De nada sirvió ‘clausura’ de Sedema al predio del Fresko, en Acacias
Aspecto de la videograbación del dron al predio de Fresko. Foto: Captura de pantalla
Los sellos solo sirven para la foto: Vecinos documentan con dron devastación en predio de Moras y Eje 8.
La Comer defiende su proyecto y Sedema admite permisos parciales
Movimiento Ciudadano calla en casos de Fresko y Miguel Laurent 48, pese a su propaganda política contra un “cártel inmobiliario”.
STAFF / LIBRE EN EL SUR
Las imágenes de dron difundidas por vecinos son demoledoras: en el predio de José María Rico 221, en la colonia Acacias, donde hasta hace unas semanas se levantaba un pequeño bosque urbano con jacarandas, fresnos, aguacates y laureles, hoy solo queda un terreno devastado con montículos de ramas secas y claros abiertos para la cimentación. Ahí, Comercial City Fresko proyecta un supermercado de tres niveles que ha convertido el sitio en símbolo de la devastación ambiental avalada con permisos oficiales.
La Secretaría del Medio Ambiente (Sedema) sostiene que únicamente autorizó el retiro de seis árboles muertos y el trasplante o poda de treinta y tres más, mientras que los vecinos hablan de más de un centenar de ejemplares desaparecidos. El 5 de julio organizaron una clausura ciudadana simbólica, colocando sellos improvisados en accesos peatonales y vehiculares. Días después, la Dirección General de Inspección y Vigilancia Ambiental de la propia Sedema impuso su clausura oficial. Parecía una victoria momentánea, pero el 23 de julio los habitantes documentaron la entrada de personal y la continuidad de trabajos de armado de varilla en la cimentación. “De nada sirvió”, resumieron.
La versión de la empresa se conoció semanas antes, durante el Proceso Informativo Comunitario (PIC) que se llevó a cabo entre el 5 de mayo y el 6 de junio en un módulo instalado en la esquina de José María Rico y Moras. Ahí se explicó que la tienda contaría con sótano y tres niveles: en la parte subterránea, estacionamiento, vestíbulo de acceso con rampas eléctricas y elevador, además de cuartos técnicos; en planta baja, vestíbulo peatonal, locales comerciales, servicios, estacionamiento, andén de carga y zona de recibo de mercancía; en el segundo nivel, el piso de ventas y sanitarios; y en el tercero, una bodega y servicios internos.
En el mismo documento, La Comer aseguró que de 153 árboles censados, 33 fueron trasplantados, otros 33 podados y cuatro preservados dentro del proyecto, subrayando que la obra se ampara en la nueva Ley Ambiental de 2024, que sustituyó las medidas de mitigación por las llamadas “medidas de integración”.
Sedema, por su parte, emitió dos declaratorias de cumplimiento ambiental: la primera, el 10 de febrero de 2025, para autorizar la demolición de siete estructuras de dos niveles sin tocar el arbolado; la segunda, el 9 de mayo, para permitir el estacionamiento subterráneo, el retiro de seis árboles muertos y el trasplante o poda de treinta y tres ejemplares adicionales. Con ello, la dependencia considera cumplidos los requisitos. Para los vecinos, esas cifras se alejan de lo que muestran las imágenes y de lo que cada día ven al pasar frente al predio: un terreno vacío de árboles.
La indignación se refleja en testimonios como el de Ximena Galicia, que reclama que nunca se emitió el aviso de publicitación vecinal, o el de Federico Fernández, que cuestiona la necesidad de otro supermercado en una zona rodeada de autoservicios. Jorge Vargas lamenta que lo que más duele son los árboles, el agua y la gentrificación, mientras que María, con 25 años en la colonia, subraya que “parece que la zona gana, pero en realidad perdemos lo más valioso y difícil de recuperar”. Para Dora Napolitano, la tala implica un riesgo añadido para el acuífero: “Ya tuvimos sequías severas… ¿vamos a repetir los errores?”.
La historia de Fresko se entrelaza con la de Miguel Laurent 48, donde el movimiento #SalvemosALaureano lucha desde hace meses por transformar un predio en un parque vibracional y huerto urbano.
El sábado 6 de septiembre pasado, Libre en el Sur publicó documentos oficiales que confirmaron la existencia de cuatro árboles adicionales en ese terreno, tres de ellos sanos, que fueron talados sin conocimiento de la comunidad. La publicación incluyó fotografías aéreas que evidencian la ausencia de esos cuatro árboles, así cómo las copas de Laureano y de un colorín protegido por leyes federales –por considerarse especie amenazada– que aún peligran porque sus raíces se extienden al interior del predio, según consta en dictámenes.
Los vecinos acusaron a legisladores de Movimiento Ciudadano de intentar usar políticamente la causa y, finalmente, de avalar un proyecto de departamentos de lujo con precios millonarios en lugar de apoyar el pliego petitorio vecinal, que exige hasta ahora que en el predio haya un parque y un huerto para la comunidad y no otra obra gentrificadora en una colonia donde faltan servicios. El deslinde fue categórico: la defensa de Laureano no tiene partido.
Ese mismo silencio se reproduce en el caso de Fresko. Tratándose de un predio en vía primaria, la responsabilidad es de Sedema y no de la alcaldía Benito Juárez. Aun así, los legisladores de Movimiento Ciudadano no han emitido postura alguna sobre la devastación. Paradójicamente, la diputada federal Laura Ballesteros y el diputado local Royfid Torres han hecho campaña contra lo que llaman “cártel inmobiliario”, una vaguedad –más bien propagandística– que no especifica a quiénes se refieren y sin documentar ni señalar con precisión las responsabilidades de autoridades y desarrolladores en proyectos específicos.
Entre los discursos oficiales y las campañas partidistas queda lo que las imágenes de dron exhiben con crudeza: un terreno devastado y vecinos que no se resignan. Mientras La Comer se ampara en la Ley Ambiental de 2024 y Sedema asegura que la clausura sigue vigente en lo administrativo, la realidad del predio de José María Rico 221 es que los árboles ya no están.
Y en esa ausencia se resume la desconfianza de una comunidad que ha aprendido que los sellos, a veces, sirven solo para la foto.














