaciones, el descanso, la fiesta, el verano”.

POR LETICIA ROBLES DE LA ROSA

Recientemente, quizá un par de años, comenzó a crecer una broma en redes sociales relacionada con el mes de julio y el cantante Julio Iglesias.

Se trata de memes que utilizan la imagen del cantante español en diferentes situaciones y con diferentes personas para hablar de la cercanía, el desarrollo y el fin del mes de julio.

Julio Iglesias con una caja con cables eléctricos con la frase: “ojalá este julio se nos haga corto”.

Yo comencé a ver las bromas en la cuenta de X de @tatianotzin, pero cada vez son más quienes lo hacen. Vi un post de @beltrandelrio donde se ve la imagen de Julio Iglesias con un portafolios, a punto de subir a un helicóptero, que acompañó con la frase: “Julio no tarda en llegar”.

Los memes de Julio reflejan una parte de lo que significa el mes de julio para millones de personas: las vacaciones, el descanso, la fiesta, el verano.

Julio es el mes que marca el inicio de la segunda mitad del año y es un mes en el que los estudiantes no están en la escuela. No importa si sus familias van o no de vacaciones, o si los jóvenes universitarios tienen dinero para irse de descanso, luego de terminar el semestre o el año escolar. Lo fundamental es que no hay clases y eso permite olvidarse de libros, tareas, levantarse temprano o andar corriendo, porque se hace tarde.

Especial.

Es, por tanto, un mes en el que la hermosa Ciudad de México toma también un descanso de las interminables horas de tránsito vehicular que atiborran sus calles y avenidas desde lunes a viernes. Como si los niños de primaria manejaran un automóvil, cuando ellos no tienen clases, el flujo vehicular disminuye de manera considerable. Se puede disfrutar la ciudad.

En la actividad política nacional, el ritmo también disminuye, porque las Cámaras del Congreso de la Unión están en receso y opera la Comisión Permanente del Congreso de la Unión, que tiene sólo 37 de los 628 legisladores federales.

Disfruto mucho el mes de julio, porque además para mí tiene otro significado muy importante. Es el mes de mi cumpleaños, por lo que el cielo nublado, las lluvias, las noches frescas, las vacaciones y la felicidad que implican para mucha gente son señales inequívocas de que estoy a punto de sumar un año más en mi vida.

Pero cumplir años en el mes de julio no es cosa sencilla; por el contrario, en la mayoría de las ocasiones se convierte en un reto de resistencia, aunque debo admitir que también es una muestra de los verdaderos afectos que rodean mi vida.

Cuando fui niña jamás pude disfrutar de un cumpleaños con mis compañeros de escuela. Era temporada de vacaciones escolares. Fui niña en una época en que México tenía millones de familias de escasos recursos, que el gobierno denominaba con el eufemismo de “clase media baja”, lo que implicaba que los cumpleaños se celebraban en casas y patios de vecindad, con los vecinos.

En mi colonia, la Michoacana, en la alcaldía Venustiano Carranza, cuando una vecina cumplía 15 años, era una época de muchas emociones, porque los bailes los ensayaban en los patios más grandes de los edificios de la calle de Bondojito y todos los niños nos dábamos cita para ver los ensayos y aprendernos los pasos, a veces mejor que los chambelanes y la quinceañera.

Los Cañones de Navarone era una de las melodías de cajón que se usaban en los bailes de 15 años cuando yo era niña. La escucho y descubro que aún me sé algunas de la coreografías que se ensayaban en el patio de “El 18”, como le decíamos al edificio con el mayor número de departamentos de mi calle.

Además de ensayar los bailes, las familias usaban los patios para la gran fiesta y eso implicaba que nos pedían ayuda a los niños para hacer los adornos de papel de china que se colgaban de las ventanas de las vecinas y que se ponían en la iglesia de La Salud.

Pero esa algarabía que se vivía en esas fiestas en las que la solidaridad que genera la escasez de recursos lograban que se convirtieran en festejos de antología, era escasa en el mes de julio. La mayoría de los vecinos se iban a sus lugares de origen, porque en esa época había muchos capitalinos que eran migrantes de otros estados. En mi caso, la mayoría era de Zacatecas, Michoacán, Puebla y Veracruz.

A la ausencia natural de mis vecinos, se sumaba que llovía a la hora de la fiesta de mi cumpleaños y eso impedía que los pocos que podían acudir tardaran en llegar o de plano no llegaran. Por eso un día decidí que jamás haría una fiesta de cumpleaños. Durante mucho tiempo julio me pareció un mes terrible, porque sus lluvias me hacían sentir sola.

Pero ya en mi adultez, cuando ir o no a una fiesta no depende de los padres, sino de la decisión personal, descubrí que mis amigos podían llegar hechos una sopa a mi casa a festejar conmigo. O podían tomar como pretexto las tormentas para quedarse mucho más tiempo al disfrute del festejo.

Y hoy, las mismas lluvias que me hicieron odiarlo, me hacen quererlo mucho, esperarlo con felicidad y a veces carcajearme con los memes para celebrar que julio se acerca o ya está aquí.

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