Ciudad de México, octubre 15, 2025 09:22
Alcaldía Benito Juárez Comercio informal Reporte especial

Controlan mafias ambulantaje en BJ

La red explotación: de la “subsistencia” a la micrologística clandestina que genera millones sin pagar un solo peso al SAT, a la vista de la autoridad que lo tolera.

Calles invadidas: la lucha territorial y la cifra negra que desborda a la Alcaldía, mientras capataces retiran ganancias en barrios residenciales; “pulpos” manejan millones de pesos.

STAFF/LIBRE EN EL SUR

La alcaldía Benito Juárez (BJ) se presenta como el modelo de orden y desarrollo urbano en la Ciudad de México.; pero esta imagen esconde una realidad económica subterránea: el comercio informal masivo. Hace tiempo que dejó de ser un puñado de personas buscando el pan diario, de manera indivudual. Hoy es un lucrativo negocio multimillonario controlado por poderosas redes organizadas y “pulpos” que han colonizado cada metro de banqueta de la demarcación.

La BJ no tiene los grandes tianguis del Centro Histórico, pero posee puntos de transferencia que, por su afluencia, se convierten en verdaderas minas de oro para la mafia, que usufructúa es espacio público para su negocio particular… en las narices de la autoridad.

El cruce de avenida Insurgentes Sur y el Eje 7 Sur Félix Cuevas es el ejemplo más crudo de esta invasión. Se trata de un nudo de transferencia modal monumental, un embudo que vomita miles de peatones a la hora pico, garantizando ventas masivas. Aquí convergen la estación del Metro Insurgentes Sur (Línea 12), la estación Félix Cuevas del Metrobús (Línea 1), el Trolebús y el tráfico de camiones que sirven al sur.

En Insurgentes Sur y Eje 7 Sur Félix Cuevas.

El flujo de gente es la mercancía de las mafias. A la sombra del gran almacén de Liverpool y los edificios corporativos, los pasillos peatonales se convierten en un túnel comercial no regulado, donde cada metro cuadrado está asignado y se paga a un líder:

La venta de pan y atole en triciclo domina las mañanas, pero la escena es tomada por las tamaleras y los vendedores de tacos de canasta en los picos de afluencia. Estos puestos no son artesanales. Son legiones que aparecen con idéntica puntualidad y equipo estandarizado, como puede constatarse en las fotografías que aquí se presentan.

La mercancía—fruta picada, semillas, esquites, tacos de canasta, tamales, biscochos—muestra una homologación descarada. Triciclos idénticos, mantas uniformes, envases estandarizados. Esta apariencia de orden es la firma de la producción y distribución centralizada del “pulpo”.

En avenida Cuauhtémoc, en Xoco.

En este caos organizado, el vendedor de a pie es apenas el eslabón más débil de una cadena de explotación. La persona que despacha no es dueña del negocio; es un empleado informal a sueldo, a quien le pagan una miseria o un porcentaje ínfimo de la venta. Su trabajo es el capital humano de un modelo de esclavitud moderna que elude impuestos y prestaciones, generando fortunas ilegales para el líder.

La pregunta obligada es: ¿cuánto dinero mueve este sistema?

La rentabilidad es la clave de la agresividad con la que los “pulpos” defienden sus territorios. Las estimaciones indican que un puesto de comida bien ubicado puede generar ventas brutas de entre tres mil y seis mil pesos en un solo día.

Frente a Walt-Mart, en Actupan.

Asumiendo un promedio conservador de dos mil 500 pesos en ventas diarias para un triciclo de tamales o un vendedor de fruta picada en un punto de BJ. Si un “pulpo” controla una red de apenas 50 vendedores, la operación diaria de esa sola red sería de 125 mil pesos, lo que se traduce en más de 3.7 millones de pesos al mes en ventas brutas. Con una utilidad neta que fácilmente supera el millón y medio de pesos mensuales por red, totalmente libre de impuestos, se entiende por qué las mafias están dispuestas a pelear las esquinas a golpes.

Este dinero negro se articula lejos de la vista pública, en el back office clandestino de la red que opera dentro de barrios residenciales.

La Colonia Tlacoquemecatl se ha convertido en una zona clave para esta operación. En calles de apariencia tranquila como Fresas y Manzanas, casas particulares funcionan como bodegas de seguridad. Sus dueños, a cambio de una renta en efectivo, permiten que los vendedores guarden sus triciclos, bicicletas y pesados botes de vapor durante la noche.

Pero el momento más revelador se vive al caer el sol. Sobre la calle Manzanas, entre Magnolias y Miguel Laurent, se observa la congregación silenciosa. Vendedores de semillas y fruta picada llegan, fatigados, para rendir cuentas a sus capataces o patrones, quienes esperan en la sombra, a veces dentro de vehículos discretos. Los fajos de billetes pasan de mano en mano rápidamente; el vendedor se queda con su raquítica paga diaria y el “pulpo” se marcha con el botín.

Este patrón de operación y cobro clandestino se repite en puntos de Del Valle, Narvarte y Actipan. Es la prueba de que el problema no es espontáneo, sino una estructura empresarial delictiva que utiliza la miseria humana como capital de trabajo y la propiedad privada como su infraestructura.

Rumbo a “su” esquina.

Benito Juárez ha reportado tener “registrados” aproximadamente mil 736 comerciantes fijos y semifijos. Esta cifra es, en esencia, una burla. El número real de personas que lucran en la vía pública con el respaldo de estas mafias es varias veces mayor, constituyendo la verdadera cifra negra del ambulantaje. El problema no se resuelve retirando un puesto; se resuelve desmantelando la operación de bodegaje y cobro que opera en las tranquilas calles de la BJ.

La Alcaldía ha denunciado ser víctima de “presiones y chantajes” y enfrentarse a “grupos de choque”. Los enfrentamientos violentos en los accesos del Metro Coyoacán o al retirar puestos en Ejes Viales son el testimonio de esta resistencia planeada, donde el vendedor es usado como escudo humano para proteger los intereses del líder.

La lucha en Benito Juárez es una contienda desigual. Es la autoridad que busca el orden enfrentada a poderosas estructuras financieras que han hecho de la explotación de la banqueta y la evasión fiscal un negocio de millones. Desmantelar este poder requiere ir más allá de la banqueta y romper la cadena de silencio que protege sus centros de operación y cobro nocturno.

Compartir

comentarios

Artículos relacionadas