Ciudad de México, julio 13, 2025 17:12
Cultura Reporte especial

Mientras avanzan las prohibiciones en México, la fiesta de toros crece en España

Más de 1,600 millones de euros al año, casi mil ganaderías y 21,000 festejos sostienen el negocio taurino ibérico.

Un negocio blindado, con Morante y Roca Rey como estandartes, mientras la Plaza México se tambalea ante nuevas leyes.

STAFF / LIBRE EN EL SUR

En México, la fiesta brava vive días inciertos. Mientras en España sigue viva y blindada por leyes y cifras millonarias, en nuestro país la tradición se encuentra en su momento más delicado. No se trata únicamente de cerrar las puertas de la Plaza México, sino de firmar el acta de defunción de una práctica que, para sus defensores, es arte, cultura y, sobre todo, el sustento de miles de familias.

El pasado 18 de marzo, el Congreso de la Ciudad de México aprobó por 61 votos a favor y solo uno en contra una reforma a la Ley de Protección y Bienestar de los Animales. La nueva legislación prohíbe los espectáculos taurinos “con violencia”, lo cual significa que quedan vetadas las banderillas, las puyas, el estoque y, por supuesto, la muerte del toro en el ruedo. El animal deberá regresar vivo a su rancho y no podrá ser maltratado, ni siquiera en eventos privados como tientas o charreadas (Eleconomista.com.mx).

Para la jefa de Gobierno, Clara Brugada, la medida es “un paso histórico en la construcción de una Ciudad de Derechos”, y asegura que la meta no es prohibir la tauromaquia, sino “evolucionarla hacia una forma de entretenimiento sin sufrimiento animal”. Sin embargo, para el sector taurino, lo que se aprobó equivale a enterrar la fiesta.

Plaza México: monumento en riesgo y voces en defensa

La Plaza México, inaugurada en 1946 y con un aforo de 41,262 espectadores, es la plaza de toros más grande del mundo. Desde junio de 2022 ha estado atrapada en suspensiones judiciales por amparos interpuestos por organizaciones animalistas. Pero la nueva ley la pone ante una amenaza mayor: la inviabilidad económica y artística de organizar corridas sin muerte.

“Una corrida sin sangre no es una corrida. Es otro espectáculo, pero no tauromaquia”, declara Manolo Román, representante de Espectáculos Taurinos de México (ETMSA), empresa históricamente ligada a la administración de la plaza.

A menudo se menciona a Pedro Haces como rostro visible de la defensa taurina en México, pero el propietario de la Plaza México es Antonio Cosío Pando, empresario hotelero y director de Grupo Brisas, que además posee el Estadio Ciudad de los Deportes.

Más allá de las figuras públicas, en cada tarde de toros trabajan más de 8,000 personas, desde músicos hasta vendedores de cerveza, taquilleros, mozos de espadas y picadores.

Para los taurinos, prohibir la muerte en la plaza es quitarle el alma misma a la fiesta. Joselito Adame, figura del toreo mexicano, sostiene que “nadie sufre más que el torero cuando el toro es lastimado. Esto no es un acto de sadismo, sino un arte y un rito”.

Ganaderos como José María Arturo Huerta, de Tlaxcala, advierten que si no se lidian, los toros bravos desaparecerán. “No sirven para carne. No son animales dóciles ni aprovechables para otro fin. Sin corridas, habría que sacrificarlos. Eso sí sería una tragedia”.

Según la Asociación Nacional de Criadores de Toros de Lidia (ANCTL), en México existen alrededor de 225 ganaderías, que ocupan más de 30 mil hectáreas dedicadas exclusivamente al toro bravo. En estados como Tlaxcala, Querétaro, Hidalgo y Jalisco, la ganadería brava es un motor económico. Además, solo en la Ciudad de México, la fiesta brava genera alrededor de $700 millones de pesos anuales en derrama económica, entre taquilla, turismo, restaurantes, hoteles y transporte (ElUniversal.com.mx).

Para los defensores de la fiesta, la ganadería brava no es solo negocio: es también conservación ambiental. “Las dehesas son refugio de flora y fauna. Si desaparecen las ganaderías, se pierden ecosistemas enteros”, explica Huerta.

En contraparte, organizaciones como AnimaNaturalis México, bajo la dirección de Arturo Berlanga, han impulsado más de 400 denuncias contra festejos taurinos, señalando que la lidia es “tortura disfrazada de cultura”. Berlanga afirma que “no se puede justificar el sufrimiento animal por tradición. México es otro país, y la sociedad exige espectáculos sin crueldad”. Una encuesta publicada por El País en marzo reveló que el 72 % de los mexicanos está en contra de las corridas de toros, y un 66 % está a favor de prohibirlas totalmente.

España: blindaje legal, cifras millonarias y el rugido de Hemingway

Mientras México vive un debate entre identidad cultural y derechos animales, España sostiene su fiesta sobre pilares legales y cifras de negocio. En 2024, la tauromaquia generó en España más de €1,600 millones, según la Asociación Nacional de Organizadores de Espectáculos Taurinos (ANOET). Cerca de €400 millones provinieron de taquillas, y otros €300 millones de la cría de toros bravos. Se estima que el sector da empleo a unas 200,000 personas, muchas en zonas rurales (anoet.com).

En 2024 se celebraron 20,950 festejos taurinos, de los cuales 1,546 se realizaron en plazas, mientras que más de 19,400 fueron eventos populares, como encierros o capeas. España cuenta con 989 ganaderías de bravo y alrededor de 1,500 plazas taurinas, en las que se lidiaron 8,387 toros ese año.

¿Por qué, en pleno siglo XXI, la fiesta se mantiene viva? Para Francisco Aguado, economista y profesor de la Universidad de Valladolid, “la clave está en que la fiesta es un fenómeno cultural, social y económico a la vez. Ha repuntado porque figuras actuales, como Roca Rey, han atraído a público joven. Además, las ferias taurinas son el motor económico de pueblos enteros, y eso da estabilidad política y social”. Aguado subraya que “la tauromaquia en España es mucho más que un espectáculo; es también identidad local y supervivencia rural” (uvadoc.uva.es).

El blindaje legal es firme. La Constitución Española, en sus artículos 44 y 46, protege el derecho a la cultura y el patrimonio. En 2013, la Ley 18/2013 declaró la tauromaquia Patrimonio Cultural Inmaterial, lo que fue la base para que, en 2016, el Tribunal Constitucional anulara la prohibición catalana, determinando que solo el Estado puede eliminar la fiesta, no las autonomías.

En ese universo taurino brillan figuras como Morante de la Puebla, quien el pasado 8 de junio abrió la Puerta Grande de Las Ventas en Madrid durante la Corrida de Beneficencia. La Feria de San Isidro, donde toreó, atrajo a más de 600,000 espectadores, según consignó El País.

Junto a Morante destaca el peruano Andrés Roca Rey, convertido en ídolo taurino y figura mediática. Roca Rey es protagonista del documental “Tardes de soledad”, dirigido por Albert Serra y ganador de la Concha de Oro en el Festival de San Sebastián 2024. Serra ha insistido en que su obra “no es ni taurina ni antitaurina, sino el retrato humano de la tensión vital que se vive en torno a un torero” (elpais.com).

Pero ningún cronista dejó una huella tan profunda como Ernest Hemingway, quien en los años veinte convirtió a Pamplona en sinónimo de Sanfermines. Su novela Fiesta (The Sun Also Rises), publicada en 1926, llevó al mundo las imágenes de encierros, vino, peligro y pasión. Gracias a Hemingway, Pamplona pasó de ser una pequeña ciudad navarra a un destino turístico global. Hasta hoy, bares como el Iruña exhiben fotos suyas y cada año se organizan lecturas públicas de su obra.

Este año, el encierro del 9 de julio duró apenas 2 minutos y 20 segundos, dejando varios heridos, uno de ellos por asta. Morante y Roca Rey salieron a hombros esa tarde, aunque solo Morante cortó orejas. Navarra impone multas de hasta €60,000 para mantener el orden y la seguridad en los encierros.

Mientras España sigue toreando la polémica con leyes, cifras y nombres propios, México decide su propia corrida en tribunales y congresos. Los taurinos insisten en que prohibir la lidia significa no solo perder una tradición, sino condenar a la extinción a una especie y a un modo de vida. Los animalistas, en cambio, ven la prohibición como un triunfo ético y civilizatorio. Entre el eco de Hemingway, las cifras millonarias de ANOET, el arte de Morante y la mirada intensa de Roca Rey en la pantalla, la fiesta de los toros sigue viva en España. En México, por ahora, está pendiente el veredicto final.

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