Una ejecución con método y sin huella: El crimen de Ximena y José, en el umbral de la impunidad

Ximena y José en el Metro. Foto: Especial
12 impactos de bala para una investigación donde no se vale especular
A a plena luz del día, en la capital del país, se puede montar una ejecución y desaparecer con la misma velocidad con la que se dispara.
Las autoridades capitalinas confirmaron que al menos 4 personas participaron en el atentado y que fue orquestado con un nivel de precisión que evoca prácticas del crimen organizado.
STAFF / LIBRE EN EL SUR
Lo que se ofreció en la conferencia de prensa conjunta entre la Fiscalía General de Justicia (FGJCDMX) y la Secretaría de Seguridad Ciudadana (SSC) acerca del asesinato de Ximena Guzmán y José Muñoz, colaboradores cercanos a la jefa de Gobierno Clara Brugada, fue la confirmación de lo que ya circulaba en voz baja: fue una ejecución. Directa, fría y sin margen de error.
Las autoridades capitalinas confirmaron que al menos cuatro personas participaron en el atentado y que fue orquestado con un nivel de precisión que evoca prácticas del crimen organizado. El tirador, según se detalló, llegó a bordo de una motocicleta, disparó con pericia —12 impactos de los cuales 8 fueron dirigidos a Ximena y 4 a José— y escapó en cuestión de segundos. La motocicleta fue solo uno de los tres vehículos utilizados en la operación: dos automóviles lo escoltaron y facilitaron su huida, lo que implica un operativo con logística avanzada, tiempo de planeación y conocimiento detallado de la rutina de las víctimas.
Aún más inquietante fue lo que reveló la titular de la Fiscalía, Bertha Alcalde: los agresores no dejaron rastro alguno. Ninguna huella en los vehículos abandonados, ninguna pista biológica, ningún descuido. Como si hubieran entrenado para ejecutar una operación quirúrgica. “Sabían lo que hacían, conocían los movimientos. Hubo vigilancia previa en la zona”, reconoció la fiscal.
Durante su propia conferencia matutina, la presidenta Claudia Sheinbaum expresó su indignación por el crimen y exigió una investigación a fondo. Llamó a “no especular” sobre el móvil del asesinato hasta tener pruebas concretas y refrendó su total respaldo a Clara Brugada. “Estoy muy consternada”, dijo, visiblemente afectada. Agregó que el doble homicidio no quedará impune y que el gobierno federal está colaborando para esclarecer el caso.
No obstante, el vacío de información alimenta lo contrario: la especulación crece como síntoma de un sistema que no sabe —o no quiere— decir lo que sabe. Las frases protocolarias —“no habrá impunidad”, “se agotarán todas las líneas de investigación”— son ya parte de una gramática de desgaste que poco consuela.
Los cuerpos de las víctimas fueron encontrados en un tramo muy transitado de Calzada de Tlalpan, en plena alcaldía Benito Juárez. El ataque ocurrió a la luz del día, en una ciudad con cámaras en casi cada esquina. Y, sin embargo, nadie vio nada. El video de vigilancia solo muestra siluetas y placas ilegibles. El asesino —o los asesinos— podrían estar en cualquier lado.
En este contexto, lo que se escenificó esta mañana fue una conferencia que intenta ser institucional, pero que rebota contra su propia fragilidad. Se repitió el compromiso de justicia, pero no se ofreció una hipótesis sólida ni se señaló con claridad a ningún responsable intelectual.
Ximena Guzmán y José Muñoz no eran personajes menores. Eran parte del círculo político inmediato de la jefa de Gobierno. Eran militantes con trayectoria, funcionarios con peso, rostros visibles. A a plena luz del día, en la capital del país, se puede montar una ejecución con tres vehículos, sin dejar huella, y desaparecer con la misma velocidad con la que se dispara.